¿Quién es el eneatipo que más sufre de todo el eneagrama? El cuatro. ¿Y qué gana con tanto dolor y lamentación? Mucho más de lo que pudiera parecer. Si no te lo crees, ven con nosotros y te lo contamos.
Eso sí, si estás esperando leer un texto de color de rosa sobre el cuatro, en el que te contemos que son unos artistas y que siempre tienen un corazón maravilloso, no estás en el sitio adecuado. Aquí, nuevamente, vamos a intentar poner luz para desvelar la sombra del cuatro. Los cuatros son los especialista en la envidia. Gente que se compara, pero habitualmente lo hace por los bajines. Vamos al lío.
…
La envidia de los sufridores: adictos al drama.
Los que se comparan y pierden
1 Características generales del eneatipo cuatro.
1.1 Rasgos de personalidad del eneatipo Cuatro
Al igual que en el eneatipo dos, hay muchas más cuatros chicas que cuatros chicos; así que, si te parece bien, pasamos a hablar en femenino.
Con las cuatro llegamos al final de la triada de la emoción y, como ya fuimos viendo, aunque la triada se llama así, quizás sería más correcto llamarla triada sentimental. Es decir, son eneatipos que están en el dar y recibir amor.
Amor o los simulacros que los humanos nos inventamos para sustituir al verdadero amor.
En cualquier caso, gran parte de su existencia gira en torno a las relaciones amorosas que, en gran medida, vivirán con mucha intensidad y poco sosiego. Suelen estar en una montaña rusa emocional que tiene más bajos que altos. Las doses también la viven pero con más altos que bajos.
Las personas E4 suelen estar más en el drama y tienen tendencia a anticiparse al rechazo del otro, rechazándose ellas antes.
El eneatipo cuatro vive en la pena y, por lo tanto, necesita compararse por abajo como el comer. Su pasión es la envidia y una de sus fijaciones más claras es la falsa carencia. Necesitan, de alguna forma, ser dependientes del otro. No es una dependencia, como en los treses, del aplauso, sino del ser la persona elegida y que el otro le dé mucho.
A diferencia del eneatipo dos, nuestros pesimistas normalmente son bastante introvertidos y tienden a la agonía. Se suelen sentir humillados y creen que el mundo está contra ellos.
Por otro lado, su queja y demanda constante alimenta en los otros la necesidad de protegerles desde la omnipotencia.
Les cuesta estar en el mundo sin compararse (y perder).
Los envidiosos tienen como buque insignia el ANHELO de una vida mejor. Una vida que un otro sí posee y él o ella quiere. Hay un deseo demasiado fuerte de tener lo que no tiene. Y este tener tiene más que ver con lo vital que con lo material.
Necesita mucha atención y suele sentirse incomprendido.
SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL
Sus mecanismos de defensa estrella son la introyección y la retroflexión.
En términos bionergéticos hay una oralidad compulsiva. Esta idealización le lleva a una constante frustración. Necesita ocupar el papel de víctima y, muchas veces, son personas que se encuentran metidas en relaciones de abuso hacia ellas.
Pena de mi corazón
Que me corre por las venas, pena
Con la fuerza de un ciclón
Es lo mismo que un nublado
De tiniebla y pedernal (…)Yo no quiero flores ni dinero ni palmas
Quiero que me dejen llorar tus pesares
Y estar a tu vera, cariño del alma
Bebiéndome el llanto de tus soleares
Me duelen los ojos de mirar sin verte
Reniego de mí
En el blog de SandraEneagrama podemos leer: «El eneatipo 4 no puede evitar sentir océanos de intensidad en las pasiones imposibles. Su interpretación de lo hermoso casi nunca da la espalda a lo amargo, al contrario, se sumerge en sus cálidas aguas de lágrimas derramadas. Siente tal apego al desgarro emocional que, en algunos casos, hablaríamos de adicción. No sobrevive nada al paso de esa lava, de ese amor idealizado para el que no encuentra adjetivos, porque elimina del poema -decir ecuación sería paradoja- la indiferencia, la alexitimia, lo corriente, lo vanal. Les duele luego existen, y cuanto más les duele mayor ambrosía de los dioses, más profunda la brecha con la monotonía que tanto detestan, les hiere en lo profundo luego más oxígeno y combustible a la hoguera de la pasión. Quizá os sugiera un cierto masoquismo del corazón.»
Y para poder estar en este sufrimiento que su ego tanto anhela, necesitan de compararse por lo bajo, de la envidia con mayúsculas.
FORMACIÓN online de ENEAGRAMA
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La etimología de la palabra envidia nos lleva al latín «Invidia» (invidere) que viene a ser in (hacia dentro) – videre (ver).
En aquella época, estaba directamente relacionado con el mal de ojo. Y, también en la actualidad, es así como se siente el eneatipo cuatro: como si alguien le hubiera echado una especie de maldición y no pudiera disfrutar de la vida. De hecho, tienen la sensación de que los demás tienen buena suerte y ellos mala. Les cuesta ver que «el otro», seguramente, ha invertido tiempo y recursos para tener esa «suerte», mientras él siguen la vibración de la queja.
