El eneatipo 3, la vanidad

Hoy toca darnos una vuelta por el eneatipo tres.

Si alguien está esperando que le contemos que son los triunfadores o que son unos maravillosos trabajadores porque siempre buscan la excelencia, está en el sitio incorrecto. Desde aquí, nos centraremos en la sombra de este eneatipo (y la de todos) y veremos cómo su aparente éxito no es más que un castillo de naipes. 

Son vanidad en estado puro  y explicaremos los mecanismos que usan para vivir su vida viviendo la vida de otros.  Si te apetece saber más de estos mecanismos neuróticos, ¡vente con nosotros!

La vanidad del camaleón.

Enganchados al reconocimiento

1 Características generales del eneatipo Tres.

1.1 Rasgos de personalidad del eneatipo TRES

Forman parte de la triada de la emoción y aunque es el número central de la misma, muchas veces están demasiado en la cabeza. Estamos ante el eneatipo con más pasión por la vanidad y con una carga narcisista de primer orden. Son los reyes de la falsificación y de dar al mundo lo que espera de ellos. Son muy buenos adivinando lo que el otro necesita y cuales son sus expectativas respecto a su relación. Como fijaciones principales tienen el autoengaño, la necesidad de reconocimiento y la complacencia.

 

El eneatipo tres en busca de esta valoración se manipula a sí mismo para estar a la altura de lo que se supone que tiene que ser (con la ilusión de que sigue siendo él mismo). Esto le lleva a una frialdad extraña siendo un carácter emocional y a una desconexión clara con sus necesidades y deseos. 

Tienen muy presente el vacío, lo que le diferencia del dos ya que éstos nadan en la aparente abundancia. Podríamos decir que, el eneatipo dos sí necesita al otro pero no para que le apruebe, le necesita para que termine dándole más de lo que él previamente le dio. Sin embargo, en el eneatipo vanidoso hay una necesidad de aprobación; un anhelo de que a través de la mirada del otro, su vida tendrá sentido. Para conseguirlo usará el control como garante de su éxito. Son detallistas en extremo. Así, cualquier atisbo de incertidumbre o indefinición lo vivirá como angustia.

La etimología de la palabra nos remonta a la palabra latina vanitis que viene a ser la cualidad del vano. Vano entendido como inconsistente. Actualmente, usamos la expresión «fue en vano«. Y así es como funciona el eneatipo tres: como algo que aparenta mucho pero tiene poco contenido. Algo que no sirvió para nada. Evidentemente, nos estamos refiriendo a la impostación de su personaje; a la máscara fraudulenta que manejan para moverse en el mundo. Son gente muy preparada, pero que, también, sobrevalora sus propias habilidades. Desde ahí, en su versión más neurótica, se vanagloria frente a los demás. Es como si su vida fuera una ficción en la cual la humildad y la verdadera gratitud no tendrían cabida.

Como  Narciso acaban enamorados de su propia imagen, aun sabiendo que muchas veces es una foto fija impostada que poco tiene que ver con lo que son realmente. De hecho, Narciso, en realidad, al igual que el eneatipo tres, no sentía tanta pasión por él mismo como por el reflejo del estanque. A nuestros vanidosos les pasa lo mismo, pero con el plus de que esa imagen reflejada, a su vez, necesita una validación externa. A diferencia del dos y el siete -que se enamoran de su propio brillo-, el eneatipo tres necesita que  alguien a admire ese brillo. Llegado este punto, parecen que vienen muy a cuento las palabras del filósofo surcoreano Byung-Chul Han; «La adicción a los selfies no tiene mucho que ver con el sano amor a sí mismo: no es otra cosa que la marcha en vacío de un yo narcisista que se ha quedado solo. En vista del vacío interior uno trata en vano de producirse a sí mismo. Pero lo único que se reproduce es el vacío. Los selfies son el yo en formas vacías. La adicción a los selfies intensifica la sensación de vacío. Lo que lleva a tal adicción no es el sano amor a sí mismo, sino una autorreferencia narcisista. Los selfies son bellas superficies lisas y satinadas de un yo vaciado y que se siente inseguro. Para escapar del atormentante vacío hoy se echa mano o bien de la cuchilla de afeitar o bien del Smartphone. Los selfies son superficies lisas y satinadas que ocultan por breve tiempo el yo vacío.

Los E3 están demasiado preocupados por el qué dirán y buscan siempre su palmadita en la espalda. Algunos tipos de treses lo harán de manera escandalosa y notoria (triunfar a toda costa) y otros de manera más discreta. Pero, en todos los casos, hay una necesidad excesiva de reconocimiento. Para conseguirlo han desarrollado estupendas habilidades sociales.

