TESTIMONIO eneatipo 8. Escondiendo su vulnerabilidad

Recopilamos testimonios de nuestros personajes más lujuriosos.

Veremos con detalle la búsqueda de dominación, huida de la vulnerabilidad y su fijación por la intensidad.

También el camino de evolución.

Testimonio 1 del E8:

«Mi infancia no fue fácil. Vengo de una familia muy humilde, y crecí en un barrio peligroso en el que las oportunidades eran escasas y las tentaciones eran muchas. Mis padres eran andaluces pero emigraron al País Vasco justo antes de nacer yo. Vivíamos de malas maneras y mi padre era un tiro al aire. Siempre estaba en el bar y el poco dinero que tenía se lo gastaba en apuestas. Mi madre era una santa, pero no tenía tiempo de nada.  Éramos 5 hermanos y aquella casa era sálvese quien pueda.

Mi padre bebía bastante y cuando llegaba borracho más de una vez nos daba con la correa. Desde muy pequeño normalicé mucha violencia familiar. Con mi hermano mayor me llevaba a muerte. Me hacía la vida imposible y teníamos verdaderas batallas campales. Para defenderme pronto aprendí Kung fu, luego boxeo y finalmente Full contact. Me tuve que hacer duro por pura supervivencia.

En la adolescencia, me convertí en un radikal vasco que, aparentemente, tenía muy claras las cosas. Coqueteé con un comando militar vasco y tiré mas de un cóctel molotov. En el colegio, no iba bien y mis padres me cambiaron a uno del Opus. Mi abuelo tenía bastantes tierras y nos mandaba dinero. En este colegio duré poco pues me expulsaron por pegar a un profesor. No tenía medida y me convertí en una especie de matón.

A los 17 años estuve preso en un calabozo dos días y esto marcó un antes y un después. Seguía teniendo el mismo odio dentro; pero, entendí que si seguía igual me esperaba un triste destino. A la vez, un amigo del alma murió en un accidente mientras conducía puesto de coca hasta arriba. Todo esto, hizo que dejase en seco de frecuentar los bares de siempre y me recluí en casa. Me vino bien para ponerme las pilas y concentrarme en los estudios.

Pero desde muy joven, supe que quería hacer algo grande con mi vida. Sabía que tenía que trabajar duro para salir de esa situación, y que no había tiempo que perder. El boxeo me seguía atrayendo mucho e hice algún combate como amateur. Fueron bien y gané la mayoría por K.O. Me planteaba seriamente pasar a profesional; pero, en una de las peleas el que recibió un inesperado K.O fui yo. Esto me desmoralizó bastante y me hizo bajar el ritmo de entrenamiento.

De repente, me atraía el mundo militar. Admiraba la disciplina, la dedicación y el sacrificio que se requerían para ser parte de las fuerzas armadas. Así que, finalmente, cuando cumplí 20 años, me uní al ejército, y fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Desde entonces, he dedicado mi vida a servir y a proteger a mi comunidad. El entrenamiento militar no es fácil, pero mi personalidad apasionada y decidida me ayudó a superar todos los obstáculos.

El hecho de ser Aries me dio esa energía y determinación, mientras que mi ascendente Escorpio me ha dado la fuerza emocional para mantenerme firme ante las adversidades. En el eneagrama, que conocí hace unos años, me sitúo en el 8 sexual. Tengo que controlar mucho mi intensidad. Si alguien me agrede que se prepare para recibir su merecido. Me tengo que controlar mucho pues tiendo a la dominación en la pareja. Intento pillarme cada vez más, pero no es nada fácil. Soy muy celoso y, a la vez, he sido muy infiel. Ahora voy mejorando este tema, pero me ha dado muchos disgustos.

Pero, más allá de mi carrera militar, también he aprendido mucho sobre la vida. La disciplina y el trabajo duro que se requieren en el ejército, me han enseñado que no hay nada que no se pueda lograr con esfuerzo y dedicación. La resiliencia y la capacidad de adaptación son fundamentales en el mundo militar, y también en la vida en general. Si no fuera por este orden interno que he conseguido, hubiera acabado muerto seguro. Mi tendencia a la autodestrucción es clara y, aún hoy, si un día salgo de juerga, mejor rezar para que acabe bien la noche.

Mi determinación me ha ayudado a enfrentar los desafíos de la vida con coraje y determinación. Mi infancia, como he comentado, fue bien difícil, pero también me ha enseñado a ser fuerte y a no rendirme ante las adversidades. Hoy en día, estoy orgulloso de lo que he logrado, y sé que todo lo que he pasado me ha hecho más fuerte. Soy papá de dos niños maravillosos y con ellos me sale con facilidad el niño que llevo dentro. Está bien escondido, pero gracias a ellos sé que está. Son, sin duda, mis dos grandes maestros.» B.O

Taller online de ESCUCHA ACTIVA

Testimonio 2 del E8:

«Mi infancia fue una caos absoluto. Era hijo sólo y siempre estábamos cambiando de país. Mi padre era diplomático y cada dos o tres años nos mudábamos. Nunca sentí que tenía raíces. Mis recuerdos en los múltiples colegios en los que estuve están marcados por las peleas. Yo era bastante grande y no tenía miedo al enfrentamiento. Al ser el nuevo siempre había algún niño que me buscaba la boca y yo respondía de manera desproporcionada. Llegué a golpear a un profesor que me gritaba constantemente. En casa siempre estaba solo y enfadado. Mis padres me dejaban con las curadoras y no se preocupaban demasiado de mí. Se separaron cuando tenía 12 años y quedé con mi madre por unos años. En la adolescencia no hubo forma de controlarme. Todo exceso me parecía poco. Tuve varias novias a la vez y más de una vez tuve comportamientos violentos con ellas. Me recuerdo muy muy machista. En el Instituto las cosas no iban bien. Repetí dos cursos y no era capaz de concentrarme con nada. Se puede decir que disfrutaba mucho siendo el chico malo. Aun con todo, sentía un vacío en mi interior que no sabía cómo llenar. A los 16 años comencé a entrenar Full Contact y en un año ya estaba compitiendo y ganando casi todos los combates. Al año siguiente me puse en serio con el boxeo y encontré un entrenador que, por una vez, me supo traer a mandamiento. Entrené fuerte y por temporadas dejaba de salir para poder competir mejor. Se puede decir que me salvó la campana, porque era carne de cañón para acabar fatal con las drogas.  Mi vida amorosa era una locura absoluta y yo enfermaba de celos o, al revés, necesitaba sexo a todas horas. Todo tipo de sexo y en cualquier condición. Era un obsesión. También, recuerdo que una novia me dejó y le destrocé el coche. No lo quemé porque me pareció excesivo, pero estuve a punto. En otra ocasión, encontré a un tipo con mi novia y le di una paliza tremenda. Ahora, lo recuerdo y se me cae el mundo encima; pero, en esos momentos, me parecía lo justo. Para mí no había otra opción. Incluso coqueteé con el mundo de la pornografía y rodé alguna película. Por suerte, rápidamente vi que no tenía la paciencia ni el aguante para estar en ese mundo y lo dejé. Hice varios cursos para aprender a invertir en bolsa y fui a lo bestia con todo lo que tenía. Incluso con lo que no tenía y, como era de esperar, perdí hasta la camisa. Bueno… durante un año o dos me fue bien, pero luego comencé a hacer locuras y me quedé en la ruina más absoluta.  No tenía nada. Bueno sí, deudas muchas deudas. Mi padre no me hablaba desde los 18 años. Mi madre estaba siempre enferma y empastillada hasta las trancas. Me encontraba en un abismo absoluto. Sin amigos, sin nada. 

Tenía como 25 años y no veía ningún futuro.  Por esa época, comencé a trabajar de camarero, pero todo lo que ganaba me lo gastaba en la noche. Era incapaz de ahorrar nada y comenzar a pagar las deudas. Aun así, por suerte, entré de socio en una discoteca en la que se movía mucho dinero y comencé a sacar la cabeza. Tenía ya dos hijos con dos mujeres diferentes, a los que no hice ningún caso. Cuando cumplí 30 años murió mi padre y al año siguiente mi madre. Ahora sí que estaba sólo en el mundo y acudir a los dos funerales me hizo darme cuenta de toda mi mierda. Vi mi vida pasar y sentí que o daba un giro de 180 grados o me iba al garete. Y así fue, dejé la discoteca, dejé la mala vida y me recluí en un caserío para hacer quesos. Curiosamente, en contacto con la naturaleza, encontré una paz que jamás había podido ni soñar. Desde ahí, comencé a devorar libros de autoayuda y, por fin, llegó a mis manos el libro que lo cambiaría todo: Carácter y neurosis de Claudio Naranjo. Por fin entendí que no estaba loco o por lo menos no más loco de lo normal. Que mi personaje era así de excesivo y yo, mi yo real, había sido un títere de mi personalidad. Fue un antes y un después que me llevó a comenzar un camino de crecimiento personal que, aun hoy, considero que está empezando.

Aun así ya han pasado más de 10 años y mi vida tiene otro color. Tengo gente trabajando para mí y los quesos van viento en popa. Intento no ser un mal jefe, aunque muchas veces me veo como un auténtico tirano. Lo bueno es que me rodea gente que me ya me va conociendo y me ponen límites muy claros. Los veo y los respeto. Me gustaría retomar la relación con mis hijos, pero siento que ya llego tarde y que puede ser peor aparecer ahora en sus vidas que seguir al margen. No sé, es algo que me quita mucha energía y cada día lo veo de una forma. Y estos son algunos capítulos de mi vida. Una vida intensa, sin límites y totalmente descontrolada. También, podría parecer una vida muy vivida; pero, yo no la veo así. Creo que, ahora, es cuando de verdad comienzo a vivir. Siento el miedo por primera vez y desde ahí, tengo algo de prudencia. Siento mis emociones y puedo expresarme desde esta vulnerabilidad. Ya no veo a la mujer como un objeto. Se puede decir que sí he dado pasos. Ahora viene lo mejor o !eso espero!!» Fran B.O

SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL

Míinientrevistas a compis sateros: Eneatipo 8

MiniEntrevista CON FLORENCIA MONTEFIORE

MiniEntrevista con BITTOR UNAMUNZAGA

MiniEntrevista CON NONA MARTÍN.

FORMACIÓN online de ENEAGRAMA

Testimonio de Carol López

 

Te puede interesar:

Eneatipo 8

Subtipos del Eneatipo 8

Testimonios de los eneatipos

Deja un comentario

Scroll al inicio