El eneatipo 5, la avaricia

Hay eneatipos, como los doses, a los que se les ve mucho y otros que resultan casi invisibles, como los nueves o los cincos. Hoy vamos con uno de estos eneatipos que pasan más bien desapercibidos y que tienen una clara tendencia al aislamiento.

Son seres aparentemente adorables, delicados, inteligentes… buena gente. Inteligentes y a menudo grandes sabios. Y, visto así, ¿cómo va a tener algo malo este eneatipo? Pues sí, como iremos viendo, al igual que el resto de eneatipos, tienen sombra para dar y tomar. Si te apetece saber más sobre ellos, ya estás tardando en seguir leyendo.

Los que se aíslan del mundo

Demasiado frágiles y delicados.

1 Características generales del eneatipo Cinco

1.1 Rasgos de personalidad del eneatipo cinco.

Las ganas de soledad que, lícitamente, todos tenemos de vez en cuando, se terminan convirtiendo en una gran trampa para el eneatipo cinco. 

Pertenecen a la parte baja de la triada de la razón y como sus compañeros de viaje, los seis y sietes, darán mucha importancia a todo lo que tenga que ver con el conocimiento. Así, son muy mentales y tienden, a su manera, a ser muy avariciosos. El eneatipo cinco, como veremos, no recibió afecto directo en la infancia y esto se reproduce en sus relaciones ya de adulto. Con todo ello, su pasión por la avaricia va de la mano de su fijación por el exceso de autonomía. Esta avaricia no es material. El eneatipo 5 no necesita demasiadas cosas. Se conforma con poco.  Sin embargo, sí tiene una intensa avaricia intelectual y, en última instancia, vital.

Su mecanismo de defensa es el aislamiento. Es decir, son muy celosos de sí mismos.  Viven en una actitud emocional de retención. Se podría decir que ellos son yonkis de su propia apatía emocional.

Para ellos es fascinante observar la vida; otra cosa es pasar a formar parte de la misma. Tienen miedo de mostrar su fragilidad.  Se manejan bien el mundo abstracto y les cuesta estar en lo concreto. Montan su muralla y a la mínima se sienten invadidos. Son introvertidos y muy pudorosos. Estamos hablando de un carácter que, a diferencia de la intensidad de sus vecinos cuatro, parece que va por la vida de puntillas. Se suelen alejar de lo mundano y «real» y se enfocan en mundos más sublimes. Desde ahí, desde buscar lo más elevado, se olvida de lo terrenal e incluso desprecia las relaciones de tú a tú. 

El eneatipo cinco no piensa tanto en lo que no tiene como en no perder lo que sí tiene. Desde ahí se aferra a ello aunque objetivamente no sea mucha cosa. Desde ahí, renuncia a sus emociones y piensa ilusoriamente que desde la cabeza todo ira bien. Así, esta pasión por acumular saberes le va distanciando del mundo y ve que casi nadie es digno de hablar con él pues siempre habrá un abismo de conocimiento entre ellos.  Los avariciosos codician su conocimiento. Les gusta la sabiduría en sí misma y la acumulan. Son adictos al saber. De hecho, se les podrá ver en una conversación sobre un tema que ellos controlan muchísimo, pero si ven que el resto de interlocutores no están demasiado preparados, son capaces de no abrir la boca e incluso abandonar la conversación. Su fascinación por lo mental y desprecio de la emoción, también, les lleva a perderse muchos de los placeres de la vida. Podríamos decir que su existencia es presa de la  anhedonia; es decir, suelen estar en la incapacidad de disfrutar de las cosas agradables de la vida. Esta ausencia de búsqueda del placer (más allá del intelectual) puede ir desde la comida, al ocio o al sexo.

Como decimos, son avariciosos de ellos mismos. Mientras el eneatipo dos o siete, se pierden en sus ganas de compartirse, los supermentales cincos viven aparentemente felices en su atalaya intelectual. La realidad es que esta misma tendencia a no abrirse es la misma que les aparta de su tabla de salvación. El eneatipo cinco, tarde o temprano, descubre (o intuye) que, finalmente, también él necesita del otro. Cuando llega a ese momento es una shock absoluto pues se encuentra, como un niño pequeño, desarmado ante el mundo. Saben que el camino de vuelta a casa pasa por pornerse en juego y  practicar el altruismo y la solidaridad. En este punto conviene ir muy poco a poco; cualquier pasito será bien venido.

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Pero mientras tanto, defenderá a capa y espada su individualidad.