Esta actitud sufriente se puede ver muy bien en estas palabras que leemos en el distendido post el blog de drsalama: «¡Yo soy la peor! la “tirada” del grupo… Y lo más triste es que jamás me quejaré en publico. Se lo digo a mi Pepe… Pero ahora ha descubierto la “wi”. Y juega con mi hijo. Qué “amor”….. padre e hijo jugando juntos mientras yo tengo la bata de Guatiné y debajo de ella un salto de cama que me regalo una compi del trabajo. Todo el mundo me envidia a mí. Anda que… será por mi “santidad” porque. A veces, me entran ganas de rezar para que mi marido se ponga “malo” de verdad y vea quién es la persona que más le quiere en el mundo. No le deseo nada “ gordo, a ver… que se rompa la tibia, el peroné y el fémur… para que no vaya al fútbol…. Bueno, y unos cuantos dedos de la mano, para que no teclee tanto el teléfono y descubra “quien soy yo”. Yo no soy “mala” mujer, no vayan a malinterpretarme… sólo reconozco que tengo un deseo excesivamente intenso de que se me «tenga en cuenta», y a veces me sale ese hambre de amor, con una voracidad o avidez que me sobrepasa, lo reconozco. También reconozco que necesito conmover.»
Así, esta envidia les lleva directamente a una frustración constante (sentimientos de aprehensión ) por no recibir la atención que ellos, seres especiales y únicos, merecen. Desde ahí, se conectan con la crítica –a veces encubierta- y les aleja del reconocimiento de la grandeza de otras personas.
Esta envidia puede venir camuflada o bien disimulada. El eneatipo cuatro, a veces, hablan de envidia sana o de envidia sin malicia.
Si fuera realmente así, si fuera una envidia sin connotación negativa, no sería envidia, pasaría a ser admiración. Y la admiración, en su justa medida, sí es algo positivo.
Por ello, al eneatipo cuatro le conviene poner las palabras precisas a su rasgo neurótico principal.
Como vemos, su pasión es la envidia y no ha de esconderse bajo el parámetro de la comparación. Reconocer que “me comparo” es relativamente sencillo; pero, afirmar que “soy una persona envidiosa”, requiere un grado de madurez -y coraje- importante. En cualquier caso, todo ello revela una falta de aceptación propia muy grande.
Cierto es que, a veces, no es tan sencillo de ver, pues la envidia no es tanto por lo material como por lo inmaterial; pero, precisamente por eso, conviene hilar fino para entender lo que pasa realmente. Ahora, dejándose sentir en el presente esta envidia vivida a lo largo de su vida, el eneatipo cuatro puede entender que puede trascender esta emoción y conectar con la admiración real del otro. Pero para ello, el primer paso es comenzar dejar de fustigarse y considerarse tan poco cosa. Y esto es complicado hacerlo sola. Un proceso terapéutico siempre ayudará a salir del pozo (ver aquí).
Comenta la terapeuta, Geneen Roth, en el prólogo del libro La dimensión espiritual del eneagrama: «(…) Había estado veinte años en psicoterapia, me había comprometido con la práctica de la meditación, había ido a un montón de talleres y retiros, pero interiormente seguía sintiéndome alarmantemente igual, seguía viendo el mundo con los mismos lentes de carencia de amor que definían mi infancia, por ejemplo: «Siempre estaré separada de lo que más deseo...»; «La gente siempre me deja…»; «Sólo si tuviera las piernas más largas y un pelo más bonito, sería feliz…». Creencias optimistas de esta clase. No importaba que situación objetiva se presentase, parecía llegar a las mismas conclusiones sobre mí misma y el mundo que me rodeaba.»
El cuatro y el cinco son los dos eneatipos que están en la parte inferior del eneagrama y esto no es baladí. Así como los eneatipos de triada superior, pueden estar muy hacia fuera y, por supuesto, en la acción, el eneatipo cuatro y cinco, en general, están más hacia dentro y ambos son muy sensibles.
Los cuatros tienen una sensibilidad que les conecta con su mundo emocional y los cincos una sensibilidad que les conecta con su delicadeza y fragilidad.
El cuatro y el cinco, a su vez, como iremos viendo, normalmente tuvieron heridas en la infancia en su primer año de vida. Ahí, la niña todavía piensa que es la propia madre, por lo que se produce una identificación total con ella y con todo lo que ella vive. Normalmente, se trata de mamás que sufrieron algún acontecimiento desgraciado en ese momento de su vida.
En cualquier caso, nuestros eneatipos “inferiores” siempre entran en la comparación, y, por desgracia, siempre pierden. El cinco se congela y hace como que no le duele y las cuatros teatralizan la escena y sacan su parte más escandalosa.
Como bien dice Claudio Naranjo,
“(…) Se puede decir que la depresión del eneatipo V es «seca», contraria a la depresión «húmeda» del eneatipo IV: si la avaricia es resignada, la envidia es apasionada.