En los casos más neuróticos, las apariencias lo son todos.  Les cuesta encontrar su brújula interna y, por ello, necesitan en exceso una validación externa. En palabras del Dr Naranjo: «La psicología del eneatipo III no sólo consiste en una pasión por la modulación de la apariencia. La habilidad para lograr los propósitos de la vanidad da pie típicamente a aquella pasión en la psique del individuo. Así, las mujeres hermosas tienen más probabilidades de adoptar la estrategia de la brillantez (con el correspondiente error existencial de confundir su atractivo con su verdadera personalidad). Además de las características que reflejan un deseo general de complacer y atraer, tales como el refinamiento, la consideración o la generosidad.»

SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL

Pero si se les da la vuelta, uno se topa con reversos recubiertos de heridas y sangrantes. Las heridas son el reverso de los selfies.» (ver post) El concepto de narcisismo tiene su origen a finales del siglo XIX. Havelock Ellis vino a decir que es «una tendencia por estar enteramente absorto en la admiración de sí mismos« (ver aquí). En este sentido, conviene diferenciar lo que es el narcisismo típico de algunas personalidades del trastorno narcisista de personalidad (TNP). Así, como bien sabemos desde la teoría del eneagrama, el principal problema de los treses no es su falsedad o la identificación con una imagen distorsionada de sí mismos, el problema es no darse cuenta de que esto está sucediendo. Si el vanidoso sigue ignorando su dependencia de la mirada del otro, no podrá dar el primer paso en el camino de crecimiento personal. Los treses son yonkis de este paraíso ilusorio que han construido, cuando éste, en realidad, no deja de ser el infierno que les mantiene presas de su propio ego.

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Nuestros personajes más engreídos están demasiado pendientes de la validación de los demás. Desde ahí, pierden libertad y espontaneidad, mientras su vida se convierte en un examen continuo. Buscarán a quien imitar o parecerse y se esforzarán por conseguir dejar de ser ellos para convertirse en quien no son. 
De esta forma, la decepción y frustración les acompañan, pues el reconocimiento del otro nunca es suficiente. Hay vanidosos que buscan esta palmadita en la espalda de forma escandalosa y otros de forma callada. El problema no es que busquen esta mirada, sino que se les va de las manos y su vida queda marcada por esta aprobación.

Mecanismo de defensa del eneatipo TRES

Su mecanismo de defensa estrella es la identificación y la transferencia. Con la identificación terminan viviendo la vida que otros quieren para ellos. Con la transferencia van viendo en el otro a personas que han sido claves en su vida. Por ejemplo, en el trabajo su jefe termina siendo, desde un punto de vista inconsciente, su propio papá. Eso implica una necesidad excesiva de que siempre este jefe le reconozca y meterá tantas horas como sea necesario para conseguirlo. En realidad, todo ello es una búsqueda desesperada por seguir siendo a través del otro. Son personas que podríamos catalogar como presumidas y como bien dice Gonzalo Morán, mientras los doses están en la abundancia, los treses están en el vacío. En su post ¿ORGULLO O VANIDAD? podemos leer: «(…) El Orgullo es una exaltación de la propia valía o atractivo acompañado de una sensación de sobreabundancia y de sentirse una gran persona, especial y privilegiada, y muchas veces, superior, que vino a embellecer y mejorar el mundo.

La fijación del eneatipo TRES

La fijación cognitiva es la falsa abundancia, una sobreestimación y sobrevaloración de uno mismo. La Vanidad es una excesiva preocupación por la forma y la apariencia; pero, sobre todo, una necesidad neurótica de ser visto por los demás. La fijación cognitiva que le corresponde es el (auto)engaño, entendido como fingimiento o falsedad, una confusión entre el verdadero ser y la imagen que se proyecta.»

El DESEO del Eneatipo 3: Ser VISTO (sobresalir)

-Desean:

Recibir valoración y sentirse valiosos. Quieren el reconocimiento concreto y claro; no descansan hasta recibir la palmadita en la espalda.  

-Necesitan:

 Destacar consiguiendo sus metas. Anhelan ser aceptados por lo que hacen para no contactar con el vacío que les produce la quietud.

-Tendencia:

A conseguir logros y éxitos.  

En el subtipo social hay un sentimiento de superioridad y ansían ganar a toda costa.

Temen (y a la vez desean) que les quieran tan solo por lo que son.

El miedo del Eneatipo 3: El temor a ser invisibles

Temen: no ser visto por el otro; es decir, es el miedo de no ser reconocidos. Si no reciben palabras bonitas por lo que han hecho contactan con un profundo vacío. Su terror es que les digan que no son válidos.