Un cinco siempre tendrá su refugio bien cerquita y podrá volver a él siempre que lo necesite; es decir, !!casi siempre!! Con ello, se le hará más sencillo evitar un compromiso / vinculo excesivo para el otro. Y lo que para un cinco es excesivo para un eneatipo dos puede resultar a broma. Es como si el eneatipo dos no viera los límites del otro y el cinco pusiera toda su energía en construir unos límites férreos para no sentirse invadido. Si a estos límites sumamos su adicción por el control y su miedo a contactar con el placer, nos encontramos con una persona solitaria y con una capacidad de goce muy limitada.

Como es de esperar, en los eneatipos cinco veremos mucho investigador, historiador o matemático.

La avaricia tiene que ver con  con acumular (en este caso conocimiento) y se diferencia de la codicia en que en esta última no hay necesidad de atesosar. El cinco es muy tacaño de él mismo, de su intimidad y también de su conocimiento. 
Estamos hablando de la pasión opuesta a la verdadera generosidad.

Cuando se lleva al extremo neurótico nos encontramos con una personalidad llena de racanería vital que tiene un punto mísero en su comportamiento. Mísero entendido como mis (falta) eros (amor). Son gente que no se pone en juego desde el amor erótico. Les cuesta mucho conectar con esta energía amorosa del juego y el placer en sí mismo.

Su cabeza les lleva a estar en otro tipo de interés y tienen la parte instintiva muy castrada.

Son introvertidos y tienen tendencia a teorizar todo.  En este sentido, Gonzalo Morán, apunta:

“(…) Los Cinco son extremadamente racionales, analiticos, poco expresivos y algunos hasta misteriosos (Greta Garbo es un buen ejemplo de este rasgo). Es muy difícil que se conecten o se abran a los demás , y si bien internamente son tremendamente hiper-sensibles, poseen un exterior frio y lacónico, debido a que desvían la atención de los sentimientos al pensamiento, a fin de observar las cosas de manera imparcial. Muchos Cinco parecen no tener emociones, estar secos y faltos de vita­lidad. Aunque pueden experimentar intensas emociones y tener mentes muy activas y penetrantes, muestran muy poco de su mundo interior a los demás. Yo llamo a esta fisonomía del Cinco aspecto de «Yogur Descremado«, (término que me «tomé prestado»de unos seminarios de Coaching Ontológico) ya que sus caras raramente expresan algo”.

(ver post)

La discreción es su bandera y pueden tener un punto estoico.

En el contacto físico van a estar siempre incómodos. Vaya, que no tienden a compartirse demasiado y si pueden los ves encerrados en su cueva tan ricamente. 

Esta avaricia no es rollo Tío Gilito, está más conectada con “lo mío es mío”. Una especie de tacañería excesiva. No son gente de acumular cosas lujosas, ni mucho menos hacer exhibición de ellas

Piensan que si dan se quedarán sin nada.

Los límites son muy importantes para ellos y se pueden sentir invadidos con facilidad. 

Son bastante ermitaños. Es más, muchas veces, con muy poco son muy felices. 

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Un eneatipo cinco no te dará cancha a no ser que tenga muchísima confianza contigo, e incluso en este caso, lo normal es que sea por un periodo limitado de tiempo. 

Es decir, les cuesta mucho relacionarse y, normalmente, al poco tiempo ya se sienten saturados. 

En un momento dado, también pueden jugar a hacer sentir al otro un tanto estúpido.

A su vez, en su huida del mundo, con el tiempo, pueden contactar con un vacío inmenso.

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Las demandas emocionales del otro, las verá como una pesada carga y, aunque sí te pueden prestar atención, les cuesta estar en la empatía auténtica.

Como luego veremos, en función del subtipo, este aislamiento puede rozar lo patológico.

Lo que a otros eneatipos les vendría muy bien, como por ejemplo a más de un siete, a los cinco les puede llevar a una soledad extrema. Ciertamente, al principio pueden disfrutarla; pero, con el tiempo y el crecimiento personal, comienzan a entender que si no se ponen en juego desde la relación con el otro, no podrán completarse como personas. 

En este sentido también son los grandes meditadores del eneagrama. Lo que al común de los mortales le cuesta mucho, a ellos les sale natural y pueden ser estupendos profesores de meditación o mindfulness.

También se mueven como pez en el agua en el mundo del yoga. Todo lo que sea mirar hacia adentro se les da muy bien. Por ello, conectan con una delicadeza increíble. De hecho, muchas veces no es que no sientan, claro que pueden sentir (aunque no con la intensidad de un cuatro o u un dos), pero les resultará muy complicado expresar estas emociones. Desde ahí pueden ser muy frágiles, como si el mundo fuera demasiado fiero para ellos y necesitaran protegerse. Esta fragilidad les hace tener la piel muy fina y no recibir con normalidad comentarios críticos u opiniones contrarias a su férreas convicciones. Como sus vecinos los seises, conectan con facilidad con el miedo y estos temores les reafirma en su aislamiento del mundo.