En esto se refleja una característica fuertemente diferenciada: la avaricia seca es apática, la envidia húmeda es más intensa; si la primera es un desierto, la segunda es un pantanal. Mientras que el eneatipo V implica una atmósfera interior de quietud, el eneatipo IV supone una atmósfera de remordimiento y turbulencia.
El aspecto más característico del eneatipo IV, además de la motivación de la envidia, puede verse en la tendencia a la autovictimización y a la frustración”.
Esta comparación constante con todo (y en todos los campos) les lleva a estar en el enfado continuo. El eneatipo cuatro se siente inadecuado y, muchas veces, ridículo (esto también ocurre a algunas treses no sociales). Enfado que, lógicamente, se traduce en rabia que será expresada, en función del subtipo, hacía fuera o será engullida.
Con todo ello, las cuatro son las grandes sufridoras del eneagrama, lo que las lleva a estar muy solas. Son personas, en general, introvertidas. No se sienten comprendidas por el mundo. Como venimos diciendo, la envidia es el motor básico de comportamiento y, muchas veces, les lleva a tener celos enfermizos. Siempre quieren lo que no tienen (y no hablamos tanto de lo material como de lo inmaterial).
Nuestra compañera satera, Anna Romeu comentaba en este mismo blog:
“(…) La envidia es mi pasión, eso significa que siempre ando en la comparación, consciente o inconscientemente, no es una envidia de cosas si no desear el Ser del otro, la felicidad del otro… Me he pillado muchas veces en un falso amor admirativo, en el que había envidia escondida. En esa envidia dejaba de valorarme y buscaba seguir el camino del otro… Con el tiempo he aprendido a valorar mi camino y a utilizar la tenacidad a mi favor.”
Tienen una hipersensibilidad a flor de piel y pueden llorar como magdalenas. Esto, que para otros eneatipos es muy sanador, para las cuatros puede ser una pequeña tortura y les conviene salir cuanto antes del baño de lágrimas. Se podría decir que una cuatro ya ha llorado bastante y su camino de sanación va en la dirección contraria: La ecuanimidad.
Esta canción, o casi cualquiera de Luz Casal, nos sirve para ejemplificar el carácter cuatro. Probablemente ella también puede ser un cuatro. A nivel físico, a su vez, cuadra bastante con el carácter oral de bionergética.
Son especialistas en el autosabotaje, consiguiendo que su vida pueda ser un puro infierno.
El abandono, en su múltiples facetas, estará siempre a flor de piel en la vida del eneatipo cuatro. Así, aunque su objetivo sea no ser abandonada, al tener este run run en la cabeza de manera constante, su cerebro no entiende que es un antiobjetivo. El cerebro sólo tiene presente el concepto de abandono y la obsesión con el mismo. Desde ahí, inconscientemente, lo único que hará es atraer más abandono a sus vida.
Esta necesidad de gustar, de no ser excluidas, muy a su pesar (porque lo que de verdad quieren es ser especiales), les puede llevar a vivir una vida camaleónica en la que no muestren lo que realmente son por miedo a no encajar.
Además, las cuatros, muchas veces, no sólo sufren, sino que les encanta mostrar su dolor. Puede ser un eneatipo muy quejica -como veremos, en función del subtipo- y que, inconscientemente, genera mucho rechazo a otros eneatipos. De hecho, normalmente, las doses no soportan a las cuatros (en parte porque les hacen de espejo de su propia neurosis).
«Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior».
Frida Kahlo
Pero ¿qué ganan ellas sufriendo tanto? Algo tiene que tener de bueno estar siempre en el dolor y, en muchos casos, regodearse en él. Para otros eneatipos, como el siete, esto es algo inconcebible. Mientras el siete niega la realidad dolorosa y la pinta de rosa, el cuatro es capaz de hacer un drama de casi cualquier cosa. Esto es muy cansado, les quita energía y las deja exhaustas.
Es como si tuvieran una especie de monstruo interno que les dice que todo lo malo que les ocurre es porque ellas son muy malas. Al contrario que los autoindulgentes sietes, ellas se sentirán culpables por casi todo.
Este sufrimiento también las conecta con los otros masoquistas del eneagrama, los nueves. Tanto unos como otras, en un momento dado, tienen mucha capacidad de aguante, y pueden soportar cantidades increíbles de orgullo sobre ellas. Eso sí, tarde o temprano, eso será insostenible y pasarán a otro tipo de estados.
Además, en muchos casos, este dolor emocional que tanto sienten puede ir de la mano de varios dolores físicos y un buen elenco de enfermedades.
El estar “mal” a un nivel vital retroalimenta el dolor físico y viceversa.