Hacen mucho (y bien) y si no son tienen sus palmadita en la espalda les contacta con una gran frustración. Parece que si no presentan la consecución de algo, no tendrán cariño y aprecio.

Huye del fracaso.

Pasito anti-miedo: Ser ellos mismos es un gran reto. Practicar el hacer lo menos posible es un buen plan. Buscar huecos para el placer (sobre en el subtipo conservación).

Deseo egoico:

 Recibir valoración. Temen (y la vez desean) que les quieran tan solo por lo que son; así que, se empeñan en conseguir logros y éxitos. Necesitan destacar.

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El tres entra en la seducción para cumplir los deseos del otro y que, desde ahí, le llegue una palmadita en la espalda. Este hacer por y para los demás, para recibir la mirada de alguien concreto o del grupo es su principal vocación. Son personas complacientes, pero la suya no es una complacencia como la confluencia del nueve. Tienen gran capacidad de hiperadaptación. Sin embargo, el tres mantiene su autonomía  y no se pierde literalmente en el otro como sí hacen los «perezosos de sí mismos». Como decimos,  en un tres hay bastante represión emocional. Es decir, potencialmente, es el número con más capacidad de estar en el sentir del eneagrama; pero, paradójicamente, en la realidad suelen tener un bloqueo a la altura del diafragma que no les deja fluir. Tienen una fachada que puede resultar incluso cálida, pero luego en las relaciones más profundas terminan mostrando bastante frialdad. En palabras de Claudio Naranjo: “(…) La vanidad es una preocupación apasionada por la propia imagen o una pasión de vivir para los ojos de los demás. Vivir para las apariencias implica que el foco de interés no está en la experiencia propia, sino en la anticipación o fantasía de la experiencia de otro, y de aquí la insustancialidad de la búsqueda del vanidoso. Nada podría ser llamado más apropiadamente la «vanidad de vanidades» de la que habla el predicador del Eclesiastés que el vivir para una imagen efímera e insustancial (en lugar de para uno mismo). Hablar de la vanidad como de un vivir para una autoimagen no es distinto de hablar de narcisismo y, en realidad, podemos considerar el narcisismo como un aspecto universal de la estructura egoica, representado en la esquina derecha del eneagrama”.

«Ser auténtico significa haberse liberado de pautas de expresión y de conducta preconfiguradas e impuestas desde fuera». Byung-Chul Han

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es narcisimo-eneatipo-tres-eneagrama-haiki.jpg Es, quizás, el eneatipo que vive más alejado de su esencia y,  como veremos más adelante, la toma de conciencia de su eneatipo suele ser un momento de extrema dureza. El tres busca la admiración y el aplauso constante. Suelen ser agradables y prácticos. Pueden ser superficiales y materialistas. Viven su vida para agradar a los otros y se olvidan de sí mismos

Hay países con cierta tendencia a un eneatipo. El caso de USA sería tendencia al tres (en su nacimiento uno).

Su vanidad no es necesariamente desde la prepotencia, si no que puede ser una vanidad muy sutil; pero que, en cualquier caso, tenga siempre presente la mirada del otro. Temen que ese otro pueda pensar que no son válidos. No les gusta que se les cuestione y mucho menos que se les critique. Si el otro ha de hablar de ellos que sea para bien.

Suelen ser educados y correctos. Muchas veces visten muy serios incluso aunque no venga a cuento y más allá de esta seriedad suelen darle mucha importancia a su aspecto físico. Bueno… esto ocurre, como veremos, en los subtipos social y sexual.  El conservación puede ir casi a su bola. Y decimos casi, porque en el fondo, siempre habrá una adecuación a la ocasión y una cierta discreción. No es estridente en las formas. En realidad, el eneatipo tres, es muy hábil en vestir según la ocasión.

Aunque sean superejecutivos, si terminan en un retiro de yoga, se las ingeniarán para estar vestidos como el más yogi de todos los del retiro. Tienen una actitud camaleónica que les hace ir adaptándose a la situación para estar siempre correctos. Incluso si la persona tres pertenece a alguna tribu urbana más alternativa, su cuidado por la imagen estará siempre presente. Desde los tatuajes bien hechos, hasta el pelo cuidadosamente rapado. Es más, pueden haber puesto mucho mimo incluso para la típica imagen descuidada, pero totalmente estudiada. Como veremos en los subtipos, unos están más hacia fuera (tres social) buscando el éxito, mientras que otros se centran más en complacer a sus parejas -han de sentirse deseables- (tres sexual) y otros están siempre haciendo y haciendo para ser valorados por sus resultados (tres conservación).

