Rescatamos las sabias palabras de, Claudio Naranjo, nuestro querido maestro recientemente fallecido.
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«Cuando murió mi hijo sí me conmoví mucho. Él tenía 11 años. Parece como una muerte muy prematura. Un accidente de coche, que rodó por un precipicio. Fue el sábado santo. Aunque no soy religioso cristiano, para mí hay personas que tienen algo de Cristo.
Mi hijo fue así. Lo comparaban mucho con el principito. Tenía una mente así, era también un niño muy bello.Yo sentí que él había venido al mundo justo para hacerme el regalo de ese sufrimiento que nadie más me lo podía dar.Un sufrimiento que me dio la posibilidad de sentir un amor mayor; por eso digo que con su muerte empezó mi camino.»
Claudio Naranjo.
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“todos nos vamos a morir…. Es una verdad. ¿Cómo es que vivimos como si no nos importara? ¿Es que lo sabemos o lo sabemos solo intelectualmente?, no lo sabemos emocionalmente. No lo sentimos.
¿Cómo es que no sentimos que nos vamos a morir? Si sintiéramos que nos vamos a morir seriamos mejores personas….no seríamos tan narcisistas.
Si sintiéramos que nos queda poco tiempo para vivir, lo aprovecharíamos mejor… si, realmente, sintiéramos, tal vez nos dedicaríamos un poco más a buscar eso que no es mera supervivencia y comodidad o dinero o status, las cosas más profundas de la vida, las buscaríamos si supiéramos que la vida es un recurso escaso, que lo es.
La muerte es obvia y no la sentimos. Sabemos cosas intelectualmente pero no las sabemos con todo nuestro ser, porque son demasiado grandes, profundas indigeribles. Una persona cuanto más alejada vive de la vida real, menos en sintonía con sus potencialidades.
Más traumática la conciencia de la muerte…menos tragable la realidad. La muerte significa un despertar más tremendo a una persona cuya vida no tiene sentido. Una persona que está satisfecha de la vida puede decir ya estoy satisfecha, podría morirme en paz.
¿Qué es lo que la gente menos conoce de la vida? La ceguera, la gente no se ve el punto ciego.
Pero el propósito de la vida se satisface por ser más conscientes.”
Visto en labarcadecaronteblogmuerteaetg.
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“(…) Durante un tiempo, Claudio acompañó a su mujer en el hospital. Estuvo ocupado con su recuperación. Pero al cabo de unas semanas, regresó a su casa y se echó en la cama de Matías para llorar. Y después de mucho llorar —lloró sin parar dos meses—, Claudio se hizo la reflexión de por quién estaba llorando: si por Matías, o por él.
“Me di cuenta de que no lloraba por mí, porque yo podría perfectamente soportar su ausencia si esta hubiera tenido sentido, como si se tratase de un largo viaje; pero me di cuenta de que tampoco lloraba por él, pues tenía fe en que él estaba en un mundo mejor y que para él la muerte no era una tragedia”.
De esta manera, el sufrimiento se transformó en una fuerte presencia de Matías. Naranjo sintió entonces como que lo volvía a querer de una forma más intensa a como lo había querido antes, cuando el niño estaba vivo. Se sintió como bañado en él, y supo que no tenía sentido llorarlo más. “No tenía que llorar ni por él ni por mí”.
En aquella circunstancia terrible, se gestó el renacimiento espiritual de Claudio. En el envés del sufrimiento por el duelo de su único hijo, la aceptación y el amor transformaron la existencia de Claudio.”
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“(…) En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más.
Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir.
Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida.
Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora.
A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.”
Visto en Lamar – Escuela de Psicoterapia Gestalt
“(…) La vida es así, está hecha de muertes y resurrecciones. Entrégate al dolor conscientemente, luego la vida volverá de otra manera”.
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Autores del post: Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó (Haiki)
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muy interesante el articulo
Gracias por tus palabras.