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Y la ganancia, nuevamente, es clara: Atención. Y ¿puede alguien tener una vida tan penosa tan sólo para captar la atención de otro? Puede y, por desgracia, es más habitual de lo que nos tememos. Son masoquistas/sufridoras profesionales y están entrenadas para no salir de esta espiral dolor-sufrimiento-lamentación-atención. Y desde ahí, siempre llegan a la frustración, porque evidentemente, la atención recibida es siempre poca o ellas la viven como poca.
Recordemos que las cuatro pueden tener una visión bastante distorsionada de la realidad. Desde ahí, tienen una parte muy agorera y se sitúan en los peores escenarios. Suelen ver la vida con gafas de color gris. ¡Vaya… que no son la alegría de la fiesta!
Como podemos deducir de la propia canción de Luz Casal, la chica cuatro ha podido vivir el “amor romántico” de manera muy poco sana; es decir, se han podido dejar llevar por la idea de que sin un hombre a su lado ellas no son nada. Hay una búsqueda para que sea el otro quien termine de completarlas.
Por suerte, estas ideas -no exclusivas de las cuatros- van pasando a la historia y una gran parte de la sociedad entiende lo horribles que son estos planteamientos. Mientras tanto, culturalmente, en muchos lugares la mujer todavía hoy sigue estando por debajo del hombre, lo que potencia este eneatipo cuatro, o rasgos de él, en mujeres de medio mundo. Es momento de dar carpetazo a la historia y que cualquier tipo de actitud machista quede en el olvido. Pero volvamos al eneatipo cuatro, que nos vamos un poco del tema.
A su vez, hay una excesiva melancolía. Una especie de racionalización de la emoción, por la cual, el eneatipo cuatro piensa que nadie entiende sus sentimientos porque es diferente. Es su particular manera de regodearse en una dulce tristeza.
Ellas son las más especiales del eneagrama y pase lo que pase, nadie (ni por supuesto las doses), es capaz de vivir con más intensidad sus emociones.
Un país que podría representar simbólicamente al cuatro es Francia con su delicado refinamiento e interés por temas como la alta costura o la gastronomía.
Desde aquí también pueden llegar con facilidad al conflicto, pues convivir con ellas no es sencillo. Ellas viven en un desconsuelo constante. Esto las lleva a vivir en una forma de confusión constante y les cuesta pasar a la acción con claridad.
Se sienten únicas en todo y, por ello, llevan al extremo situaciones como la misma enfermedad. Es como una especie de cortocircuito ya que, por un lado, se sienten lo peor y, por otro lado, nadie más es como ellas; lo cual, por ejemplo, encaja bastante bien con el prototipo de artista sufridor.
Su autoacusación es habitual y muchas veces infundada. Desde aquí, seguro que se entiende mucho mejor la envidia que apuntábamos al principio del texto. Siguiendo con Claudio Naranjo:
“(…) La envidia, a su vez, está a medio camino entre la avaricia y la vanidad, perteneciendo (junto al orgullo, y en una posición simétrica a él a la familia de la vanidad.
Si la envidia anhela llenarse, el orgullo se siente ya lleno, y se ofrece a llenar al prójimo.
La envidia pide, desea desde su sentimiento carencial; el orgullo ofrece, da, desde un sentimiento básico de abundancia».
Para nuestros envidiosas hay una sensación de que los otros sí hacen todo bien y, por ello, les pasan cosas buenas. Mientras ellas son castigadas. No saben muy bien porqué pero saben que es por su culpa. Así, el sufrimiento está asegurado y el cortocircuito mental hace que no puedan sentirse con energías de avanzar. Esta correlación entre soy mala-por ello no consigo lo que quiero, les lleva a la parálisis y seguir en el barro.
Por ello, es tan importante pillarse en cómo se cuentan las cosas. Más que nunca el lenguaje es decisivo. Lo que ellas dan por bueno, han de escribirlo o verbalizarlo, para que les haga de espejo y vean que lo que ellas dan por hecho que es así, no lo es para nada. En este sentido, una charleta con nuestros autoindulgentes sietes, les puede venir muy bien. Es clave que sean más suaves y se traten a sí mismas con más cariño.
En el cerebro de un cuatro se producen hormonas que se relacionan con la nostalgia y la tristeza como Noradrenalina o variaciones de serotonina (erróneamente, asociada únicamente a la felicidad). Desde ahí, si está tristeza y regodeo en al fango habitual de los envidiosos se terminan cronificando, pueden tener un caminito directo a estado depresivos.
La disforia (emociones como la tristeza, estado de ánimo depresivo, ansiedad o irritabilidad) en el Eneatipo 4 se manifiesta como una sensación constante de carencia o vacío emocional. Este estado está profundamente ligado a su inclinación hacia la melancolía y el deseo de autenticidad. La disforia no solo surge por lo que perciben como pérdida, sino también por una idealización de lo inalcanzable, lo que refuerza su sensación de insuficiencia. Esta emoción los lleva a retraerse, contemplar su mundo interno y buscar significado en el sufrimiento. Sin embargo, también fomenta creatividad, ya que el E4 puede transformar con cierta facilidad su disforia en una herramienta para explorar y expresar sus emociones más profundas. De hecho, uno de los retos del E4 es conectarse a esta creatividad sin la necesidad de estar en la mierda.