Como bien dice Claudio Naranjo “(…) la imagen física no es el único foco posible del deseo de presentar una buena imagen, y, seguramente, más repercusiones sociales tiene el deseo de brillar en el mundo social o el afán de éxito financiero. Además, el deseo de ser más brillante y tener más éxito conlleva el desarrollo de una habilidad, y va aparejado a una disposición activa, práctica, expedita y eficiente que no es menos característica de este estilo de personalidad.” Los treses tienen una tendencia casi innata a la perfección; no saben hacer las cosas lo suficientemente bien. En esto pueden recordar bastante al eneatipo uno. De hecho, mucha gente se confunde entre el tres conservación o sexual y el eneatipo uno. El tres social se diferencia más fácil pues no suelen ser tan finos con temas morales y éticos como los unos.  Sin embargo, los otros dos treses tienen una rigidez, corrección y amor por la perfección que recuerda mucho a los iracundos. No obstante, hay matices que los diferencian. El uno, más allá de que la manifieste o no, suele sentir más rabia que el tres. El uno es más seco y no sabe camuflar lo que siente. El tres tendrá más tendencia a enmascarar lo que le pasa para que el otro le acepte. De hecho, al uno lo que piense el otro no le importa demasiado; si es correcto es porque él piensa que tiene que serlo. Sin embargo, el tres  quizás está deseando desmelenarse pero, si entiende que el otro prefiere mantener las formas, el vanidoso tenderá a reprimirse.

SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL

En cualquier caso, estas ganas de hacerlo perfecto, les quita energía y espontaneidad. Muchas veces, este gusto por la excelencia, va acompañado de una autoexigencia que nadie les ha pedido.  Nuestra amiga satera, Rebeca  Gómez, a quien tuvimos la suerte de entrevistar hace tiempo (ver aquí), comenta: “Somos Profesionales de todo: la novia profesional, la amiga profesional, la amante profesional, la trabajadora profesional. Querer dar esa imagen todo el tiempo es lo que me quita espontaneidad, autenticidad, lo que me pone rígida.  Siento a esa «profesional» como mi cárcel, como un armadura de la que no me puedo salir por miedo a dejar de ser la perfecta para el otro, por miedo a que se me vea la autenticidad y no guste. Y eso me ha llevado en mi vida a una dificultad en crear lazos de amistad auténticos, por que no me muestro ni me doy, solo doy esa imagen de mí que creo que es la que debo dar para ser querida. Y al ser falsa no cala en el otro. Y la realidad, aunque aún me cueste, es que si soy imperfecta soy amada y quizás más amada por que soy más real.” (Más sobre Rebeca Gómez  por aquí.) Ciertamente, puede resultar bastante contraintuitivo pensar que una persona de apariencia agradable y muy resolutiva pueda estar poniendo en juego cierta patológica de su carácter. Es una manifestación del ego que lo normal es que pase desapercibida e incluso se dé por buena.

 

En general, son demasiado fríos y son muy calculadores Miden mucho todo, también la distancia con el otro. No se fían demasiado y suelen estar prevenidos por lo que pueda pasar. Tampoco dejan que nadie se acerque mucho por si descubren que en el fondo hay mucho aire y son un fraude.  Llegado este punto, nos viene a la mente la canción de los Secretos:  “cómo explicar que me vuelvo vulgar cuando me bajo de cada escenario” Les cuesta la vida estar en el aquí y ahora y detrás de su máscara esconden una gran inseguridad. No es que el eneatipo tres no tenga valores; el problema es que los valores son de otros. Han tendido a identificarse con lo que otros sí valoraban, sin plantearse si, realmente, esto a ellos les encaja. Han sido personas que han sabido engañar muy bien al mundo y está demostrado que quien se maneja bien con la mentira hacia afuera también lo suele hacer hacia dentro; con lo cual, han tenido una gran dosis de autoengaño.

