Para identificar correctamente un eneatipo, es fundamental comprender bien su pasión y fijación. Estos aspectos tienen una contrapartida positiva en las virtudes y las ideas santas de cada eneatipo.
Una vez que tenemos estas dos «patas» del taburete, necesitamos una tercera para que se sostenga completamente: los mecanismos de defensa. Comprenderlos es esencial, ya que cada tipo de ego tiende a emplear ciertos mecanismos de defensa con más frecuencia.
Aunque todos los eneatipos pueden utilizar cualquier mecanismo, hay patrones defensivos que predominan en cada uno y que es útil reconocer. ¿Empezamos?
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En este post nos centramos en cómo vive cada eneatipo los mecanismos de defensa.
Si, antes de ir a por este post, quieres saber más sobre mecanismos de defensa echa un ojo a esta completa lectura sobre el tema.
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A partir de aquí te damos dos lecturas en función del tiempo (y ganas) que tengas.
Una primera más ligera y resumida y otra más profunda y detallada.
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Lectura resumida (después viene la versión larga) de Los MECANISMOS DE DEFENSA en los ENEATIPOS
TRIADA SENTIMENTAL
Eneatipo 2
El Dos se defiende con la proflexión, proyectando sus propias necesidades de afecto en forma de “cuidado” hacia los demás. Esta actitud le permite satisfacer sus deseos sin mostrarse necesitado, aunque realmente busca aprecio en retorno. Si no recibe esa misma entrega, puede experimentar un profundo resentimiento.
Además, utiliza la transferencia, trasladando sus emociones internas hacia los demás. Así, el Dos enfoca su atención en satisfacer las necesidades de otros en un intento inconsciente de recibir el afecto que, en el fondo, anhela sin revelarlo abiertamente.
Muchas veces busca en el otro, haciendo transferencia, la idealización de papá.
Eneatipo 3
El Tres recurre principalmente a la identificación, un mecanismo que le permite construir una autoimagen ideal al adoptar características de personas exitosas o modelos admirados. Al identificarse intensamente con estos roles, el Tres refuerza su sentido de valía externa, sintiéndose aceptado y querido por su desempeño.
A través de la identificación, evita explorar sus propias emociones o necesidades reales, apoyándose en una imagen superficial que le otorga un sentido de seguridad y lo mantiene enfocado en la búsqueda de logros.
Su actitud camaleónica le lleva a hacerse pasar por quien haga falta con tal de lograr sus objetivos.
Eneatipo 4
El Cuatro utiliza la introyección como mecanismo de defensa, internalizando valores y juicios de figuras significativas, lo que refuerza su sentido de identidad único pero incompleto. Este proceso le permite justificar su sentimiento de ser diferente y especial, aunque lo lleve a un doloroso sentido de carencia.
La introyección refuerza su autoimagen melancólica y le permite establecer una conexión emocional profunda con los demás, aunque no siempre sea desde un lugar realista o basado en sus propios sentimientos genuinos.
Cuando están bien neuróticos también tiran de retroflexión.
Eneatipo 5
El Cinco se protege mediante la aislación emocional, evitando el contacto afectivo para mantener una barrera que le proteja de cualquier tipo de dependencia. Este mecanismo le permite sostener su autonomía y refugiarse en su mundo interior, lejos de las demandas emocionales de otros.
También utiliza la intelectualización, enfocándose en analizar y entender desde una perspectiva racional que le permite mantener el control y la distancia frente a las emociones, asegurando así un espacio de seguridad donde no se vea “invadido” emocionalmente.
Eneatipo 6
La proyección es el mecanismo defensivo principal del Seis, que le permite externalizar sus miedos y ansiedades, atribuyéndolos a factores o personas externas. De este modo, el Seis justifica su constante estado de alerta, buscando protección en figuras de autoridad que le den una sensación de seguridad.
La proyección le ayuda a mantenerse vigilante frente a las amenazas que percibe en su entorno, otorgándole una forma de justificar su desconfianza y su necesidad de apoyo y validación externa para sentirse a salvo.