Aun con todo, en general, y a veces casi a su pesar, son gente bastante achuchable y que generan cierta ternura.

Comparten con sus vecinos de la parte inferior del eneagrama, los cuatros, la timidez extrema y algunas veces, también la vergüenza. Ambos están en la carencia, pero la de los cuatros es carencia húmeda y la de los cinco carencia seca.

Algunos cincos, con más energía y con un fuerte sentido ético, por momentos, podrían recordar al eneatipo uno. Aunque cuando rascas un poco, se ve que el uno real está más en la acción y el cinco sumido en su mundo racional. Además, al cinco le cuesta conectar con la rabia, su enfado, cuando lo siente, es mucho más sutil. 

El uno ve la rabia; luego, la expresa o se la come, pero la siente claramente.

También conviene recordar que el eneatipo 5 se centra y se descentra en el siete y en el ocho. La salida al siete parece más intuitiva, pero con el eneatipo ocho, a veces, no es tan claro el tema.

En palabras del maestro Claudio Naranjo: «El Eneatipo 5 es lo más opuesto posible al carácter confrontativo, impulsivo, bruto y agresivo del lujurioso y rebelde Eneatipo 8 y, sin embargo, cabe comprender el apartamiento de la gente y del mundo como una forma alternativa de expresión de la venganza, como una decisión vengativa de no dar amor de uno a los demás y un deseo vengativo de borrar a los otros del mundo interno.»

También, es importante señalar algunas diferencias que vemos entre el eneatipo cinco y en eneatipo uno. En varios de nuestros talleres hemos visto gente que anda dudando entre estos dos eneatipos que, de partida, no parece que tengan tanto en común.

Por ello, parece conveniente volver a rescatar a Claudio Naranjo:  «el eneatipo I es exigente, mientras que el eneatipo V procura minimizar sus propias necesidades y demandas y es propenso a dejarse llevar de acá para allá por un obediencia compulsiva. Aunque ambos eneatipos se caracterizan por un fuerte superego, son, respectivamente, como policías y ladrones, porque el iracundo se identifica más con su ser idealizado congruente con su superego, mientras que el avaricioso se identifica con su subpersonalidad abrumada y culpable, que es objeto de las exigencias superegoicas.  La polaridad entre desapego patológico y el apego de la retención constituye un eco de la polaridad entre ira y virtud compulsiva supercivilizada presente en el eneatipo I. En el eneatipo V la necesidad está profundamente oculta en su psiquis, oculta tras un velo de indiferencia, resignación y estoica renunciación».

Con ello, el eneatipo uno sí que quiere dar al mundo, quiere dar su verdad e incluso ser el líder de su movimiento ético. Mientras tanto el eneatipo cinco contacta con su mezquindad y, desde su neurosis, lo que más quiere que le dejen en paz. Desde ahí, se va olvidando del mundo y abandona las relaciones (muy parecido al carácter esquizoide de la bioenergética).

Por terminar esta comparación, podemos decir que el cinco tiende a la indiferencia, mientras que al uno sí le importa, a su manera, el mundo.

El miedo del Eneatipo 5: El temor a ser invadido

Temen: ser invadidos por el otro. Tienen una herida gigante en el rechazo; así que, para ellos los más lógico es no exponerse.

Este miedo a que les vean su inmensa sensibilidad les hace ir a su bola y meterse en un mundo normalmente lleno de conocimiento. Su habitual aislamiento les va minando poco a poco y, al final, llegan al conflicto de que necesitar al mundo y, a la vez, tener un miedo atroz a ser dañados.

Les da terror que el mundo les vea como inútiles o incompetentes. Huyen de la ignorancia.

Pasito anti-miedo: Comenzar a compartir un poco de lo mucho que sabe. Practicar el contar sus cosas a gente de confianza. Y, sobre todo, ver cómo puede sacar la cabeza un poco al mundo.

Deseo egoico del Eneatipo 5

Construir un muro entre ellos y el mundo. Desean acumular mucho conocimiento.

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El eneatipo cinco en el Trabajo

En el trabajo buscan cierta seguridad. Valoran que se les trate con corrección y sobre todo que se les deje ir a su aire. No tienen tendencia al puestos de mando y tampoco a asumir demasiadas responsabilidades.