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En este sentido, Gonzalo Morán, apunta, “La palabra vano proviene del latín “Vanus” (vacío) y se define, según la Real Academia Española, como «sin ningún valor real, sentido o fundamento,” y esto describe gráficamente el gran dilema existencial de este Eneatipo, en la cual la cáscara de la personalidad se experimenta como lo sublime, ya que en su interior se sienten vacíos. Muy vacíos. Es justamente por esto, que el Tres enfoca su vida en tres pilares básicos: qué aspecto tiene o cuan atractivo y sexy es, qué logros ha obtenido y qué posee material o socialmente. Desde los lejanos días de su infancia, el individuo del eneatipo 3 se embarcó en una frenética agitación en busca del éxito, el status o el aplauso, lo cual devino en una constante lucha por el reconocimiento, el atractivo sexual, la riqueza y el brillo social. La pasión por el aplauso se convierte en un sustituto del amor y se podría traducir como una búsqueda de cariño a través del éxito social y profesional.” (ver post) Verse ahí es durísimo y sostenerlo más; así que cuando el eneatipo tres abre los ojos, el batacazo está asegurado. Por ello, la caída del tres es algo impactante y necesitan mucho cariño y apoyo. Cuando entienden que ya no necesitan hacer nada para agradar al otro, muchas veces se encuentran con que no saben ni qué hacer. Desde ahí, no ven nada, nada dentro y se quieren morir (no literal).  Curiosamente, los que hemos visto este proceso de caída del tres en un entorno terapéutico lo hemos “disfrutado” mucho, pues, desde ese no saber por donde les da el aire, se vuelven personas mucho más cercanas y vulnerables. Totalmente achuchables y gente con la que da gusto estar. Si un “tres caído” es capaz de llorar contigo, estás asistiendo a un momento casi mágico. Aún con todo, para el tres, reconocerse en esa nada es complicado; pero, es, sin duda, lo mejor que pueden hacer.

Pero en este “no hacer” se produce un dolor que muchas veces es demasiado fuerte, el alma se parte en dos.  Darse cuenta de su autoengaño es el primer paso para una vida con más sentido. Al igual que el eneatipo cuatro, el tres entra fácil en la comparación, y cuando se pone en ella, lo da todo para resultar el vencedor. En este sentido, a diferencia de los cuatros, no les gusta estar en el victimismo. Solo puede haber un ganador y, naturalmente, han de ser ellos. Por esta razón, tienen tanto “pique” con l@s DOSES; dos gallos en el mismo corral siempre ha sido un mal plan. Así que, si el tres y el dos no están muy evolucionados, mejor que no hagan demasiados planes juntos.

El cerebro de una persona que se identifica con el tres segrega más cortisol de la cuenta; de hecho, es el neurotransmisor más asociado a estados de estrés. Y, la realidad, es que el tres soporta mucha tensión interna. Por un lado, es muy exigente consigo mismo con lo que hay que hacer y, además, mantiene cierta tensión interna para ser reconocido constantemente. Todo ello le lleva a un estado de ansiedad constante. Ansiedad que normalmente ni detectan por su particular desconexión del cuerpo. 

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El eneatipo 3 en el trabajo:

El eneatipo tres tiene tendencia al onanismo egoico. Siente delirios de grandeza infundados y se olvida lo que es para aparentar lo que haga falta con el fin de ser reconocido. El reconocimiento puede venir del aplauso o simplemente puede ser una palmadita en la espalda por el trabajo bien hecho. Lo importante es que la mirada del otro siempre esté presente.

Si te interesa este tema tienes la descripción completa en el post de este mismo blog:

ENEAGRAMA Y TRABAJO (acceder).

 

La idea loca del eneatipo 3:

Su idea loca vendría a ser algo así como si yo me esfuerzo puedo con todo. Eso sí, y esto es más rocambolesco todavía, a poder ser que el esfuerzo no se note demasiado. Cuando entran en el proceso de crecimiento personal, llega un punto, un día, que termina siendo muy doloroso. Su carácter es como si fueran capas de cebolla. Quitan una y parece que han llegado a algo, pero ese algo nuevamente es falso y así van sucesivamente desenmascarando al personaje hasta llegar a la nada. Es el momento de contactar con su verdadero vacío y reconocer que su vida ha sido una gran mentira

El eneatipo 3 en el amor

En el amor suelen encontrar la crudeza de alguien que no se enamora de lo que realmente son ellos, sino de la imagen que con tanto ahínco han construido. En función del subtipo son más decididos en el contacto o menos. Los tres sociales son más de ir a por lo que quieren y los conservación se quedan esperando. Los tres sexuales lo dan todo en la pareja, para ellos es el centro de su universo. Descripción comenta de este eneatipo en el AMOR en el POST:

Tipos de amor en función de nuestra personalidad. El AMOR en los ENEATIPOS (acceder).

Y si quieres entrar con este tema todavía más a tope, echa un ojo a nuestro CURSO:

Curso ENEAGRAMA de las RELACIONES. Nivel 3 (acceder).

El eneatipo 3 frente al mundo.

Esta es una sección que desarrollamos en nuestro curso del Eneagrama de las relaciones. Si quieres saber más puedes echar un ojo por aquí. Y si quieres un ejemplo de cómo lo hacemos, te puedes ir al eneatipo 2 (ver aquí) y ahí vas a encontrar un vídeo que te puede gustar mucho.

