Hoy tenemos el placer de conocer un poco más a Vanesa Peña. Una mujer que lleva muchos años mirando para dentro y los frutos de este trabajo son evidentes. Florecen en forma de diferentes proyectos y en todos ellos podemos ver una mujer valiente, comprometida y que se entrega en el cuidado. Cuidado propio y del otro.
Hablaremos con ella de contact Integrativo, In (rebirthing, respiración holotrópica, apnea), danza – trance y mucho más.
Y si ves que interesa lo que dice, no dudes en contactarla y poder participar en alguno de sus talleres. Te aseguramos que no te arrepentirás.
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VANESA PEÑA:
Crecí mostrándome introvertida como si tuviera la garganta estrujada y no pudiese expresar mi verdad. Mi mundo interior siempre tuvo una amplia riqueza. Largas conversaciones silenciosas con la existencia y una comunión intuitiva con lo invisible que me hacía vivirme en lo perfecto, aunque las experiencias vitales mundanas que atravesaba fueran intensas y desestabilidoras.
Nací en un barrio obrero donde la escasa economía en las familias echaba a los jóvenes a la calle y a las drogas. Soy hija de un estanquero y mis labios jamás sostuvieron un cigarro, las bebidas alcohólicas me parecen extremadamente aburridas y nunca ninguna sustancia se acercó a tentarme. Altos niveles de pureza y protección ante las adicciones.
Un bendito día aparece en mi camino el chamanismo y las plantas sagradas. Desde entonces mi percepción de la vida cambia radicalmente. Cuando entro en comunión con la planta me sorprendo, de nuevo aquí dentro dispuesta a seguir muriendo. Sin duda ha sido la vía más alumbradora y desgarradora obligándome a entrar en humildad y tomar mi sabiduría.
La maternidad y toda la anécdota que la rodea vuelven a tumbar todas las estructuras que ya no servían e impedían mi realización y libertad.
La necesidad de ser vista, la seducción sin canalizar, el miedo al rechazo, la dependencia emocional, las compensaciones energéticas que se dan en las relaciones, las guerras de poder, la víctima, la iracunda, la salvadora y tantas otras alteraciones que me vestían han quedado ridículas bajo la luz de la conciencia. Lo único que me pone a salvo es la entrega interna, saberme viva y sostenida por la propia vida y su flujo divino.
Madurez, responsabilidad, sanación, satisfacción y felicidad son la huella vibracional que se me regala por atreverme a romper con la esclavitud de la mente condicionada.
Dedicarme con pasión a lo que me gusta, sirve y amo es el motor principal de mi actual sensación de libertad y bienestar.
Sólo gratitud.
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