Desde ahí, a más neurosis, más situaciones catastróficas imaginará.
Eneatipo 7
El Siete emplea la racionalización como defensa, justificando su búsqueda de placer y novedades como algo “necesario” para evitar el dolor o el vacío interno. Esta interpretación le permite evadir sus miedos emocionales y mantener su enfoque en las experiencias positivas.
Desde ahí toda fantasía será poca para calmar su necesidad de seducir y vivir en los mundos de yupi.
También recurre a la sublimación, transformando sus impulsos y energía en actividades productivas o emocionantes, lo que le permite conservar su optimismo y mantenerse ocupado, evitando así enfrentar cualquier sentimiento de dolor o limitación en el presente.
Eneatipo 8
El mecanismo de defensa principal del Ocho es la negación, que le permite rechazar cualquier sensación de vulnerabilidad o dependencia. De este modo, proyecta una imagen de fortaleza y autosuficiencia, evitando reconocer sus necesidades afectivas.
La negación también le ayuda a desafiar y resistir cualquier señal de debilidad, manteniéndose firme en su identidad de control y poder. Este rechazo constante a mostrar fragilidad refuerza su sentido de invulnerabilidad, protegiéndose así de cualquier amenaza que pueda percibir.
Eneatipo 9
El Nueve utiliza la narcotización, desconectándose de sus deseos y necesidades para evitar cualquier enfrentamiento. Este mecanismo le permite mantenerse en una aparente calma, evitando situaciones que podrían romper su paz interna.
A más neurosis, más olvido de sí.
Además, emplea la deflexión, desviando su atención de los conflictos internos hacia los demás o hacia actividades repetitivas que le aseguren estabilidad. Al evitar sus propios deseos y emociones, el Nueve se refugia en la rutina, evadiendo cualquier confrontación que pudiera alterar su tranquilidad.
Eneatipo 1
El Eneatipo 1 utiliza la formación reactiva como mecanismo principal, transformando sus impulsos “inadecuados” o “imperfectos” en actitudes moralistas y de autocontrol. Este mecanismo le permite reprimir cualquier deseo que considere incorrecto, proyectando una imagen de rectitud y autocontrol. La formación reactiva le ayuda a evitar sus emociones y a concentrarse en hacer lo “correcto”.
Además, emplea la racionalización para justificar su rigidez y perfeccionismo. Este mecanismo permite al Uno convencerse de que sus estándares estrictos y su autoexigencia son moralmente superiores y necesarios. Así, racionaliza su rigidez, reforzando su sentido de integridad y evitando aceptar sus propias imperfecciones o necesidades emocionales.
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Para profundizar en el contenido sobre los mecanismos de defensa de cada tipo de ego,
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Lectura profunda de de Los MECANISMOS DE DEFENSA en los ENEATIPOS
MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 2
Una chica dos (son más habituales que chicos dos) podrá estar toda su vida buscando un hombre al que le imagina cualidades tan excelsas que nunca termina por aparecer.
En realidad, de manera inconsciente, sigue buscando aquel papá idealizado que le eligió como su niñita preferida.
Este mecanismo de defensa estrella es la transferencia.
El mecanismo de defensa secundario del Eneatipo 2 es la represión, que le permite ignorar o minimizar sus propias necesidades mientras se enfoca intensamente en las de los demás. El Dos reprime su necesidad de amor y afecto de manera tan automática que acaba centrándose en cuidar a los demás como una forma indirecta de obtener ese amor que anhela. Este patrón defensivo es una estrategia para recibir aprecio sin mostrarse necesitado, aunque internamente sí siente una gran necesidad de afecto.
En su estado más descentrado reprime sus necesidades para poner al otro por delante. Eso sí, como veremos con más detalle en la descripción del subtipo, esta “generosidad” tiene carácter de ida y vuelta; es decir, tarde o temprano el dos querrá que le devuelvas el favor.