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Testimonio eneatipo 3

«No tengo demasiados recuerdos de mi infancia. Fui un niño con entorno familiar estable y que cualquiera diría que tuve una infancia feliz. La realidad dista mucho pues la apariencia marcó en gran parte mi niñez. Mis padres trabajaban sin parar y no tenían mucho tiempo para nosotros. Mi hermano y yo competíamos por sacar las  mejores notas. Yo era el mayor y el más responsable de los dos. La frase que más repetía mi padre era «la única nota buena es un 10» y me acostumbré a ello.  Eso sí, si no ganaba o sacaba ese 10, lo pasaba fatal y, así, fui creciendo. Me hice el mejor del equipo de fútbol, y todos los profesores estaban encantados conmigo. Me portaba bien, no daba problemas y siempre destacaba. ¿Qué más se podía pedir? La realidad es que, mis padres eran muy distantes y nada cariñosos. Reñían entre ellos y nos decían que lo que pasa en casa no se cuenta fuera.  Yo repetí el patrón de mi padre. Seguí sus pasos al pie de letra. A los 18 años, abandoné mi pasión por el fútbol para ser médico como él. El mejor médico. Y así hice la carrera, sin demasiados vínculos y con un gran miedo a la vinculación afectiva con las chicas. Todo mi esfuerzo se enfocó en el ser el número uno de mi promoción, como lo fue mi padre en su día y lo conseguí. Recuerdo el día de la graduación con un vacío infinito. Algo me decía que tanto esfuerzo no valía la pena. Todos se fueron a celebrarlo, pero yo no. Yo me fui a casa con mis padres y ese mismo día tuve la sensación de estar viviendo una vida que no era la mía. Recuerdo que por primera vez en mi vida lloré sin descanso. No podía parar, me parecía todo ridículo y no sabía lo que me pasaba. Por suerte, un amigo me dijo que él estaba en terapia y que era normal lo que me ocurría. Al poco, comencé a conocerme mejor y reconocer estos patrones infernales que habían anulado una gran parte de mí. A partir de ahí, volví a la vida. El trabajo sigue siendo demasiado importante en mi vida; pero, a día de hoy, sé parar y tener tiempo para mis dos niños. Y lo más importante, les animo a disfrutar de la vida y les digo que las notas no son demasiado importantes. Algo que parece obvio, pero que a mí me arruinó la vida. Con mi mujer tenemos mucha tarea por delante. La parte más instintiva la tenemos muy olvidada y no sé cómo remediarlo. Pronto comenzaremos terapia de pareja y espero que esta parte del amor vuelva a tener su lugar. Un lugar que nunca fue muy importante, pero que, con los años, se ha ido difuminando. Es triste, pero es así. Aun con todo, hay un amor de fondo, un respeto y admiración que me dan esperanza en que esto todavía tiene sentido.» Pedro E.T

«Nací en una familia exigente, mi padre siempre esperaba lo mejor de mí y mi madre era muy perfeccionista. Desde pequeño sacaba muy buenas notas y si no tenía un 10 quedaba muy triste. Siempre fui un buen chico, obediente y responsable. Demasiado serio para mi edad. 

Cuando fui a la universidad, estudié Ingeniería y me obsesioné con ser el mejor del equipo de fútbol de la universidad. Entrenaba 4 horas todos los días. Más allá del entrenamiento del equipo, corría por la mañana y por  tarde iba al gimnasio. Me obsesioné con comer sano y no tomaba ni una cerveza con los amigos.  Esa obsesión me llevó a caer enfermo, me agoté tanto física como emocionalmente.

Con mi novia de aquellos tiempos era muy complaciente, siempre le daba todo lo que quería. Me gustaba gastar dinero en ropa, pero no alardear mucho. Después de terminar la carrera, entré en una gran ingeniería y trabajaba sin descanso, hasta que un día me desmayé. Ahí fue cuando decidí ir a terapia.

Las constelaciones familiares me ayudaron a sanar. Un año antes de yo nacer, mi madre había perdido un hijo y yo heredé su nombre. Que también era el nombre del padre de mi madre, mi abuelo. Esta persona murió muy joven y  todo el mundo decía que era el hombre más bueno del mundo. De alguna forma, esta carga de niño bueno, venía de ahí. De hecho, mi trabajo personal ha pasado por librarme de este san benito y ser más yo. Más yo también pudiendo ser un «un poco malo» cuando toca. Enfrentar el conflicto con la autoridad y no obedecer ha sido todo un reto.