El DESEO del Eneatipo 4: Ser ESPECIAL
-Desean:
Recibir la atención que sí reciben los demás y ellos sienten que no tienen.
-Necesitan:
Sentir la emoción constante. Parece que no encajan en el mundo.
-Tendencia:
A compararse por abajo (y, habitualmente, perder).
Adicción a la insatisfacción y al «sufrimiento».
«El sufrimiento es más fácil que la solución».
Bert Hellinger.
El miedo del Eneatipo 4: El temor a ser rechazado
Temen: que el mundo no les considere seres únicos y especiales. Contactan con el miedo al abandono. No soportan la posibilidad de no ser elegidos y esto mismo les lleva a ponerse en lo peor.
Ante el miedo a no ser elegidos, se autoanulan ellos mismos, con lo cual se pasan gran parte del tiempo en el fango. Sufren desde la carencia de no ser comprendidos. Por un lado, se habitúan a no ser elegidos y, por otro, esto mismo les sigue dando pavor. Así que, siguen con su tendencia a compararse por abajo y salir siempre perdiendo.
Huye de la mediocridad.
Pasito anti-miedo:Confiar en que lo que tiene, tal cual, está bien. Desde ahí, salir al mundo poniendo el foco en compararse lo menos posible. Practicar el dar mucho de lo que tiene en su interior.
Deseo egoico del Eneatipo 4:
Recibir el amor que sí reciben los demás.
El eneatipo cuatro en el Trabajo
El eneatipo cuatro en el entorno laboral necesita cierta autonomía para no liarla parda. Precisa que la autoridad le de su sitio y le tenga en cierta estima. Si no es así, en un estado de neurosis media, comenzará a sentirse menospreciado y creerá que su trabajo no es valorado.
Si te interesa este tema tienes la descripción completa en el post de este mismo blog:
ENEAGRAMA Y TRABAJO (acceder).
El eneatipo cuatro en el amor
El eneatipo cuatro, como veremos mas adelante, suele tener mucho que ver con el carácter oral de la bioenergética. Eso significa que en la pareja están en demanda constante. Hay una oralidad compulsiva que hace que siempre tengan la sensación de que no son atendidas emocionalmente. Desde ahí, muchas veces, sus parejas o posibles parejas se asustan y, ante tanta demanda, desaparecen.
Descripción comenta de este eneatipo en el AMOR en el POST:
Tipos de amor en función de nuestra personalidad. El AMOR en los ENEATIPOS (acceder).
Y si quieres entrar con este tema todavía más a tope, echa un ojo a nuestro CURSO:
Curso ENEAGRAMA de las RELACIONES. Nivel 3 (acceder).
La idea loca del eneatipo 4:
Les cuesta horrores sostener que sólo ellas consigo mismas, también, pueden estar bien.
Una de sus ideas locas vendría a ser “no soy digna de recibir amor”.
En general, más allá de este dolor o sufrimiento, pueden ser gente que va a su bola; como que el mundo no va con ellos. No son una más de rebaño y pueden potenciar esta imagen de artista o bohemio.
Son personas muy intuitivas. Desde ahí, se produce un rechazo de lo tosco y burdo.
Una de las falsas creencias más intensas del eneatipo cuatro es la vocecita que les dice: “tu eres mala” o “tú has hecho algo mal”.
Desde ahí, es muy fácil que sientan que si las cosas no salen como ellas esperan, den por hecho que debieran haber hecho algo mejor. La frustración es clara, pero también la culpa.
El mecanismo de defensa estrella del seis es la proyección; es decir, ponen en el otro algo que no les gusta de ellos. Desde ahí lógicamente se genera mucha desconfianza.
Mientras tanto, el eneatipo cuatro usa como mecanismo de defensa, entre otros, los introyectos. Es decir, se dejan devorar por lo que en su día les dijeron. Muchas veces es como si se hubieran “tragado” a papá o mamá y los llevaran siempre consigo. Eso hace que se digan así mismas cosas muy duras, cosas que en realidad no se dicen ellas sino que sigue hablando ese papá o mamá que engulleron de pequeñas.
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El eneatipo cuatro en la enfermedad:
No hay duda de que este gesto de la envidia causa mucho más dolor que aquél del orgullo, que en sí es un gesto placentero.”
De esta forma, son personas que sufren y se quejan mucho e incluso con la enfermedad recurrirán a “juegos de poder”. Su vida muchas veces parece una gran tragedia.
En este sentido, Gonzalo Morán, apunta:
“(…) Partamos de la base en que los Cuatro ven al otro ( sea amigo, amante, familiar, lo quieran, no lo quieran, etc) como alguien que tiene ALGO QUE ELLOS NO TIENEN. Sienten que la situación de ellos respecto a la de los demás nunca es justa y anhelan que las cosas sean diferentes. Y si sumamos a esto el hecho de que también ven a los demás como alguien que INEVITABLEMENTE los abandonara tarde o temprano, nos podemos dar una idea de cómo suelen funcionar las relaciones de los Cuatro.