La proflexión en el Eneatipo 2 consiste en proyectar sus propias necesidades en los demás, pero en forma de «cuidado». A través de este mecanismo, el Dos se enfoca en satisfacer a los otros como una forma indirecta de satisfacer sus propias necesidades de afecto y valoración, que prefiere no reconocer abiertamente. Así, el Dos muestra una atención desmedida hacia quienes le rodean (sobre todo si vislumbra que habrá una vuelta de sus favores), aparentando desinterés por sí mismo, cuando en realidad está buscando afecto y gratitud. Esta proflexión es una forma de proyectar hacia afuera su anhelo de ser querido, que, al no ser identificado como propio, se traduce en «necesidades ajenas».
La proflexión sería el equivalente a la falsa generosidad habitual de nuestros orgullosos.
Este mecanismo permite al Dos mantenerse en un rol de “aparentemente generoso” o “proveedor” sin confrontarse con su propia verdad. Sin embargo, cuando sus gestos no son correspondidos, puede aparecer resentimiento, pues el Dos espera (aunque sea de manera incosciente) recibir en retorno el amor que proflexivamente da.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 3
Los vanidosos apuestan por el mecanismo de la IDENTIFICACIÓN. El Tres también se defiende mediante la la negación.
Aquí usan su fijación camaleónica para buscar un referente de éxito y seguir sus pasos, a veces, casi al cien por cien.
Aunque, todas las personalidades, más allá del eneatipo dominante principal, tienen tendencia a adoptar como propios rasgos de la forma de ser de los progenitores, algunas lo hacen con más ganas. En general, la triada sentimental, tiene más tendencia a incorporar, por ejemplo, la exigencia de mamá o la búsqueda de seguridad de papá. Y dentro de esta triada, quien se lleva la palma en esta tendencia imitativa es el eneatipo tres.
La identificación le permite crear una autoimagen idealizada, al identificarse con roles que le otorgan éxito y reconocimiento. Este mecanismo, junto con la negación de sus sentimientos más profundos, le facilita ignorar su necesidad emocional de ser aceptado tal y como es, sin depender de su éxito externo. Esta defensa hace que el Tres evite entrar en contacto con cualquier emoción que pueda debilitar su imagen de eficacia.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 4
Los cuatro (nuestros envidiosos) viven apegados al pasado. Les encanta regodearse en el dolor; por ello, su mecanismo de defensa predilecto, aunque no único, será el introyecto.
Es decir, de pequeñitos se comieron a papá y a mamá y todos sus mensajes negativos y esa vocecita está, constantemente, activándose en su cabeza y perpetuando mensajes tipo: “Tú no vales”, “No mereces brillar” o “No eres digna de recibir amor”.
Esta actitud defensiva le lleva a tomar aspectos de personas y situaciones significativas en su vida, internalizando valores, juicios o rechazos externos. Esto refuerza su percepción de carencia, ya que utiliza esta introyección para consolidar su autoimagen de alguien especial pero incompleto. Este proceso refuerza su melancolía y su búsqueda incesante de autenticidad, a menudo intensificando una sensación de no pertenecer.
Desde ahí, también puede llegar a la retroflexión.
Es decir, de pequeñitos se comieron a papá y a mamá y todos sus mensajes negativos y esa vocecita está, constantemente, activándose en su cabeza y perpetuando mensajes tipo: “Tú no vales”, “No mereces brillar” o “No eres digna de recibir amor”. Ahhh!! y !no olvidar !su tendencia a la proyección !!