Necesitan puestos de trabajo en los que puedan poner en marcha su inmensa capacidad intelectual y si les permiten profundizar en un tema, mejor que mejor.

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El eneatipo cinco en el amor:

En el amor no quieren agobios. Valoran su independencia por encima de todo. Recordamos que la pasión del cinco no es tanto la avaricia en sí misma, como la avaricia de sí mismos. Con ello, se van a su cueva y, aunque en el fondo sí tengan ganas de amar y ser amados, ellos mismo se lo ponen muy difícil. A mayor aislamiento,  menos probabilidades de entrar en contacto con otras personas; así que, aunque sólo sea por probabilidades, menos oportunidades de que les pase algo en terrenos amorosos.

Descripción comenta de este eneatipo en el AMOR en el POST:

Tipos de amor en función de nuestra personalidad. El AMOR en los ENEATIPOS (acceder).

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El conocimiento en el eneatipo cinco:

Aprenden tanto y tan rápido que se pueden convertir en verdaderos expertos de muchas áreas de conocimiento.

Pueden ser bastante indiferentes con el mundo. De hecho, en lo social se sienten torpes y, por ello, no hacen ningún esfuerzo por integrarse.

Se puede decir que hay una especie de altanería intelectual en la que ellos se saben siempre superiores

Incluso, en una conversación, pueden ser conscientes de que con sus argumentos racionales podrían hacer ver al otro que está en el mundo de la fantasía, pero prefieren callarse y pasar del tema. Para ellos parecer que tienen razón no es importante; en el fondo, ya saben que la tienen.

Es como si no les diera la gana de hacer este pequeño esfuerzo de ponerse al nivel del otro y, desde ahí, dialogar. Por ello, al cinco le sienta tan bien pasar a ser uno más y expresarse con naturalidad. 

Normalmente, su mundo intelectual es bastísimo; son lectores incansables.

Su idea loca puede ser así: “No necesito de nada ni de nadie, con mi intelecto me basto y me sobro”.

Detrás de esta autosuficiencia hay bastante mezquindad (antítesis de la generosidad).

Pero, tanto conocimiento ¡¿cómo no podía ser bueno?! Como todo en la vida, cuando nos vamos al extremo puede tener consecuencias negativas. Una de ellas es que se olvidan de otros mundos que también son necesarios. 

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Aunque la personalidad de Beth Harmon, protagonista de la fantástica serie de Gambito de dama, es bastante compleja, quizás podríamos ubicarla en el eneatipo 5. Eso sí, mucho más competitiva de lo habitual para las personas de este subtipo, pero, con las mismas dificultades de estar en en mundo que ellos.

El orgullo en el eneatipo cinco.

Detrás de una aparente humildad, desde no meterse con nadie, desde ser bastante neutrales, el eneatipo cinco esconde una buena dosis de orgullo. No es un orgullo aplastante como el del eneatipo dos. Es un orgullo que está basado en que el otro no es digno de que ellos les compartan todo lo que saben. 

Es más, incluso cuando van a terapia, no les vale cualquier terapeuta; tiene que ser alguien a quien, previamente, haya puesto en un pedestal.

En cualquier caso, no deja de ser un delirio de grandeza.

El eneatipo 5 frente al mundo.

Esta es una sección que desarrollamos en nuestro curso del Eneagrama de las relaciones. Si quieres saber más puedes echar un ojo por aquí.

Y si quieres un ejemplo de cómo lo hacemos, te puedes ir al eneatipo 2 (ver aquí) y ahí vas a encontrar un vídeo que te puede gustar mucho.

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Testimonio del eneatipo cinco:

«Siempre pensé que mi infancia había sido correcta. No eché nada en falta.

Me parecía que había tenido lo que habían necesitado: principalmente acceso a mucha cultura.