Sobre todo, porque suelen ser muy quejosos y demandantes con el otro: como sienten que han SUFRIDO MUCHO y han tenido tantas carencias, el mundo está en deuda con ellos y debe satisfacer todos sus caprichos. Tienen la creencia muy arraigada de tener un derecho que reclamar, y como bien dice el dicho, «El Que No Llora, No Mama» y los cuatro llorarán , se quejarán y harán todo lo posible para tener su «porción de la teta» (esa Teta que alguien alguna vez les arrebato de súbito)”.
También las hay con muchas enfermedades / dolencias que se retroalimentan y hacen casi imposible un diagnóstico acertado. Muchas veces, consciente o inconscientemente, jugarán al juego de “soy tan especial que los médicos no sabrán lo que, realmente, me ocurre” y así perpetuar la situación de enfermedad. ¿La ganancia? Nuevamente, así, serán las más especiales y quizás consigan migajas de atención. Migajas que para ellas tienen un valor enorme, porque lo que no soportan es la sensación de un nuevo abandono a su suerte. Es más, como también ocurre con algunos niños, prefieren una mala atención a la indiferencia.
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El eneatipo 4 frente al mundo.
Esta es una sección que desarrollamos en nuestro curso del Eneagrama de las relaciones. Si quieres saber más puedes echar un ojo por aquí.
Testimonio de un eneatipo cuatro
Mi madre fue especialmente estricta y la forma en que me trataba a menudo me hacía sentir insegura y poco valorada. Recuerdo que en uno de los internados, una monja me trató mal, lo que me hizo sentir aún más sola y abandonada. Me pegaron en más de una ocasión.
Me comparaban con mis hermanos y decían que era una mocosa insolente. Mis tías me trataban fatal y no me dejaban jugar con mis primos.
Cuando me hice mayor, mi vida no fue fácil. Estuve siempre muy enferma, lo que me obligó a dedicar gran parte de mi tiempo y energía a cuidar de mi hijo. Mi marido me trataba bien, pero a menudo me sentía incomprendida emocionalmente.
A pesar de todo, mi único objetivo en la vida era criar a mi hijo. Sin embargo, me di cuenta de que lo estaba sobreprotegiendo tanto que no le dejaba hacer casi nada. Mi vida se concentró en ver crecer a Dario y poco más. No he tenido nunca amigas de verdad. Esto hizo que mi hijo sufriera. Con el tiempo, poco a poco, fui volviéndome un poco más alegre y menos controladora. Comencé a entender que mi hijo necesitaba espacio para crecer y descubrir el mundo.
Desde hace pocos años, aprendí a valorarme y a valorar a los demás. Ha sido un trabajo duro de terapia. Probé con más de 10 terapeutas hasta que entendí que no iba a encontrar nunca a uno que me comprendiera de verdad. Me conformé con uno y, al final, fue bien. Descubrí que la vida no era solo criar a mi hijo, sino también disfrutar de cada momento y de las personas que me rodeaban.
Hoy me quejo menos e intento empataizar con otras personas. Ahora tengo un grupo de lectura con el que solemos quedar y hemos hecho buenas migas. No soy la alegría de la huerta, pero mis nuevas amigas, me tienen aprecio!!
Hoy, a mis 61 años, me considero una persona fuerte y resiliente, que ha superado muchas dificultades en mi vida. Aunque mi infancia no fue fácil y mi juventud estuvo marcada por la enfermedad y la sobreprotección hacia mi hijo (le he pedido perdón y me siento en paz), he logrado salir adelante y encontrar cierto equilibrio en mi vida. !!Ya no es todo un drama!!.» CM
…
«Fui una niña no deseada. Mis hermanos tenían 15 y 20 años cuando yo nací y desde pequeña estuve durante largas temporadas en casas de tías y también en colegios interna. Yo quería ser un chico y que mi papá me viera como mis hermanos mayores. Jugaba a fútbol, me peleaba en la plaza como un chico más y, hasta la adolescencia, mi vida pasó con una tristeza de fondo que me ahogaba hasta límites increíbles. Lloraba todas las noches con la ilusión de que mi padre vería al día siguiente las lágrimas en la almohada y entendiera mi sufrimiento. Pero, mi padre estaba demasiado pendiente de dirigir una pequeña sucursal de un banco para pararse a ver estas pequeñeces. Mis tías me llamaban «La llorona». Por un lado, me quería mantener fuerte y, por otro, tenía una extrema fragilidad. En el colegio fui la rara. No hice muchos amigos y con que no me molestasen yo ya estaba contenta. No me interesaba aprender. Me aburría mucho en clase y sacaba malas notas. Por suerte, en la adolescencia cambió todo. Entre en un bachiller artístico y encontré, por primera vez en mi vida, muchos profesores que me entendieron y sacaron lo mejor de mí. Creaba sin parar, tenía una curiosidad desbordante y las lágrimas se fueron transformando en poemas. Por un momento, pensé que la vida tenía sentido.