Me di cuenta de que mi necesidad de ser el mejor en todo, también,  venía de mi padre y su presión constante, y de la perfección de mi madre. Con el tiempo, y más de un SAT, prendí a ser menos exigente conmigo mismo y a darme cuenta de que está bien no ser perfecto todo el tiempo.

Hace 5 años, conocí a Alma, una mujer maravillosa que me ayudó a encontrar un equilibrio en mi vida. Juntos construimos un hogar cálido y amoroso, y ahora estamos esperando un hijo. Me siento agradecido por tener una pareja que me apoya y por haber encontrado la tranquilidad que tanto necesitaba. No sé como se llamará, pero NO como yo.

A mis 40 años, miro hacia atrás y veo lo mucho que he crecido como persona. Ya no me importa tanto ser el mejor en todo, sino más bien disfrutar de cada momento. Aunque por momentos siento la auto-exigencia, me siento feliz y agradecido por mi vida y todo lo que he logrado hasta ahora.» D.C

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1.2 La infancia de los treses.

Acceder a la descripción en el post:
¿Cómo fue la infancia de cada eneatipo del eneagrama?

1.3 El eneatipo tres en la bionergética

Normalmente, tienen una herida de la infancia que se remonta a los dos/cuatro años (según autores). Pueden haber tenido también heridas previas de abandono y rechazo; pero, lo normal es que vengan luego los rechazos y la indiferencia. Por ello, muchas veces al eneatipo tres se corresponde con el psicopático controlador o seductor de la bionergética. Como hemos visto, el tres puede estar a tope tanto con la seducción como con el control. Por lo que hemos visto, a lo largo de los años, es cierto que puede haber más psicopáticos treses (también seises), pero para nada hay una correlación total. Hay algunos orales (sobre todo chicas) que también son treses, y muchos rígidos.  De hecho, hay veces que los rígidos obsesivos pueden ser unos, pero también treses. El tres es un eneatipo muy obsesivo con lo que ellos entienden que tienen que hacer.  A su vez, hay muchas rígidas histéricas que también son treses (aunque ciertamente hay más en el eneatipo dos).  Quizás no haya rígidos fálicos narcisistas (en mayor medida ochos o doses) y tampoco rígidos pasivo femeninos (en mayor medida sietes). Claudio Naranjo habla del tres como un carácter que tiende a la histeria (no la de los rígidos histéricos) y de los doses como un carácter histriónico. De todas formas, tienen un problema claro de expresión de la rabia. De hecho, muchos de ellos no son capaces ni de sacar la voz. Su nivel de corrección es tal que les deja mudos ante el mundo; por ello, soltar el control, dejar el cuello libre, menear la espalda, “bailar a lo loco”, expresarse incluso soezmente o dejarse estar en el placer (a veces el placer de no hacer nada) es clave para ellos. En cualquier caso, el tres tiene un carácter que está congelado y necesita relajarse y despreocuparse para sentir su verdadera esencia. Más sobre los caracteres de la bioenergética por aquí.

Pasión (tendencia emocional): Vanidad.
Fijación (pauta fija de pensamiento): autoengaño (prestigio) / complacencia.
Mecanismo de defensa: Identificación 

Muchos futbolistas, como el mismo Cristiano Ronaldo, los podríamos considerar como esforzados treses que buscan prestigio a toda costa

2 Los subtipos del eneatipo Tres

Los tres social disfrutan de estar hacia afuera, de ser el centro de atención y de su vida social, aunque sea de manera superficial, no les genera demasiado estrés. Sin embargo, al tres sexual y el conservación todo lo social le cuesta mucho. Lo pasan mal con el hecho de tener que relacionarse con el grupo. Y si tienen que ser el centro de atención les viene aquello de “tierra trágame”. No soportan la exposición aunque sea moderada; lo que para otro eneatipo es algo normal, en ellos genera mucho estrés. 

Si te interesa aprender en profundidad los tres subtipos de este eneatipo has de ir al post:

Los subtipos de los eneatipos. El eneagrama de los instintos.

y si quieres meterte de lleno en el tema, echa un ojo :

Curso – Taller ONLINE Eneagrama de los instintos

3 ¿Cuál es el camino de sanación del Tres?

A pesar de lo duros que hemos podido parecer con nuestras palabras de descripción del en eneatipo tres, en realidad, en mayor o menor medida, se pueden aplicar a casi cualquier eneatipo; es decir, tod@s tenemos un punto (o un mucho) de vanidad y la mirada del otro nos pesa mucho más de lo que nos gustaría. A un nivel cultural, vivimos en una sociedad muy de aparentar por lo que ir en la dirección contraria a lo descrito en este post nos hará vivir la vida con más autenticidad. El tres es muy de admirar. Evidentemente, no admira a todo el mundo, pero sí que el tipo de amor admirativo se le da bien. Tienen tendencia a idealizar. 