En la biblia del eneagrama (Caracter y neurosis de Claudio Naranjo) podemos leer que efectivamente la proyección es una de las bases de la pasión de la envidia pero también que: «(…) Destaca el mecanismo que el psicoanálisis llama «volverse contra uno mismo» (más o menos el mismo mecanismo que Perls llama «retroflexión»). Si el odio o rechazo a sí mismo está implícito en la noción de haber introyectado un «mal objeto», la idea de retroflexión sugiere que la ira generada como consecuencia de la frustración es dirigida no sólo a la fuente externa de frustración (y al frustrador original de la propia vida), sino, a causa de la introyección, a uno mismo. Queda por considerar, aparte del mecanismo de defensa principal, la existencia en el tipo IV de un fuerte contenido de represión, para el cual la introyección sería, específicamente, el mecanismo más adecuado. Creo que podría decirse que la actitud más evitada del tipo IV es la de superioridad exigente, tan natural en el tipo I. A la luz de esto, podemos afirmar que la introyección es un mecanismo que hace posible que la persona transforme la superioridad en inferioridad, al adoptar la estrategia masoquista en las relaciones interpersonales». En este sentido, estos mecanismos de defensa metafóricamente funcionan como si el envidioso no sólo se tirase a la corriente del río sino que lo hiciera con una mochila de grandes pedruscos. En este sentido vemos que aunque la ira y la envida parecen muy lejanas, hay una especie de caminito directo que las comunica con claridad.
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TRIADA MENTAL
MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 5
En la antítesis de la necesidad de confluir del nueve, se encuentra el mecanismo de defensa del cinco: el aislamiento. La huida del mundo puede ser física o no. El cinco puede llevar al extremo su avaricia y no querer compartir nada con nadie, ni siquiera su propia presencia.
El cinco puede llevar al extremo su avaricia y no querer compartir nada con nadie, ni siquiera su propia presencia. Otra forma más sutil de aislamiento es la de, estando con gente, abstraerse completamente de la conversación y mantenerse continuamente en el rol de observador. Es una forma de no mojarse y, por lo tanto, de no exponerse. Así, con este mecanismo de defensa, el cinco cree proteger su fragilidad. El resultado final, como con todos los mecanismos, es que matan moscas a cañonazos, pues efectivamente, nadie los puede incomodar, pero a cambio nadie se puede acercar a ellos y tocarles desde el corazón.
También puede tener cierta tendencia a la Disociación.
Esta aislación emocional o desvinculación afectiva se utiliza para protegerse de posibles demandas externas que puedan amenazar su independencia.
El Cinco evita sus emociones y sus necesidades de conexión, manteniéndose a una distancia que le resulta segura. El Cinco teme depender de los demás y valora sobre todo su autosuficiencia.
Por supuesto que, como buen mental, también podrá racionalizar bastante.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 6
Otros, como los seises, nuestro eneatipo más miedoso, viven siempre temiendo lo peor; así que, se van al futuro constantemente (para prever cualquier situación negativa que pueda ocurrir). Esto es el mecanismo defensivo de la proyección; con ello, se proyectan en algo o alguien para no enfrentarse a lo que sienten en el presente.
Recordamos que de los dos tipos de proyección que existen los E6 están atrapados por la proyección de imaginar escenarios catastróficos.
Otra acción muy típica de la proyección del seis consiste en ver en otras personas cosas negativas sin una lógica objetiva. El otro puede ser un santo, pero el miedo y desconfianza que ellos tienen dentro lo proyectan en su jefe, marido o amigos y, desde ahí, surgen los problemas.
Con ello, externaliza sus miedos y desconfianzas, atribuyéndolos a situaciones o personas externas. La proyección le permite vivir su ansiedad constante desde una perspectiva externa, justificando así su estado de alerta y su necesidad de buscar seguridad en una figura de autoridad o en las normas. Esto refuerza su patrón de duda y su sentido de vulnerabilidad.
En su búsqueda de seguridad, pensarán más de la cuenta y también podrán llegar a la racionalización.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 7
Los sietes tienen varios mecanismo de defensa estrella. El principal quizás sea la racionalización, pero otros como la sublimación o deflexión, también están muy presentes.
El experto en eneagrama Luis Solinho, apunta para los golosos: «La sublimación es una defensa por la cual la energía del impulso instintivo se canaliza y se transforma en formas socialmente aceptables. Por ejemplo, la agresividad se transforma en respuestas agudas e ingeniosas.
Se vuelve ciego a su necesidad y a su instinto, permaneciendo consciente de sus motivación altruista y generosa. Esto también explica la proclividad de este carácter a la fantasía y a la planificación, pues sus verdaderos objetivos se pierden en eta transformación».