Pero a los 17 años murió mi padre. Fue un golpe muy fuerte. Nunca fue cariñoso conmigo; pero, a su manera, me defendía de mi madre. Ella era muy severa y todo lo que yo hacía le parecía mal. Con la muerte de mi padre entré en un dolor eterno. La única forma que encontré de superarlo, o más bien taparlo, fue saliendo sin parar a las noches. Bebía sin control hasta perder la conciencia. Use todo tipo de drogas y todo me venía bien a un nivel sexual. Así llegué a la universidad y comencé Bellas Artes. El arte estaba siempre presente en mi vida; pero, con tanto descontrol, no conseguía sacar la carrera. En aquella época mi salud se fue viniendo abajo y, por suerte, toqué fondo pero estoy aquí para contarlo. Durante más de un año estuve con una depresión terrible. No entendía nada y pensé varias veces en quitarme la vida. Todo era un pozo negro y estaba más sola que nunca. No sé cómo salí de ahí. Bueno sí lo sé. Un día llegué por casualidad a un grupo que llevaba un Franciscano sobre el sentido de la vida. Algo que, de partida, era lo que menos me interesaba del mundo. Pero, como por arte de magia, ese ángel en la tierra creyó en mí. Me apoyó y nos mostró un camino de crecimiento personal. Con los meses me fui recuperando, ya no consumía nada, comencé a hacer deporte y aprendí a conectar con el cuerpo desde el movimiento y la música. Con ello, poco a poco, fui restableciendo mi vida.
En el amor siempre me he visto en la demanda continua, mendigando el cariño de los hombres y follando por una migajas de amor. A pesar de que yo me veía como la rebelde compré todos los boletos del amor romántico. Durante mucho tiempo, aguanté carros y carretas a un chico que menos pegarme fuerte, me hizo de todo. Aun así, yo pensaba que era mi media naranja y que si me dejaba moriría. No lo creía, estaba segura. Por suerte -ahora lo veo así-, apareció otra chica y me puso los cuernos durante meses. Yo lo sabía, pero hacia como que nada. Al final, un día me echó de casa y me vi otra vez en el fango. Mi yo era muy frágil y no pude pasar el duelo. No podía estar sola y comencé a tener muchas relaciones con chicas. Mi obsesión era enrollarme con ellas para que quisieran estar en pareja conmigo, pero siempre me daban la patada. Estaban unos días y se cansaban de mí. Yo les pedía todo desde el principio y ellas, como es normal, no estaban dispuestas a ello. Y, así, fui buscando la intensidad emocional y luchando por el poder en la pareja durante toda mi vida. Aun hoy es un poco así. Por lo menos lo veo y puedo entender que no me sienta bien. En realidad, no es así, hay un cambio. Ahora entiendo que me puedo enamorar y no tiene por qué ser para siempre. Me quiero un poco más y sé que quiero ser madre. Es un tema que me, por un lado, me ilusiona mucho y, por otro, me aterra. Tengo ganas de devolver a la vida lo que la vida me dio a pesar de que yo no durante mucho tiempo no supe valorar.
Ya no demando tanto y, sobre todo, valoro lo que recibo. Me gano la vida con dignidad, pero sé que el arte tiene que tener un espacio más claro en mi día a día. No tengo prisa, pero me imagino con un futuro más lindo. Y sólo eso, ser capaz de desarme lo mejor, también, es un cambio. Después de tratarme como una mierda siempre, ahora quiero algo bueno para mí. Puede parecer poco, pero para mí es mucho. También, sé que nunca más volveré a estar con nadie que me traté mal y esto también es el regalo que me llevo de estos años de aprendizaje. En fin, que estoy abierta a la vida y, aunque sé de mis limitaciones, también sé que tengo mis dones. Seguiré buscando el amor sano y verdadero. En ello estamos.»
Julia M.C
1.2 infancia de las cuatro.
El eneatipo cuatro conoce el dolor y el sufrimiento desde bien pequeño. Muchas veces, pudieron ser niñas no deseadas o que vinieron de rebote al mundo.
Siempre hubo un hermano que tuvo más atención que ellos y eso, evidentemente, les hizo entrar en comparación. Por ello, es raro que sean hijos solos.
Aprendió que los demás tenían algo que él/ella no tenía. Así que, imaginó que ese algo que ellas sí tenían debía ser algo malo, muy malo. Por ello, la envidia se desarrolla desde muy temprana edad y también aparece la rabia. Si la niña va encaminada hacia el cuarto sexual, la rabia será puesta en juego con facilidad pero si tiende a sus compañeros de subtipos, se la tragará de lleno.
Acceder a la descripción en el post:
¿Cómo fue la infancia de cada eneatipo del eneagrama?