Desde niño me apasionó tocar el violín. Fui una especie de niño prodigio de este instrumento. 
Antes de comenzar el conservatorio tenía un gran dominio del instrumento. 
Pasaba horas y horas tocando mientras mis hermanos jugaban al fútbol.
Posteriormente, me pudo al presión y no duré mucho en el conservatorio. Lo que comenzó como un placer se volvió una obligación y terminé por dejarlo. 
Mi otro gran refugio fueron los libros. Yo era el típico niño introvertido que le costaba socializar.
Durante años se metieron conmigo y con mis gafas. Cuatro ojos era lo más bonito que me llamaban. Yo no le daba importancia y tampoco lo contaba en casa. Supongo que hoy a esto le llaman bullying y se toman cartas en el asunto. En mis tiempos intenté pasar lo más desapercibido posible y si se metían conmigo, directamente desaparecía.
De hecho, me hice un experto en pasar desapercibido.
En el colegio me aburría como una ostra. Supongo que hoy sería diagnosticado con altas capacidades y todo habría sido diferente. Sin embargo, por aquellos años lo que daban en clase lo aprendía rápido y yo siempre quería más; así que, mi nueva cueva fue la biblioteca de al lado de casa. 
Allá era feliz. Mil libros de aventuras se fueron almacenando en mi mesa. Soñaba con ser un científico que descubría algo importante. 
Durante mi aséptica adolescencia diagnosticaron cáncer a mi madre. Ella lo pasó muy mal y si ya era una mamá bastante esquiva a partir de entonces, se fue evaporando. Pasó muchos meses en cama. Yo creo que tuvo una gran depresión durante muchos años y jamás fue afectuosa con nosotros. Esto es lo que he ido viendo con los años y el trabajo personal. Ahora entiendo que mi dificultad con dar afecto fue la falta de maternaje. 
Mientras tanto mi padre siempre nos trató correctamente, pero también de manera muy exigente. El trabajaba mucho y yo crecí un poco dejado de la mano de Dios.
Digamos que fui muy autónomo y no daba problemas. Así llegue a la carrera de medicina y aunque entonces no lo sabía, mi principal objetivo era encontrar algo que curase a mi madre. Durante estos años solo tenía en la cabeza conseguir una buena beca, sacar buenas notas y sumergirme en las enseñanzas de profesores que me maravillaron. 
No salí demasiado por las noches y cuando lo hacía era para acabar fatal.
No tenía termino medio. Durante el último año de carrera hice buenas migas con un grupo del club de ajedrez. Eran bastante juerguistas y yo le cogí el gusto a la noche. Fue un año de bastantes excesos y eso hizo bajar mis notas estrepitosamente. También, cuando bebía me ponía bastante violento y eso me llevó a dos o tres peleas nocturnas. Mejor no recordar cómo acabé. 
Por suerte, conseguí terminar la carrera y hacer el MIR.
Nuevamente, centrado en los estudios y el trabajo, dejé de salir por la noche, pero me obsesioné con sacar nuevamente muy buenas notas. Enfermé, perdí 10 kilos y también yo entré en una ligera depresión.
Como otros muchos médicos, no fui un buen paciente. Fumaba como un carretero y mis ritmos nocturnos estaban totalmente alterados. No dormía bien y me desvelaba muchos días a las 3 de la noche. Lo pasé fatal. El insomnio era agotador. 
Recuerdo dos noches seguidas sin dormir y trabajando como un loco durante el día. 
No sé como no enfermé todavía más.
En esta etapa murió mi padre y esto fue el golpe que terminó de dejarme sin fuerzas. Quedé al cuidado de mi madre, que seguía muy mal de salud, mientras mi propia salud se iba deteriorando por momentos. No tenía ni 30 años y parecía un señor mayor. 
En el hospital me atendían mis colegas y me daban un trato de favor; pero, ni aun así, levanté cabeza. Mi automediqué y comencé a tomar muchos ansiolíticos. 
Y cuando todo parecía perdido, apareció en mi vida un ángel que me algo vio en mí que ni yo mismo terminaba de ver. La que hoy es mi esposa me fue sacando poco a poco a  la vida o por lo menos hizo lo necesario para que yo me pusiera las pilas y comenzase a cuidarme un poco. De hecho, había vuelto a consumir bastantes pastillas de todo tipo y fue un reto dejarlas. 
Pasé unos meses terribles, pero, con su ayuda, me fui poniendo de nuevo en la vida. 
Dejé de ser el único cuidador de mi madre y me apunte a yoga. Estas dos decisiones fueron clave para que volviera a mí. Más adelante dejé de fumar (lo mejor que he hecho en mi vida) y comencé a trabajar en un horario normal. Sigo leyendo como un loco y siempre que puedo me voy a comprar libros de segunda mano. Ahora, me concentro en los libros de desarrollo personal y si encuentro alguna joya de Claudio Naranjo por 3 euros soy el hombre más feliz del mundo. También compro discos de segunda mano a estos precios y tengo una colección maravillosa. 
Volver a la música también ha sido otra medicina mágica. De hecho, ahora hasta estoy bailando. Bueno… bailando por decir algo. Me muevo como puedo intentando seguir el ritmo. Al principio pasé mucha vergüenza, pero durante más de un año he estado en Río abierto y ha sido un antes y un después. Ahora también voy a algún Ecstatic y los disfruto mucho. 
Mi vida esta resurgiendo y ya son tres años de ir a terapia puntualmente cada lunes. Me siento comprendido y aunque me cuesta conectar con mis emociones, comienzo a conectar con mi hasta ahora abandonado cuerpo.
En fin, que este resurgir está siendo increíble. No tengo ni idea de qué me espera, pero he comenzado a aceptar lo que viene. A comprender que soy frágil y sensible; pero que esto no es excusa para alejarme del mundo. El mundo es complejo; pero también el contacto humano me está dando mucho. Sé que mi camino de crecimiento no está en los libros. Mi camino pasa por abrir el corazón y dejarme tocar por el otro. Diría que la palabra calve es confiar. Confiar en mí y en los otros. No es fácil pero lo voy a intentar.
A.E.C.

