Sobre el tema de la infancia en los eneatipos ya hemos reflexionado en este blog previamente (ver aquí); pero, hoy nos queremos centrar en lo que son las heridas en sí mismas.
Muchas veces se habla de que cada eneatipo o cada carácter de la bionergética tiene una herida concreta, aunque, en nuestra opinión, en la mayoría de los casos somos mezcla de varias heridas.
Hay veces que se ve con claridad que un cinco o cuatro tienen heridas en sus primer o segundo año que tienen que ver con el abandono o con el rechazo; pero, otras muchas veces, el tema no es tan claro. Sobre todo esto y mucho más !!va el post de hoy!!
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«La verdadera patria del hombre es la infancia».Rainer Maria Rilke
Muchas veces, gracias a recordar lo que pasó en la infancia, podemos entender mejor nuestras acciones, pensamientos y emociones en el aquí y ahora. Podemos, de alguna forma, legitimar nuestro dolor o nuestra rabia. Quizás, hagamos que disminuya nuestra culpa. Entendernos mejor es el primer paso para cambiar. Pero luego toca continuar el proceso de transformación y, para ello, hace falta tiempo y paciencia. Nuestro aquí y ahora, depende del allí y entonces. Entender, integrar y aceptar, nos lleva a quitar obstáculos para que nuestra esencia pueda volver a florecer. Es todo un camino, un sendero que vale la pena transitar y, en ocasiones, hace falta hacerlo con los apoyos necesarios.
Eso sí, en esta aventura de volver a un@ mism@, tenemos que contar con que tocaremos muchos lugares dolorosos. Como bien dice, nuestro admirado y querido Claudio Naranjo:
«(…) Es el sufrimiento el que nos lleva a defendernos.Cuando éramos niños nuestra fragilidad y dependencia respecto a nuestro entorno nos doblegó, y el sufrimiento nos ha dejado en un estado de alarma automática y obsoleta. Necesitamos aprender por tanto a relajarnos ante el dolor, aceptando la realidad de nuestra experiencia y encontrando la actitud más sana posible frente a lo que nos duele o molesta. Tarde o temprano descubriremos que la actitud sana es una actitud amorosa. Pero saberlo no nos ahorra el proceso, pues ello es mucho más fácil de decir que de hacer. Nuestro amor es, por lo general, muy delicado y tolera poco las frustraciones. Ser capaces de mantener viva la llama del amor cuando más duele es característico de la compasión, que es hermana de la sabiduría«
«Creo que en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en momentos extraños, cuando NO están tratando de enseñarnos. Estamos formados por pequeños pedazos de sabiduría».
Cada vez está más claro que lo que nos ocurre en los primeros años de vida es decisivo en nuestra forma de ser actual. Venimos al mundo con un ADN vital al que llamamos temperamento.
Según la terapeuta Karen Horney: «Un componente genético que viene inscrito en nuestro ADN que se refiere más bien al tono vital del cual emerge el comportamiento que utilizaremos para hacer frente a los distintos hechos de la vida, que algunos denominan el temperamento».
Ahí, se marca si el niño apunta a extrovertido – introvertido o si huele a emocional – racional. A este temperamento se van sumando los acontecimientos de la vida y la relación con las figuras materna y paterna es decisiva en la consolidación del carácter. Desde la bionergética sabemos que éste queda definido entre los 7 y 9 años.
Según Wilhelm Reich, el carácter viene a ser: “el modo habitual y fijo de reaccionar el individuo ante situaciones conflictivas parecidas a las que se le presentaron en la infancia, en la que el miedo al castigo u otras penas obligaron al niño a disminuir su respiración, tensar su musculatura y limitar su actividad interna y externa para evitar la ansiedad que la expresión libre de sus sentimientos le acarreaba”.
«Aunque en el tiempo que pasamos en Arica en la segunda mitad del año 1970 no recibimos información teórica nueva, el íntimo conocimiento de los cuarenta y pico compañeros que estábamos allí contribuyó seguramente al hecho de que, como consecuencia del retiro profundamente transformador en soledad intercalado en ese período, pude de pronto empezar a ver la estructura de la personalidad de los demás de un modo semejante a como un buen caricato capta los trazos esenciales de los rasgos físicos de una persona. A este despertar de un «ojo clínico» debo todo cuanto he sido capaz de aprender acerca de los tipos de personalidad y sobre la personalidad en general a partir de entonces, y fue también determinante de la experiencia intelectual de un creciente amalgamamiento de cuanto información iba adquiriendo sobre el tema».
