Si a cualquier persona ajena al mundo del eneagrama le hablas de neurosis, rápidamente pensará en que alguien está mal de la cabeza. De hecho, si lo hacemos incluso con la mayoría de gente que se aproxima al eneagrama el efecto no será muy diferente.
Tan solo entender que no somos el eneatipo sino que nos identificamos con un tipo de personalidad que coincide con un eneatipo, ya es un gran paso.
Claudio Naranjo, además de ser el padre del eneagrama de la personalidad o Psicología de los eneatipos que nosotros intentamos transmitir, fue quien se encargó de introducir el concepto de neurosis en la base teórica de esta maravillosa herramienta. Sobre todo esto y mucho más, vamos a profundizar. ¿Te vienes con nosotros?
Somos muy conscientes de que presentar el eneagrama desde la idea de que tod@s estamos en neurosis no es lo más atractivo del mundo. Mientras tanto, las abundantes versiones del «eneagrama azucarado» nos hablan de las supuestas fortalezas de cada eneatipo. Es obvio que para quien no conoce el trabajo con el eneagrama, la opción rosa es mucho más atractiva. La visión naif de que por ejemplo un cuatro es principalmente un ser único, creativo y sensible, tiene más peligros de los que pudiera parecer.
Con ello, tenemos claro que el 80% de la gente que tiene un interés inicial en el eneagrama, nuestra forma de ver el tema, no le interesa nada. Pero, por suerte, nos queda un 20% de valientes que sí queréis conocer la visión profunda y transformadora del eneagrama; así que, estamos felices de poder compartir con vosotros lo aprendido en el camino.
Para llegar a trabajar en serio con el eneagrama hace falta un periodo de auto-observación previo importante. En nuestra opinión, es clave darte este tiempo y luego acompañarte de buenos guías para el camino. Como siempre, si te es posible, nosotros recomendamos acudir a los SATs que organiza la Fundación Claudio Naranjo. Si por lo que sea no te cuadra, recuerda que nuestros cursos online también te pueden ayudar (aquí ;-)
Así, una de las claves para decrecer el personaje es asumir que nos acompañará hasta el final de nuestro días. Transcender el ego es tan complicado que mejor no tenerlo como objetivo, pues llegará la frustración. Lo que sí que podemos hacer es que, gracias al trabajo sobre sí, ya no tenga tanta presencia en nuestras vidas y nos dé un poco de respiro. De hecho, vernos en nuestra parte egoica ya es un montón. Los cambios vienen de a poco y nunca de manera líneal. Lo que podemos concluir es que, con mucho esfuerzo nuestra parte egoica remite en duración, frecuencia e intensidad. Estos tres parámetros son los que nos darán pistas de por dónde va la cosa.
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1. La NEUROSIS como núcleo del carácter.
Para aquellos que sabemos que nuestro ego ha comandado y, en gran medida, comanda aún hoy nuestra vida, es normal asumir esta neurosis de partida. Neurosis que es particular en cada eneatipo y nuestro trabajo es ver con cuál nos identificamos más claramente para entender mejor nuestro eneatipo. Así, podemos ser conscientes de cómo nuestro personaje nos separa de nuestra esencia (ver post sobre virtudes) y, en el caso de que la neurosis se dispara, nos acerca a ciertos estados patológicos.
EL ENEAGRAMA DE LAS PATOLOGÍAS. Los trastornos de cada eneatipo.
La que fuera una de las más estrechas colaboradoras de Claudio Naranjo, la psicóloga Grazia Cecchini apunta en el libro “Dimensiones de la única búsqueda”: “(…) En el mundo académico va desapareciendo el término Neurosis. Desde el punto de vista de Naranjo, ello significa que se corre el riesgo de perder la visión de un núcleo defensivo y estratégico que es el fundamento de todo malestar y patología. En realidad, la identificación de un núcleo neurótico permite mantener la atención en el sufrimiento del hombre como tal, trascendiendo toda dicotomía entre lo normal y lo patológico.
El mundo científico, al eliminar la condición de neurosis, por un lado, pretende negar el malestar existencial como condición digna de ser tomada en consideración por parte del mundo académico y, por otro, busca medicalizar formas extremas de sufrimiento.”