«Ser independiente es algo elogiado en este mundo. Lo malo es cuando la independencia se confunde con aislamiento, cuando las necesidades reales se confunden con carencias, y cuando a los niños desde muy temprana edad se les enseña a ser independientes cuando claramente no es el tiempo correcto, ocasionando traumas innecesarios. Mi mamá me decía “tú de bebé no dabas lata”. La primera impresión es que yo era un bebé que no lloraba; por lo tanto, era un “bebé bien portado”. Reflexionando un poco más, me pregunto ¿cómo es posible eso? ¿Cuál es el concepto de un “bebé bien portado”? ¿Existen bebés malos? ¿Por qué llorar hace a un “bebé mal portado”? Llegué a una epifanía importante y comprendí cómo es que yo de bebé había aprendido a cambiarme el pañal yo solito. Esto claro que es una broma, para disfrazar  el dolor que hay debajo, y es lo que escribo a continuación. En terapia bioenergética, al ver las heridas de la concepción y el nacimiento, supe que eso de “no dar lata” se traduce en no llorar, y no llorar se traduce en “el bebé no necesita mucho”. Y eso, a lo largo de mi vida, se trata de no: ver, reconocer, poner atención, validar, satisfacer y un largo etcétera, mis propias necesidades y verlas lo suficientemente importantes como para comunicarlas. Comencé a ver toda mi vida y las fichas de domino cayeron una a una, siendo cada ficha un acontecimiento en diferentes etapas de mi vida: no pedir de comer cuando tenía hambre (claro que no siempre), no expresar mi ultraje e indignación cuando me sacaron de la escolta de la escuela, no expresar descontento a la maestra porque realmente no me gustaba el nuevo lugar que me asignó, nunca levantar la mano para nada pues prefería luchar desde el llano, en invisible, solo ser notado por las buenas calificaciones, no hacer nada por expresar cuando una niña me gustaba. Es como si, sistemáticamente, mis deseos y mis necesidades eran algo que no importara, no pensaba en “no lo merezco” ni nada de esas cosas que tanto dicen por ahí y cuando hoy me lo dicen, no me ayuda en nada saberlo. Anestesiándome en cada paso, en un largo entrenamiento me hice experto en desaparecer y en refugiarme en la cabeza, en ser independiente y satisfacer mis propias necesidades, en ser observador, siendo el mundo un lugar de observación que puede ser fascinante siempre y cuando las cosas puedan ser explicadas. Al no ver mis necesidades y mis propios deseos, desaparezco incluso para mí mismo. ¿Cómo iba a cumplir mis sueños si yo me desaparezco para mí mismo? No me puedo ver a mí mismo realizándolos. Satisfacer mis necesidades ha sido un camino largo; darme cuenta de ellas, nombrarlas, hacer lo que tenga que hacer para satisfacerlas, trabajar por ellas, significa que tuve que dejar de desaparecer, tuve que exponerme al rechazo al pedir algo, pues en cada petición se concede el derecho a decir “no” a lo que pida. Tuve que decirle a la vida “tengo hambre de conexión”. Levantar la mano para ser visto y decir “yo necesito. Yo puedo ayudar. Yo quiero. Yo existo!!” Después de años de terapia, sé que las necesidades no son dependencia, sé que eso de no necesitar a nadie no sólo es imposible, sino que no es real. Ahora sé, que si las necesidades infantiles no fueron satisfechas, en la edad adulta se van convirtiendo en demonios, y cuando, por fin, son satisfechas en trabajos terapéuticos y espirituales, surgen las necesidades adultas como una forma de expresión de la creatividad desde el corazón y el núcleo del ser. Cuando se satisfacen de forma orgánica, también se recibe mucho, y que la satisfacción (más no el conformismo) es la forma de darme cuenta que voy en el camino correcto»