Mediante la racionalización, el Siete evita el dolor y el vacío, reinterpretando sus impulsos y deseos como algo lógico y justificado. Esta defensa le permite evitar cualquier introspección profunda que pudiera confrontarle con el sufrimiento. En lugar de eso, se evade mediante la búsqueda constante de nuevas experiencias.
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TRIADA VISCERAL
MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 8
Otro mecanismo de defensa típico es la negación. Por ejemplo, los ochos niegan su propia delicadeza y sensibilidad. También su miedo.
No es que no sientan, sienten, pero lo ningunean con tanta fuerza que se presentarán al mundo sólo desde la fuerza y la potencia. Su fijación de la venganza da cuerpo a su tendencia pasional de la lujuria y el mecanismo de la negación, les libra de conectar con la parte más inocente (propia y del otro).
Así, rechaza cualquier muestra de vulnerabilidad o dependencia. A través de la negación, el Ocho puede proyectar una imagen de fortaleza, autosuficiencia y control, evitando aceptar sus propias emociones de miedo o necesidad de afecto. Este mecanismo lo lleva a ser percibido como autoritario y contundente, manteniéndose firme ante cualquier amenaza de debilidad.
La negación en el Eneatipo 8 se manifiesta como un rechazo inconsciente de cualquier debilidad. Un ejemplo claro puede observarse en situaciones de enfermedad: un Ocho, al sentir los primeros síntomas de un problema de salud, tenderá a ignorarlos o minimizarlos, diciendo cosas como “No pasa nada” o “Es solo un malestar pasajero”, y continuará su rutina diaria sin prestar atención. Este mecanismo de negación le permite sostener su autoimagen de fortaleza e independencia, evitando reconocer cualquier situación que implique dependencia o fragilidad. Además, si alguien cercano expresa preocupación por su estado, el Ocho puede reaccionar con molestia o desprecio, insistiendo en que puede manejarlo solo y que «no necesita ayuda». Esta actitud no es solo una decisión consciente; es un mecanismo defensivo profundo que le permite evitar sentimientos de impotencia, manteniendo su identidad basada en el control y la autosuficiencia.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 9
Sin embargo, los nueves apostarán por el mecanismo de defensa de la retroflexión, que también gusta mucho al cuatro, y se harán pupita ellos mismos antes de lastimar al otro.
El mecanismos de defensa de la deflexión en el Eneatipo 9 actúa como una forma de desviar la atención de sí mismo, evitando entrar en contacto con sus propios deseos, emociones y conflictos internos. Este mecanismo defensivo permite al Nueve esquivar cualquier confrontación personal, ya sea con sus propias necesidades o con las demandas externas, manteniendo así una sensación de paz y estabilidad. La deflexión se observa, por ejemplo, cuando alguien le pregunta directamente al Nueve sobre sus sentimientos o preferencias. En lugar de responder de manera clara y directa, el Nueve tiende a restarle importancia o a hablar de temas generales, sin centrarse realmente en lo que siente o necesita. Esto le impide actuar de acuerdo a sus propios deseos, pues se habitúa a desviar su atención hacia el entorno y evitar situaciones que alteren su tranquilidad.
Sus ganas de buen rollo y su tendencia a la confluencia es tal que jamás harán un reproche o recriminación a las personas que ellos han idealizado. A cambio, ellos mismos se comerán todo lo que se tengan que comer. Son masoquistas profesionales. Otros mecanismos estrella de los perezosos de sí mismos son la narcotización y la confluencia.
La confluencia en el Eneatipo 9 se manifiesta como una tendencia a diluirse en los deseos y opiniones de los demás, evitando conflictos. Este mecanismo defensivo lleva al Nueve a desconectarse de sus propias necesidades y opiniones, adaptándose automáticamente a su entorno. De este modo, el Nueve «fluye» con los deseos de quienes le rodean, perdiendo de vista su propio rumbo y necesidades. En situaciones de grupo, esta confluencia se traduce en una actitud de aparente acuerdo y participación, pero sin un compromiso real ni un posicionamiento propio. Esto le permite evitar confrontaciones y mantenerse en una posición cómoda y estable, aunque a costa de su propio autoconocimiento y crecimiento. Con el tiempo, el Nueve puede sentir una desconexión profunda de sí mismo, habiendo dejado de lado sus verdaderos deseos y necesidades en favor de la armonía externa.
