Amor propio y autoestima son dos conceptos que conviene aclarar y matizar.
Sobre todo ello hemos desarrollado el siguiente post que te va a gustar.
¿Te vienes con nosotros?
…
1. Definición de amor propio y autoestima
El amor propio es la relación afectiva que mantenemos con nosotros mismos: aceptarnos, cuidarnos, respetarnos y tratarnos con compasión, más allá de logros o defectos. Es elegirnos sin necesidad de aprobación externa. La autoestima, en cambio, es la valoración que hacemos de quiénes somos, de nuestras capacidades y méritos o incluso logros. Una baja autoestima da como resultado un yo inestable que, en ocasiones, no está ni para salir a jugar al mundo. Puede fluctuar según el contexto; pero, si se basa solo en lo externo, resulta frágil. Cuando amor propio y autoestima se integran, surge una base sólida para vivir con autenticidad, afrontar retos y vincularnos desde la coherencia, la confianza y el respeto.
Amarse a uno mismo no es vanidad ni exceso de orgullo. Es recordarse cada día que no puedo vivir sin mí. Hemos aprendido a cuidar al otro, a esperarlo, a darle lo mejor… pero, ¿cuándo nos dimos lo mismo? En ocasiones, llamamos egoísmo a ese acto sagrado de ocupar nuestro centro, cuando en realidad es un regreso al hogar. Aceptar lo que somos, incluso lo que no nos gusta, es el principio del cambio. Solo cuando dejamos de luchar contra nosotros, algo en nosotros empieza a transformarse. El amor propio es un arte delicado: escucharse, comprenderse, celebrarse. En este auto-amor debiera haber las mismas ganas de aceptar lo que hay como de cambiar lo que no nos convence de nuestro yo actual. Y desde ahí, podemos elegir con quien caminamos amorosamente. Desde la NO necesidad, tan solo desde la confianza en que con un otro estaremos mejor todavía.
La autoestima es la percepción que tenemos sobre nuestro valor personal y nuestro autoconcepto. Se forma desde la infancia a partir de cómo nos tratan, lo que nos dicen y cómo interpretamos nuestras experiencias. Cuando es sana, nos sentimos capaces y valiosos; cuando es débil, buscamos validación externa. Si no hubo un buen reconocimiento por parte del sistema, la autoestima se cimentó sobre cimientos de barro. Álex Rovira lo resume así: “La autoestima es un trabajo personal que nadie va a hacer por ti, nadie puede dártela con su amor o reconocimiento. Tampoco te la procurará el éxito. Solo tú puedes amarte a ti mismo.”
El amor propio va más allá: no se trata solo de cuánto nos valoramos, sino de cómo nos tratamos y respetamos. Desde la perspectiva de los 3 amores de Naranjo tendría que ver con cómo cada uno de ellos (admirativo, compasivo y dionisiaco) está presente en nuestra vida. Es una actitud de fondo que implica coherencia, fidelidad a uno mismo y capacidad de sostenerse incluso cuando no se recibe aprobación. Walter Riso lo define como “la recuperación del yo… desobedecer los condicionamientos que uno ha tragado sin cuestionar.” Es un acto de autonomía y dignidad. Es desmontar falsas creencias e introyectos para llegar a nuestro yo real.
Desde la perspectiva del Eneagrama, Claudio Naranjo subraya que el amor propio surge del autoconocimiento profundo. Para él, no basta con tener un ego adaptativo, sino que hay que disolver la falsa imagen que construimos. El trabajo, de hecho, consiste en que el ego cada vez tenga menos presencia en nuestras vidas. Como señala: “La autoestima real no viene del ego fortalecido, sino de la disolución de la mentira sobre quién creemos que somos.” Amar(se) es regresar a la verdad de lo que somos.
2. Diferencias entre amor propio y autoestima
Aunque relacionadas, autoestima y amor propio no son iguales. En nuestra opinión, la autoestima depende de cómo nos va en la vida; sube o baja con logros, fracasos o juicios ajenos. Es algo más frágil. El amor propio es más estable, porque nace de una decisión interna: tratarse bien, pase lo que pase. Es la base que permite sostenerse incluso en momentos de inseguridad.
También se diferencian en su dirección. La autoestima busca una cierta (e inevitable) validación; el amor propio, coherencia. Una persona con autoestima alta puede no tener amor propio si no sabe decir no o se adapta en exceso. De hecho, mucha gente confunde una buena autoestima con un ego bien inflado. Walter Riso afirma: “La dignidad implica que tú eres un sujeto y no una cosa. Eres un interlocutor válido.” Es decir, el amor propio da firmeza, incluso si hay duda.
Mientras que la autoestima es un reflejo de lo que sentimos sobre nuestro valor, el amor propio es la acción de cuidarnos y respetarnos. De dar espacio a nuestro niño interior, pase lo que pase. Amar(se) no es sentirse siempre bien con uno mismo, sino actuar con integridad aunque no se tenga confianza plena.
.
Álex Rovira distingue estos tres términos que tienen que ver con todo esto:
La autoestima se refiere a «cuánto te quieres».
La autoimagen es «cuánto te gustas». Las crisis de autoimagen suelen manifestarse en la adolescencia y a menudo no son un problema estético, sino «psicoestético».
El autoconcepto es «cuánto te valoras». Este autoconcepto se hace fuerte «aprendiendo, leyendo, haciendo proyectos que te hacen crecer en la interacción con personas, equivocándose y aprendiendo». Es decir, a través del «alimento espiritual, intelectual y emocional que metes en tu ser, en tu psique».
Según Rovira la dignidad personal pasa por una buena interacción de estas tres ideas.
Formación de EneagrAMA en el AMOR
3. Cómo mejorar nuestro amor propio y autoestima
Para fortalecer la autoestima es clave revisar nuestro diálogo interno. En palabras “naranjianas” dinamitar muchas de las ideas locas, es parte del proceso. Identificar creencias dañinas y transformarlas permite vernos con más comprensión. Álex Rovira dice: “Lo que crees es lo que creas.” Si no nos damos tiempo a radiografiarnos, contarnos verdad y ser honestos con nosotros mismos, nos haremos trampas al solitario. A partir de ahí, toca pasar a la acción y tener claro que el cambio se da de a poquitos. Hablarte con amabilidad y verdad puede cambiar tu percepción y tu capacidad de actuar.
El amor propio, en cambio, es un estado más interno que, en muchas ocasiones, tiene que ver con el resultado de dar lugar a la emoción (sea cual sea, cuidar nuestros pensamientos y tener una buena higiene de hábitos saludables. Poner límites, tener un propósito, dar lugar a nuestra espiritualidad, estar en paz con nuestra familia de origen, cuidar el cuerpo o elegir relaciones sanas, nos darán un buen termómetro de cómo estamos realmente. No basta con pensar en uno mismo con cariño, hay que demostrárselo. No basta con querer amar bien, hay que entrenarse en amar bien. Y esto, nos guste o no, implica trabajo personal. Claudio Naranjo lo expresa así: “En la medida que avanzamos en el proceso de autoconocimiento, surge una compasión hacia uno mismo que antes era impensable.”
Ambos procesos requieren constancia. No son estados que se alcanzan y ya, sino prácticas diarias. Amar(se) es priorizarse sin egoísmo, sostenerse sin exigencia y construirse desde la autenticidad, no desde el deber ser. Paso a paso, se puede.
Autores: Agnieszka y Lorenzo / Haiki
…
Formación de EneagrAMA en el AMOR
También te gustará:
Las EMOCIONES en los eneatipos
Diferencias entre amor propio y autoestima
.
.
.
.
.