Andres Olivera

SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL

«Nada más nacer me tuvieron que tener casi dos semanas en cuidados especiales. Fue un parto muy complicado y los primeros meses de mi vida los pasé llorando. Seguramente, lloré tanto que luego ya no me quedaron lágrimas que derramar. Mi madre era una persona cuidadosa, pero con otros tres hermanos la atención que ponía en mi era más bien escasa. Mi padre era persona muy brusca que siempre estaba trabajando o en el bar. Tenía problemas con el alcohol. Nos trataba mal. Me ha costado más de dos años de terapia reconocerlo; pero, no fueron personas cariñosas con nosotros.  Mi infancia transcurrió intentándome ocultar del mundo. Desde muy pequeño, me preguntaba cosas muy profundas. Me refugié en el cariño de mi abuelo que me contaba historias de extraterrestres y, a mí, aquello me parecía lo mejor. Cuando yo tenía 11 años mi abuelo enfermó de cáncer. Ese verano me mandaron de vacaciones con unos tíos. No pude despedirme de él. Era lo que más quería y aun hoy lo recuerdo con nitidez. Tenía una fuerza enorme y con una sola mano me levantaba y me zarandeaba. A su lado me sentía querido y protegido. Esa sensación ya no la volví a encontrar a pesar se seguir buscándola toda mi vida.

El el colegio sacaba muy buenas notas eso me permitía que mis padres no me renegaran como a mis hermanos. Mi único contacto con el mundo fue el club de ajedrez. Desde el principio, se me dio muy bien este juego aunque en los campeonatos me ponía muy nervioso y bajaba mucho el nivel. Aun así, fue mi gran refugio durante la adolescencia. Finalmente, llegué a jugar a un nivel muy alto y aun hoy es algo que me da mucha vida. No salía demasiado por las noches y me agobiaba mucho la música alta, botellones y excesos de los amigos. No jugaba al fútbol -como casi todos mis amigos y conocidos- y no quería saber nada de chicas. Nuevamente, me ponía de los nervios cuando alguna chica me hablaba. Así, pasé la adolescencia y, por aquel entonces, ya contactaba con una sensación de incomprensión grande. Como si este mundo no fuera para mi. Desarrollé un mundo espiritual que no era capaz de compartir con nadie. Mis hermanos se reían de mí, mis padres me ignoraban y en instituto también pasaba desapercibido. Me sentía como una especie de fantasma en la tierra.

Por suerte con 18 años pude estudiar Filosofía y letras y disfrutar mucho con las asignaturas. Encontré más frikis como yo y, por fin, me sentía parte de un grupo. Pequeño grupo, pero grupo al fin y al cabo. No tardó en aparecer el yoga en mi vida y esto fue un antes y un después. Me fascinó el tema de la meditación y estuve con 10 años aprendiendo mucho. A los 30 años me lancé con mi proyecto personal de profesor de yoga y meditación y fue el mayor acierto que he tenido en mi vida.  Así, también, me he vuelto una persona más sociable y veo que el mundo no es tan terrible como imaginaba en la adolescencia.

He tenido varias parejas, pero con todas repito el mismo patrón. Al principio va muy bien, hay mucha complicidad, pero con el tiempo el fuego se apaga y la relación se transforma en una especie de hermanos o grandes amigos. Si paso mucho tiempo con la misma persona, me agobio mucho. Necesito contactar y también retirarme. En cualquier caso,  la pasión se evapora rápido. No consigo comprometerme de verdad, entregarme en el amor y tengo muchos miedos. También me acompaña la sensación de que no estoy a la altura en la parte más sexual. Hay un freno interno que no me deja conectar con una parte más instintiva. Hace unos meses hice un taller de Tantra y parece que algo se ha movido en este terreno. No sé. Siento que hay mucho que descubrir. En el fondo,  hay un miedo a que me descubran, a que me conozcan en mi fragilidad. Es un miedo y un deseo que van de la mano. No sé cómo acabará todo, pero, ahora, tengo fe en un buen futuro.»

C.A.

 

1.2 infancia de los cinco.

Acceder a la descripción en el post:
¿Cómo fue la infancia de cada eneatipo del eneagrama?

1.3 El eneatipo Cinco en la bionergética.

Muchos cincos son esquizoides, aunque no necesariamente todos los esquizoides son cincos; en cualquier caso, es uno de los caracteres que mejor cuadra entre la bioenergética y  el eneagrama. Aunque dicho esto, hemos conocido más de un cinco que, aunque quizás tuviera algo de heroica esquizoide, era otro carácter.

En el caso de los esquizoides, como ya hemos contando en otros post, coincide con físicos muy alargados – como si toda la energía se hubiera ido a la cabeza-, con brazos y manos estiradas. Suelen tener mucha tensión acumulada.