De hecho, el E9 es el rey de la narcotización. Con ella, evita cualquier conflicto o incomodidad interna. Al desconectarse de sus deseos y emociones, el Nueve se mantiene en una zona de calma y armonía aparente, escapando de situaciones que podrían perturbar su paz. Esto le permite evitar el autoconocimiento y la confrontación de sus propias necesidades, sumergiéndose en rutinas, distracciones o actividades que le mantengan “adormecido”.
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MECANISMOS DE DEFENSA del Eneatipo 1
El mecanismo de la ACTITUD REACTIVA es muy eficaz a la hora de reprimir emociones. Quién más entra en este juego es el eneatipo 1 y la represión de la ira (pasión) va de la mano de fijaciones como el exceso de control, el perfeccionismo o la necesidad de tener razón.
En palabras de Claudio Naranjo: «(…) Podemos decir que la formación reactiva subyace y es también el funcionamiento mental por el que la energía psicológica de la ira se transforma en «impulsividad» obsesiva. Por otro lado, la formación reactiva puede considerarse como el proceso que marca la transformación de la gula en ira, pues la autoindulgencia de la gula puede considerarse la actitud más evitada del perfeccionista, cuyo carácter es el menos autoindulgente de todos, el más altamente dotado de una «austeridad virtuosa». La postura activa y autoconfiada de la ira no es sólo una cuestión de represión de las necesidades orales pasivas, sino una transformación, ya que podemos considerar la ira como un modo alternativo de satisfacer la propia necesidad de amor subyacente, pero no mediante una regresión hedonista, sino mediante una progresión antihedonista hacia un autocontrol prematuro y un aumento de la tolerancia ante la frustración. En lugar de ser una mera cuestión de renunciar a las expectativas orales, como puede parecer superficialmente, el caso de la ira consiste en que las expectativas son asumidas asertivamente, siendo al mismo tiempo racionalizadas como exigencias legítimas. De acuerdo con este análisis, pues, la formación reactiva tanto genera ira como supone una defensa contra su reconocimiento, además de constituir el mecanismo subyacente al perfeccionismo, la moralidad, la benevolencia consciente, la crítica «bienintencionada», la ética antihedonista del trabajo duro, etc.» La represión de las necesidades habitual en el eneatipo 2 también se puede entender en la represión de la Ira de los subtipo no sexuales del uno.…Con todo ello, vemos que estos automatismos del ego perpetúan el vacío vital de cada eneatipo. Por lo tanto, el plan correcto es radiografiar con detenimiento los mecanismos de defensa de cada eneatipo, para ser conscientes de ellos y, poco a poco, darles la vuelta.
El E1, guiado por una constante necesidad de rectitud, utiliza la represión emocional y la racionalización como sus principales mecanismos de defensa para encubrir deseos o impulsos que considera «inmorales» o «imperfectos». La formación reactiva le permite transformar su rabia o deseo en un control riguroso de sus acciones, proyectando una imagen de autocontrol y moralidad que lo aleja de cualquier conducta que juzgue inapropiada. Este mecanismo, además de mantener su apariencia de perfección, evita que entre en contacto directo con emociones que podría ver como una «debilidad».
La racionalización, por su parte, actúa justificando su rigidez y perfeccionismo: el Uno interpreta su estricta autoexigencia como necesaria y moralmente superior, convencido de que “hacer lo correcto” justifica su conducta rígida. Esto le permite sostener su visión idealizada de sí mismo como una persona íntegra y controlada, blindándose contra su propia vulnerabilidad.
Para profundizar en los subtipos y completar el contenido sobre los mecanismos de defensa de este tipo de ego,
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Texto redactado por Haiki
Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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