Claudio Naranjo
A partir de aquí la personalidad (suma de carácter y temperamento) va matizándose y al terminar la adolescencia somos lo que somos para siempre. Es decir nos identificamos con un eneatipo y este evoluciona pero NO cambia. El eneatipo es el personaje que esconde nuestra esencia, nuestro YO real. De hecho, en vez de decir «soy un tres o un siete», sería más preciso decir: «esto, el eneatipo, es justo lo que no soy. Lo que soy está detrás de este disfraz».
Así que, el trabajo consiste en bajar el volumen a nuestro ego (ver post) e intentar que nuestra alma tome el mando de operaciones. Para ello, nada mejor que volver a conectar con el niño puro y lleno de dones que un día fuimos. Es todo un proceso y conviene no tener prisa. La coraza que tenemos se ha construido con el goteo de miles de pensamientos, acciones y emociones, y hacerla saltar por los aires de un plumazo tampoco es un buen plan.
Nuestra vida está marcada por los mensajes del infancia,introyectos o identificaciones. Muchas veces, por similitud o por ir a la contra no somos tan libres como nos hemos pensando. Nuestra historia, en muchos casos, está marcada por seguir los pasos de papá o mamá. O bien al contrario, pesarnos los rebeldes de la casa, cuando en el fondo nuestra libertad sólo pasaba por ir en dirección contraria a la de nuestros progenitores. En general, hemos sido bastante esclavos del pasado y es ahora el momento de afrontar la verdadera libertad. Libertad que no libertinaje, que viene desde lo que realmente somos, desde poner en juego nuestros dones. Desde dejar de vivir la vida que otros esperan para nosotros. Este es el punto en que como papás y mamás debemos reconocer esos talentos de nuestros hij@s y facilitar que los desarrollen.
Com bien dice Joan Garriga: «Como hijos somos lo que son nuestros progenitores, heredamos de ellos la mayor parte de las actitudes, carácter y talentos; poder aceptar la herencia que hemos recibido y no rechazarla, nos pone en el mundo con todas nuestras capacidades. A veces, nuestros padres se ponen exigentes y sobre-protectores o tienen actitudes que nos dañan y ahí no queremos ser como ellos. Cuando los rechazamos estamos rechazando algo de lo que nosotros también somos y, por tanto, nos amputamos posibilidades (actitudes, capacidades y talentos) propias que nos podrían ayudar desarrollarnos.» Ver aquí
Así, como hij@s nos toca, en el caso de no haberlo hecho hasta ahora, descubrir nuestro potencial, fluir y ser lo más útiles posibles al mundo. Eso sí, el miedo a decepcionar suele estar siempre latente, pero no queda otra que arriesgarse y vencerlo.
Con todo ello, conviene ir poco a poco re-descubriendo nuestro YO real.
Para profundizar en este tema os animamos a leer el libro de las 5 heridas de la infancia de Lise Bourbeau y, también, Infancia, la edad sagrada de Evânia Reichert.
Y por supuesto, no dejar de profundizar en la mirada de la bionergetica que viene a cuadrar cada fase del carácter con una herida de la infancia. En nuestra opinión, es mejor tomar este encaje de manera orientativa y no darle una certeza absoluta.
“La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando éramos niños.”
Partimos de la base de que el carácter se terminó conformando más o menos a la edad de los 7 -9 años. Como hemos dicho, venimos al mundo con un temperamento; pero, son las circunstancias -sobre todo familiares- las que determinan la coraza que el niño elige para, en el mejor de los casos, conseguir amor y, en el peor, meramente sobrevivir. Influyen múltiples factores en la construcción de esta personalidad, para empezar el número de hermanos y la relación con ellos.
2.1 TIPOS de CRIANZA
Pero, lo más determinante suele ser la influencia de papá y mamá. Nuestros progenitores, en la mayoría de los casos lo quisieron hacer lo mejor posible; pero, esto no implica que el amor que hayan dado fuera el más sano e incondicional.
Hay muchos tipos de amor y algunos de ellos se quedan en sucedáneos como el apego o la necesidad.
En cualquier caso, y partiendo de la buena voluntad amorosa, nos solemos encontrar distintos tipos de crianza y, en función de ello, se van generando heridas diferentes en el niños.
Hay padres muy invasivos (9, 2), o quizás s´ólo uno de los dos lo es y el otro toma un papel secundario. Desde esta invasión y no reconocer las verdaderas necesidades el niño podemos generar una herida profunda que tiene que ver con la humillación. Hay otros padres más huidizos (5, algunos 3) o menos presentes. Padres que les cuesta pasar tiempo con sus hijos. Les cuesta porque no saben estar con ellos o porque el trabajo les absorbe. A veces, sí que están para las maduras, pero no tanto para las duras (7).