La desconexión con la emoción es clara y también el miedo a ser abandonados o rechazados. Les cuesta saber lo que están sintiendo e incluso pueden tener problemas para concretar las emociones que sí afloran; es decir, se produce una disociación. Este problema les puede llevar, en casos extremos de neurosis, a estar llorando y negar que están llorando.

Varios ejercicios/dinámicas de bioenergética son especialmente adecuadas para este carácter.

Son gente que ha dedicado poco tiempo a cuidarse físicamente, pues han invertido toda su energía en su mundo intelectual.

Más sobre los caracteres de la bioenergética por aquí.

Pasión (tendencia emocional): Avaricia.
Fijación (pauta fija de pensamiento): Desapego (autonomía) / Mezquindad.
Mecanismo de defensa: Aislamiento (huida).

Por aquí nuestro compañero satero explicando el cinco de maravilla:

2 Los subtipos del eneatipo cinco

Aunque en principio no hay un subtipo que «desentone» del resto, el cinco social puede sorprender, en un momento dado, porque, no sin esfuerzo, puede salir al mundo y compartir su inmenso saber con más contundencia que los otros subtipos. Aun así, nos nos encontramos un contra-número tan claro como en cada subtipo de la triada emocional. De tener que elegir uno, podríamos apostar por el cinco sexual ya que tiene un punto emocional que le diferencia de sus compañeros sociales y conservación.

Si te interesa aprender en profundidad los tres subtipos de este eneatipo has de ir al post:

Los subtipos de los eneatipos. El eneagrama de los instintos.

y si quieres meterte de lleno en el tema, echa un ojo :

Curso – Taller ONLINE Eneagrama de los instintos

3 ¿Cuál es el camino de sanación del cinco?

Como veíamos con los treses, el camino de sanación del cinco pasa por bajar al corazón y dedicarse tiempo para estar en el amor.

También pueden llevar al extremo su facilidad para la meditación y, desde ahí, llegar a mundos espirituales muy ricos.

Muchas veces, han vivido desconectados de su cuerpo y volver a cuidarlo será un gran plan. Tan sólo ponerse a hacer deporte y cuidar la alimentación, muchas veces, ya es toda una hazaña.

Si son capaces de cambiar su ansiada avaricia por el desapego, nos encontraremos con ese ser luminoso que el mundo necesita cada vez más. Por eso al cinco le sienta muy bien ponerse en la generosidad, aunque, como la de los doses, sea falsa. Tan sólo hacer el ejercicio de dar sin esperar nada a cambio ya es un paso de gigante.

Aunque les cuesta mirar al ocho, cuando lo hacen, pueden pillar de ellos esta energía y rapidez que tienen. Así, pueden poner su mundo intuitivo en juego y ser mucho más claros con lo que quieren (y no quieren) en su vida.

Desde ahí podrán expresarse con más vehemencia e incluso contactar con la rabia.

Por otro lado, el cinco ha de mirar al siete, aunque sólo sea por compensar. De ellos, podrán aprender a estar más hacia fuera y ponerse en juego desde una parte más divertida y juguetona. De hecho, en el proceso SAT se termina viendo a muchos cincos que por momentos parecen sietes. Luego, se les pasa, pero ese rato de “sietear” es muy sano para ellos.

Entrar en contacto con el placer (más allá del placer intelectual) es un buen camino para los cincos.

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El refranero de los cincos:

La avaricia rompe el saco.

La avaricia y la ambición, congelan al corazón.

La palabra es plata y el silencio es oro.

Más vale estar solo que mal acompañado.

El saber no ocupa lugar.

Saberse la cartilla.

Un pozo de sabiduría.

En boca cerrada no entran moscas.

A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Cada persona es dueña de su silencio y esclava de sus palabras.

Huye de la multitud si quieres tener quietud.

(Post completo, aquí)

https://haiki.es/2014/08/dichos-y-refranes-aplicados-al-eneagrama/

 

Texto redactado por   Haiki

Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

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2 comentarios en “El eneatipo 5, la avaricia”

  1. Gracias! Me costo 47 años encontrar esta descripción tan acertada sobre mi. Estoy jodido. Hasta ahora, nadie pudo ayudarme. Psicólogos, psiquiatras, reikistas, naturólogo, médicos, biodecodificacion, etc. Lo peor es que siendo asi, ni siquiera pude ir a la universidad a estudiar ciencia. Todo desde casa. Ahora que lo tengo clarísimo intentare mejorar de alguna forma. Excelente articulo. Saludos!

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