1.3 El eneatipo cuatro en la bionergética.
Como venimos hablando, el eneatipo cuatro casi seguro que ha tenido una gran herida en la fase inicial de su vida. Desde la bioenergética se ve cómo muchas doses pueden tener una herida oral, pero luego han llegado al carácter rígido y cómo muchas cuatros se han quedado en esta herida oral, sin poder integrar bien el resto de fases.
Esta herida temprana en el carácter hará que la autoestima del eneatipo cuatro siempre sea muy flojita.
Más sobre los caracteres de la bioenergética por aquí.
Pasión (tendencia emocional): Envidia
Fijación (pauta fija de pensamiento): Insatisfacción (victimismo -sufrimiento-) / compensación (sentirse especial).
Mecanismo de defensa: Introyección / comparación
2 Los suptipos del eneatipo Cuatro
El cuatro social y conservación tienen bastantes similitudes y contrastan con las características principales del subtipo sexual. Resuenan en una energía muy parecida. Los dos primeros son contenidos y están en la carencia húmeda introvertida, mientras que los sexuales pasan a la acción y pueden resultar muy violentos. A un nivel de agresividad y de autodeterminación son como el día y la noche. Por ello, pudiera parecer, con toda la lógica del mundo, que este cuatro sexual es el contra-cuatro.
Sin embargo, desde el punto de vista del sufrimiento quien es, de verdad, diferente el el cuatro conservación. De hecho, según Claudio Naranjo quienes son más sufridos de todos los cuatros son los conservación. Son quienes sufren en silencio y si tienen que llorar les cuesta mostrarlo. Además, no hay que olvidar que el el subtipo conservación, como veremos más adelante, es el más intelectual de los envidiosos. En este sentido, el maestro chileno solía hablar de que los cuatro podían ser sufridos (conservación), sufridores (social) e insufribles (sexual). Llegado este punto conviene puntualizar que el adjetivo insufrible no hay que tomarlo como algo literal o un insulto. Todos los subtipos son igual de neuróticos (vaya que todos estamos desconectados de nuestra esencia), tan sólo que el subtipo cuatro sexual, como iremos viendo, puede resultar, al menos puntualmente, muy abusivo con el otro.
Por estos motivos, en realidad, el cuatro conservación sería el verdadero contra-cuatro.
Así, algunos envidiosos suelen tener un amplio historial en formaciones de todo tipo. Con ello, mientras el eneatipo dos, de partida, rechaza bastante la parte intelectual, muchos cuatros tienen esta faceta muy desarrollada.
Si te interesa aprender en profundidad los tres subtipos de este eneatipo has de ir al post:
Los subtipos de los eneatipos. El eneagrama de los instintos.
y si quieres meterte de lleno en el tema, echa un ojo :
Curso – Taller ONLINE Eneagrama de los instintos
3 ¿Cuál es el camino de sanación del cuatro?
No olvidar que, aunque hemos hecho una descripción del eneatipo cuatro un tanto tremebunda, esto es sólo su descripción en un estado neurótico extremo (rayando la patología). Ni todas las cuatros están así de malitas, ni todas las cuatros son tan puras como este texto describe. Así que, lo normal, es encontrarnos con personas que pueden resonar con lo que aquí hemos radiografiado.
Me encantó el artículo gracias!!!
Genial, Alicia. Pronto llegará el eneatipo 5!!
Gracias por tanta info y tan claro y sencillo escrito. Os empiezo a seguir ya!
Gracias ☺️
:-)
Correo enviado, Susana.
Muchas gracias por tus palabras y tu interés en el ebook!
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No se por que has puesto de ekemplp una persona com TLP ser PAS o TLP no tiene nada que ver
Hoy he descubierto que soy tipo IV. Es muy interesante ser consciente de tanta similitud. Ahora me pregunto , una vez que ya se que eneatipo soy ¿Que debo hacer para sanar? ¿Ser consciente de mí mismo e ir cambiando patrones?
Te mandamos un correo.
Me encantó y me emocionó…
:-) Muchas gracias. En breve tendremos hecho el repaso por todos los eneatipos!
Bravo, bravissimo!!!
:-)
Es muy preciso la descripción del eneatipo «4». Y por ello les doy mi «enhorabuena», sólo hay algo que me chirría, y es la constante «repetición» en el escrito de que sólo «ellas» son únicamente eneatipo 4. ¿Acaso no hay hombres con personalidades 4? Estoy segura que sí, y muchos, incluso Uds. ponen como ejemplo a Salvador Dalí, sin embargo me gustaría que pongan un poco de cuidado en la escritura, haciendo incapié que ser 4 es indistinto en el género masculino o femenino ya que de otra manera inconscientemente perpetuamos una «sociedad patriarcal».
Gracias por su atención, como a su generosidad por dejarnos esta descripción muy precisa de este eneatipo.
Mil gracias por tus palabras, Mónica. Es cierto que quizás suena raro el femenino en el texto, pero bueno… tanto en el dos como en el cuatro vemos que hay muchas más chicas que chicos y por ello lo hemos hecho así. No sabemos si con acierto o no.