Eso sí, suelen admirar a gente que ellos reconocen que tiene un valor muy grande; algo que ellos añoran o gente que es un referente claro.  Sin embargo, les cuesta mucho estar en el amor admirativo al común de los mortales. Esto explica su dificultad para encontrar el amor, no solo en pareja, sino el amor por la vida en general. Con el amor erótico suelen tener una relación tempestuosa. Hay treses que sí se sienten libres y pueden darse al placer del encuentro con facilidad. Otros no tanto y se sienten muy castrados. Hay una sensación de que algo está haciendo mal cuando se deja fluir en lo erótico. La culpa suele ser una compañera de viaje que conviene darle el boleto de vuelta cuanto antes. Los treses forman parte del triángulo central del eneagrama y se relacionan con el seis (miedo) y con el nueve (pereza de sí mismos). El eneatipo tres puede ir a por lo mejor del nueve. Cuando el nueve está centrado, pasa de ser una persona que no se cuida ni a sí mismo a ser el mejor mediador del eneagrama. Esta cualidad tiene que ver con el dejar de hacer -que tanto le gusta al tres- parar y desde ahí ponerse en la piel del otro, no desde la confluencia, sino desde la empatía. 

Por otro lado, pueden integrar lo mejor del seis e intentar ser personas más auténticamente amigables. Sentirse parte del grupo como uno más es algo muy gustoso que se consigue cuando el tres ha recorrido buena parte del camino.  Cuando el seis tiene un recorrido en esto del crecimiento personal contacta con la valentía y es el eneatipo más leal que existe. Esto les viene a los treses como anillo al dedo. Dejar el control e ir a por lo que realmente les motiva en la vida, con una valentía segura, es lo que les dará un aplomo nuevo.  La creatividad y el arte también serán un gran camino de crecimiento del tres. Si, además, son capaces de hacerlo sin exigencia ya será una maravilla.  Cuando el tres es capaz de darle la vuelta a la tortilla y asumir que hay un cambio de paradigma en el que el ser es más importante que el tener o hacer, todo se vuelve más natural y se pueden producir relaciones más sanas. Lo que más claramente salva al eneatipo tres, es la meditación y parar con todo. Parar de pensar, parar de hacer; estar en la calma del no hacer. Desde ahí, sólo pueden pasar cosas maravillosas. En fin, que el camino de cualquier número, pero especialmente del eneatipo tres, pasa por ir directos al corazón  y contactar con su parte más tierna y cariñosa.

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Las VIRTUDES de los eneatipos del eneagrama.

El refranero de los treses:

No es oro todo lo que reluce. Vanidad de vanidades. ¡Todo vanidad! Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. El hábito no hace al monje. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Gula y vanidad, crecen con la edad. La mentira dura hasta que la verdad florece. La arrogancia es el disfraz de la bajeza. Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao. La verdad si no es entera, se convierte en aliada de lo falso. Siempre hay falsía en el mucha cortesía. La mujer del César no solo tiene que ser honrada, también tiene que parecerlo. (Post completo, aquí)

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Texto redactado por   Haiki

Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

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6 comentarios en “El eneatipo 3, la vanidad”

  1. Muchas gracias por este artículo.Súper completo y muy profundo. Gracias por aproximarnos al mapa de nuestro Ego. Gracias por la luz. Abrazo. Cris

    1. Gracias a ti, Cristina. Como ves, intentamos ir a la luz, pero primero dándonos una vuelta por la sombra. Mañana vamos con los ochos.

  2. Buenisimo. No habia manera de distingirme entre un 2sex y un 3 sex y con este post no me quedan ya (casi) dudas. Me describe a la perfeccion. Lo malo de ser un 3 caido es que no tienes recursos para sanar. Sabes que todo era mentira, que todo lo que has hecho es vivir la vida de otros, pero no sabes que es lo que quieres que sea la tuya.

  3. Hola, excelente artículo. Cuando un hombre me demuestra que siente algo por mí, se me va el interés por el. En el trabajo me sucede igual, cuando ya llegué al objetivo que quería, luego de esforzarme mucho e incluso tener que estudiar, pierdo el interés y ya estoy proyectándome en otra dirección. Es bastante agotador también, pero con todos esos logros soy feliz, o al menos eso creo. Cuando trabajo muchas horas sin parar, siento un vacío enorme. Y por otro lado sufro de mucho estrés al socializar.

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