De esta forma, normalizamos a una sociedad robotizada, desconectada de la emoción y en la que el pensamiento supuestamente racional es quien lleva la voz cantante. Se da por buena la sociedad patriarcal y nos anima a NO mirarnos, a no ver que hay mucho que mejorar, a no contactar con nuestro verdadero potencial. Todo ello, asegura tener a las masas dormidas y que unos pocos puedan seguir organizando nuestro mundo en función de demasiados intereses particulares.
Asumir este malestar o sufrimiento con el que todos (incluso 7 y 2) vivimos es clave para dar más pasos.
Desde esta perspectiva, podemos usar la metáfora con el hielo de la Antártida. Si no sabemos nada más, podemos identificar el continente austral con una masa casi infinita de hielo. La realidad no es solo así. Debajo de esas inmensas capas de hielo podemos encontrar decenas y decenas de volcanes. Es decir, el frío polar, en este caso, ha sepultado al fuego; pero eso no implica que no esté ahí. De hecho, alguno de esos volcanes ya comienza a tener cierta actividad, con todo lo que ello puede implicar.
Así, nuestro ego vendría a ser la capa de hielo y la neurosis sería el frío que la mantiene. Si, poco a poco, vamos bajando su volumen, podremos hacer florecer un nuevo mundo interno que sería el equivalente a esos volcanes de la Antártida. El calor vendría a equivaler a la virtud de cada eneatipo y, desde ahí, tenemos el camino directo a nuestra propia esencia.
Así, si vamos poco a poco descubriendo nuestras trampas y zonas sombrías podemos aceptar con más honestidad lo que realmente somos. Si queremos ir demasiado rápido, seguramente, nuestro propio ego nos jugará malas pasadas.
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2. Siempre NEURÓTICOS pero, con el trabajo personal, cada vez menos.
Por todo ello, podemos identificar nuestro yo pequeño con nuestra neurosis y nuestro yo grande con nuestra esencia. La neurosis es la compañera de viaje del ego y el ego es el personaje con el que nos identificamos y, finalmente, queda enmarcado en un eneatipo concreto. La sanación pasa por librarnos, por lo menos en parte, de este tirano interior que todos llevamos dentro y contactar con nuestro niño interior. Un niño que tuvo que protegerse del mundo y que inventó diferentes estrategias neuróticas para sobrevivir. La traducción de todo ello en términos de eneagrama son las pasiones, fijaciones y patrones de comportamiento.
Según nuestro querido Gonzalo Morán del blog Pobre Niño Pijo: “(…) Entendemos por Necesidad Neurótica un deseo urgente que nos pide el Ego de hacer algo o de actuar de una determinada manera (compulsiva, obviamente) y como dice Claudio Naranjo, en ello «se nos va la vida». La teoría de Karen Horney es quizás la mejor de las teorías para explicar este tipo de necesidades que tenemos. En primer lugar, esta psicoterapeuta ofreció una perspectiva bastante distinta de entender la neurosis, considerándola como algo bastante más contínuo en la vida normal que sus colegas previos. Concretamente, entendía la neurosis como un intento de hacer la vida más llevadera, como una forma de “control interpersonal y adaptación”. En su experiencia clínica, Karen Horney distinguió 10 patrones particulares de necesidades neuróticas, los cuales están basados sobre aquellas cosas que todos necesitamos, pero que se han vuelto distorsionadas de diversas formas por las dificultades de las vidas de algunas personas. Una necesidad neurótica tiene la característica de ser irreal, irracional e indiscriminada. Es bastante más intensa que una necesidad «normal» y provocará una gran cantidad de ansiedad si no se satisface su demanda o incluso si se percibe que no será satisfecha en un futuro. Es esto, por tanto, lo que le lleva a tener esa naturaleza irreal. El afecto, para continuar con el mismo ejemplo, debe expresarse claramente en todo momento, en todas las circunstancias, por todas las personas, o el pánico se instaurará. El neurótico ha hecho de la necesidad lo central de su existencia.”
Así, cada eneatipo tiene tendencia a ciertas necesidades concretas y estas necesidades no cubiertas nos llevan a entrar en estado que nos desconectan de nuestra naturaleza esencial.