De todas formas, el niño sentirá que no están presente y, por ahí, podrán aparecer heridas de abandono o rechazo.
Otros padres sí están presentes e incluso eligen a uno de sus hijos como su ojito derecho; pero, llega un día en que el niño se siente traicionado o no valorado y pueden aparecer heridas de injusticia.
Hay progenitores que dan mucha libertad, quizás demasiada, y luego en la adolescencia el niño se encuentra con un problema claro a la hora de poner o que le pongan límites a él o ella.
Otras crianzas son muy férreos. Son progenitores, normalmente hombres (aunque también puede ser la madre), que han necesitado imponerse desde la rigidez excesiva. No es que no haya amor en esta mano de hierro, sino que es la forma que supieron de amar. En este sentido, es importante contextualizar la propia infancia de estos progenitores. En muchos casos, muy dura y exigente. Si un niño crece desde ahí y no tiene la posibilidad de abrir su universo y cambiar, es fácil que acabe siendo un papá o mamá demasiado autoritario. En este sentido, rescatamos la visión de la terapeuta Virginia Gawel: «(…) Ésos son, esos fueron, sufridos padres de hierro. Tuvieron que doblar en cuatro su amor, como un pañuelito, para no desplegarlo hacia sus hijos; tuvieron que ponerle un corcho con lacre a la lámpara de Aladino de donde quería salir su genio de cumplir sueños, de jugar, de reírse, de ser niño con sus niños; tuvieron que hacer un nudo en su corazón para hacerse un nudo con sus propios brazos, bajo una estricta norma de calidad: no abrazar, aunque tuvieran ganas. Pero amaron. Amaron caminando mil cuadras para comprarle con lo ahorrado la revista infantil a su nena. Amaron trabajando de domingo a domingo para que su chico pudiera trabajar algún día de lunes a viernes. Amaron reparando juguetes, sin jugar; amaron, ya de viejos, colgando cuadros derechitos en la casa de su hija ya grande, o tomando café fuerte con su hijo mayor de edad, hablando de fútbol o sobre las noticias. Mas nunca, nunca, pudieron abrir el pecho (esa jaula de costillas) y dejar salir así, limpio y simple, su “¡¡¡TE AMO!!!”. Viven todavía con ese pájaro preso en su adentro, o murieron con él. Su amor de papá jamás tuvo levantado el estado de sitio, y se quedó guardado de toda expresión abierta y solar».
Con todo ello, vemos que la simbiosis de los eneatipos de papá y mamá es determinante en la crianza que se ejerce.
Hay progenitores que tienden más al castigo y por ahí quizás podamos generar más niños con tendencia al seis.
Otras crianzas son más de premio y aplauso (cuando se logra objetivo) y por ahí, seguramente, se alentará más a la identificación con la personalidad del eneatipo tres.
De hecho, los niños que apuntan maneras de eneatipo tres social ya están con 10 años queriendo ser los mejores, compitiendo para ganar todo y llorando si no sacan todo dieces. Mientras tanto, los que apuntan maneras al tres conservación, estarán buscando este reconocimiento, pero sin sacar tanto pecho.
Otras crianzas que, aunque sea de manera inconsciente, eligen a su preferido. Con ello, seguramente, a quien no han elegido le están alentando a tomar el papel de cuatro. Si de paso, hay un ambiente un tanto caótico y el niño o niña sufre mucho, el pastel ya está servido. Si papá o mamá sedujo y manipuló. a uno de los niños para ser su elegido, el otro quedó en la comparación (por debajo) y con tendencia a tomar la pasión de la envidia.
Otros papás se la pasan criando desde el caos. No hay estructura y suelen ser familias o muy conflictivas o, donde por lo que sea, se ha dejado la crianza del niño un poco de la mano de Dios. NO ha habido un cuidado, una muestra de afecto, unos límites concretos. Desde ahí, se estará alentando a la generación de más de un eneatipo ocho. Si no se han conocido estos límites en la infancia, difícilmente, podrán respetarlos ya de mayores. Por eso, el ocho está en el exceso y le cuesta ver al otro.
Finalmente, nos encontramos la crianza que da el rol de papá o mamá a uno de los hijos. Quizás, de hecho, falte uno de los dos progenitores y muchas veces, el niño o niña mayor toma este rol de niño super-responsable que termina cuidando de los otros herminat@s. Así crece demasiado rápido. Se hace adulto siendo adolescente y no juega todo lo que hubiera debido. Por ahí, podemos estar encaminando al niño hacia el enatipo uno. Lógicamente, habrá mucho enfado acumulado por habérsele robado parte de su niñez. Por otro lado, habrá un fuerte mandato de hacer lo correcto y estar siempre eligiendo entre el bien y el mal.
«Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que
únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta
que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran, hasta que entendí
que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que
éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la fin de un ciclo, hasta que aprendí que no es el final,
sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta
que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que
comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que
es sólo mi proyección mental y ya
no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta
que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que
aún la mariposa más hermosa necesitaba
pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida y
si nos sentimos desfallecer
no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir plenamente porque la vida pasa pronto.»
Ernest Hemingway
2.2 TIPOS DE HERIDA
Con todo ello, recuperamos las ideas de la Bionergética - Heridas de la infancia:
Carácter Esquizoide – Herida del rechazo (Por Elma Roura, aquí)
Carácter Oral – Herida del abandono.
Carácter Masoquista – Herida de la humillación
Carácter Psicopático – Herida de la traición.
Carácter Rígido – Herida de la injusticia.
“Es el Niño quien recibe el secreto primordial de la Naturaleza y es el niño que hay en nosotros a quien regresamos. El niño interior es lo bastante simple y osado como para vivir el Secreto.”
Chuang Tsu
Según Lowen y Reich, padres de la Bionergética, cada carácter tiene su formación en un momento concreto de nuestra infancia. En nuestra opinión, esto se debe tomar como algo orientativo, pues hemos visto que en muchos casos no es tan matemático como se suele afirmar.
2.3 ETAPAS DE FORMACIÓN DE LA HERIDA
Periodos en los que se genera la herida (según Lowen - Reich):
Carácter Esquizoide. (Hasta los 3 meses)
Necesidad de ser visto y aceptado.
Carácter Oral. (De los 3 a los 18 meses)
Necesidad de cuidado y nutrición.
Carácter Masoquista. (De los 18 meses a los 2.5 años)
Necesidad de intimidad.
Carácter Psicopático. (De los 2.5 años a los 3.5 años)
Necesidad de independencia.
Carácter Rígido. (De los 3.5 años a los 6 años)
Necesidad de libertad
“Todos tenemos creencias que nos impiden ser lo que deseamos ser. Cuando más nos perjudican estas formas de pensar o estas creencias, más tratamos de ocultarlas. Incluso llegamos a creer que no nos pertenecen. Poder superarlas exige, por tanto, que nos reencarnemos en repetidas ocasiones. Nuestra alma podrá alcanzar la felicidad plena sólo cuando nuestro cuerpo mental, emocional y físico estén atentos a nuestro Dios interior.»
Lise Bourbeau
Como decimos, mejor no te tomes esto como un dogma de fe. Además, así como siempre hemos sido un sólo eneatipo, sí somos, normalmente, mezcla de varios caracteres y podemos tener más de una herida de la infancia.
«Hay una fecha de caducidad para culpar a tus padres por conducirte en dirección equivocada; en el momento que tienes edad suficiente para tomar el timón, la responsabilidad es tuya».
Eneatipo 2: No sentirse amado sin compensación posterior.
Eneatipo 3: No sentirse reconocido por él mismo.
Eneatipo 4: Abandono vital desde la comparación.
Eneatipo 5: Rechazo emocional.
Eneatipo 6: Traicionado y anclado en la duda.
Eneatipo 7: Evitación del sufrimiento y desconexión con la realidad.
Eneatipo 8: No ser cuidado desde su fragilidad.
Eneatipo 9: Masoquismo y evitación del conflicto.
Eneatipo 1: Sentirse imperfecto y reprimir su parte instintiva.
*son esbozos de ideas más o menos orientativas que desarrollaremos en sucesivos post.
«Abraza la soberbia que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña no querida.
Abraza la exigencia que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña que no ha sentido Amor.
Abraza la “complaciente eterna” que hay en ti porque detrás de él hay una niña rechazada.
Abraza la ira y el enojo que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña abandonada.
Abraza a la solitaria que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña excluida y discriminada.
Abraza el desgano, la apatía, la falta de sentido, porque… detrás de todo esto, está tu niña padeciendo ser quién no es…
Abraza el dolor que hay en ti, porque detrás de él hay una niña lastimada.
Las niñas que habitan dentro de nosotras, están empezando a manifestarse y esta vez no pararan hasta ser escuchadas…
Por favor, desde lo más profundo de mi corazón te pido, no las silencies más…
Aprender a integrarla, a comprenderla, a abrazarla, a liberarla, devolverá a la vida, esta es la tarea de hoy. Te aseguro que es el Camino para que tu Divinidad baje a la Tierra» Clarissa Pinkola Estés
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Joan Garriga
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