Cuando se comienza el trabajo personal desde la perspectiva del eneagrama, poco a poco, nos vamos des-identificando de nuestro eneatipo y vamos avanzando. Para ello, tenemos que dar por hecho que todos tenemos por lo menos un nivel medio de neurosis. En palabras de Claudio Naranjo, autor de entre otros muchos libros de la biblia del eneagrama “Carácter y Neurosis”: «La neurosis consiste en determinadas formas restrictivas y generadoras de conflictos con las que actúa la personalidad… ciertas formas con las que la personalidad reacciona en contra de sí misma. He usado el término estilo neurótico en el mismo sentido. Desde este punto de vista, la vieja distinción entre «neurosis sintomática» y «desorden de carácter» desaparece; toda neurosis es caracterológica.» Así, a mayor nivel de ego, más neurosis. Cuando la neurosis se va controlando y nos acercamos a la esencia, comenzamos a vivir con más autenticidad. Esto no es un camino corto ni fácil. Quién así lo venda, seguramente, está vendiendo otra cosa. El trabajo de ver la neurosis puede necesitar acompañamiento y, muchas veces, toca atravesar un dolor muy grande. Vernos en neurosis significa admitir todo lo que hay dentro de nosotros, lo que consideramos positivo y, normalmente, no lo es tanto y lo que nos avergüenza de nosotros y lo escondemos en el desván.
Siguiendo con Claudio Naranjo: «El ego, la neurosis, esa parte de nosotros tan narcisista y tan deseosa de ser el centro de todo que no es nuestro verdadero yo, y contra la cual luchamos para llegar a ser nosotros mismos, ¿debe ser destruido? ¿Se transforma? ¿O más bien solo cambia la relación con el ego, como ocurre en el caso de quien se monta sobre un caballo y pasa a tenerlo a su servicio? Nuestra esperanza, me parece, es que así como los rasgos más destructivos de nuestra personalidad pueden perder su poder sobre nosotros cuando, comprendiendolos de raíz, llegan a parecernos cómicos. (…) Digamos que en el centro de nuestra neurosis está el dolor y que el acto más fundamental del ego es uno de defensa a través de la inconsciencia; llámese represión, negación, desconexión o como quiera que la situación haga más pertinente. En cada caso, sin embargo, nuestro intento de no sufrir se nos vuelve una fuente de sufrimiento innecesario renovado. Podríamos incluso decir que la esencia del camino espiritual sea una transformación de nuestra actitud ante el sufrimiento”.
De hecho, el maestro chileno, nos hablaba de que en un principio es eficaz comenzar una especie de guerra santa contra nuestro propio ego con el fin de hacer remitir esta neurosis. Luchar contra él puede tener sentido en los albores del trabajo personal. Nuestro Ego lleva mucho tiempo haciéndose fuerte y se las sabe todas; así que, no está mal enfundarse las pinturas de guerra y que él sienta que las cosas van a cambiar.
Más adelante, con el tiempo y la desidentificación del personaje, comprendemos que él también es parte de nosotros y que como tal nos acompañará hasta el final de nuestros días; así que, nos conviene mantener una sana convivencia con él. Es más, hasta aquí hemos llegado, en parte, gracias a él, por lo que también le podemos estar agradecidos. Eso sí, ahora es el momento de darle un descanso y comenzar a comandar nuestra vida.
Con todo ello, lo importante es entender que nuestro ego NO es compendio de una serie de cualidades positivas. Más bien al contrario, nuestro ego va directamente relacionado a nuestra neurosis. Desde ahí, tenemos mucho margen de mejora. En palabras de Anthony De Mello: «(…) La totalidad el mundo está loca. La única razón por la que no estamos encerrados en una institución psiquiátrica es que somos demasiados. Vivimos con ideas locas acerca del amor, de las relaciones y todo tipo de cosas. He llegado a creer que estamos locos hasta el punto de que si todo el mundo está de acuerdo en algo, !seguro que está equivocado! Cada nueva idea, cada gran idea, cuando surge es formulada por una minoría de una sola persona.»
Así, quizás no estemos tan locos como nos dice De Mello, pero sí es bueno partir de la idea de que, en general, cada un@ de nosotr@s está un poco loquito y esto es la neurosis básica. Cuando la neurosis se dispara o se nos va de las manos, nos acercamos a diferentes transtornos. Si la neurosis disminuye o estamos cada vez un poco menos locos, nos acercamos a nuestra virtud y podemos conectar con nuestra parte más esencial.
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3. Una NEUROSIS por cada una de las 27 formas de ser
Por último comentar que, como siempre os insistimos, conocer bien los 9 eneatipos principales y sus pasiones y fijaciones es un gran primer paso, pero no es suficiente.
Si no entendemos e integramos los tres instintos que tiene cada uno y, por lo tanto, nuestras 27 posibles formas de ser, no podemos entender al cien por cien nuestra propia neurosis.
De hecho, puede que, si por ejemplo somos un tres conservación, y no conocemos bien los subtipos, podemos estar identificados en un seis. Lo cual no es nada grave, pero no es lo suyo. Por ello, Naranjo incide en que cada subtipo tiene su propia neurosis: “(…) Tenemos 9 pasiones más 27 estados interiores que se pueden transformar en pasiones en el individuo, según su tipo. Por ejemplo, si yo soy un E6, tengo pasión por el miedo, pero si específicamente soy un E6 social, tengo también la pasión del deber. De modo que no existen solamente las 9 pasiones sino que cualquiera de los 27 tipos tiene una necesidad neurótica. Esta necesidad neurótica se transforma en una pasión.”
Esta necesidad-neurosis se hace tan importante que comanda nuestra personalidad y por ello cuando nos identificamos con un eneatipo tenemos que tener muy claro que es lo que realmente nos tiene en la prisión de la pasión. Luego, con esto claro, podemos ir a por las las fijaciones y los patrones de conducta. Pero lo neurálgico es dar por bueno que existe esta neurosis en nosotros y que el primer paso para evolucionar es identificarla y darle su espacio.
A partir de aquí, nos podemos contar verdad y seguir DEcreciendo al personaje.
Texto redactado por Haiki
Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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«Me avergoncé de mí mismo cuando me di cuenta de que la vida era una fiesta de disfraces; ¡y yo asistí con mi rostro real!» Franz Kafka.
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«Capas o estratos de la neurosis según F. PerlsDentro de una visión más completa de la estructura de la neurosis de Fritz Perls, la dividió en cinco estratos que va de más a menos superficial y son las capas que la persona va atravesando cuando profundiza y comienza a ser consciente de sus mencanismos neuróticos.El primer estrato es el de los clichés. Es la capa más superficial y donde se mueven las buenas formas del trato casual. Tenemos conversaciones así a diario en donde no se escucha ni se dice nada, en donde no nos miramos a los ojos ni nos vinculamos. Es el estrato más mecánico, más automático y más frío.La segunda capa es la de Eric Berne o Sigmund Freud, que es donde se juegan o se representan los roles. Este estrato se refiere al personaje que representamos ante los demás: al matón, al niño bueno, a la seductora, etc., que no son más que medios de manipulación para lograr lo que se quiere del ambiente. Perls dice de los roles que son estrategias superficiales y sociales de vinculación. Clichés y roles componen el estrato del “como si”. Es decir, vamos por la vida “como si” fuera una persona segura, por ejemplo, y tengo una cantidad enorme de estrategias aprendidas e inconscientes para que ni los demás ni yo misma me de cuenta de mi inseguridad ni vulnerabilidad.Si el sujeto es capaz de traspasar los roles y el “como sí”, se enfrenta al tercer estrato de la neurosis:El impasse. Aquí se vivencia la antiexistencia pues al dejar el rol de lado, el sujeto ya no sabe quién es. Aquí es donde generalmente vienen las crisis porque el rol ya no sirve, no acomoda, ni da bienestar, pero no sabemos “vivir sin el”. Estamos en tierra de nadie. Es es este momento – ojalá antes – donde yo siento que el acompañamiento terapéutico se hace más que nunca necesario porque para atravesar dicho impasse es imprescindible que la persona se fíe de que puede sostenerse a sí misma, pero para eso tenemos primero que apoyarnos en alguien que le enseñe a confiar. «
Pedro de Casso