#Minientrevista CON CARLOS GIL

Siempre es un placer compartir #Minientrevistas con compañeros del camino, pero, en este caso, estamos especialmente contentos de presentaros a nuestro amigo Carlos Gil. Como veréis, a pesar de ser un cinco, nuestro protagonista ha salido de la cueva y nos cuenta muchas cosas con gran generosidad.

-¿Qué es para ti la auténtica felicidad? ¿Cómo ha sido tu camino de crecimiento personal?

Voy a mirar de contestar a estas dos preguntas conjuntamente, pues el camino de la búsqueda de la auténtica felicidad va de la mano del camino de crecimiento personal y uno y otro discurren entrelazados.

 

Por mi formación cristiana, asocié la felicidad a una frase del evangelio que se me presentó un día de hace unos 10 años de una forma abrupta y desde una perspectiva totalmente nueva a la que había tenido, que decía algo así: “El reino de los cielos está entre vosotros”. Algo me hizo entrever que ese “reino de los cielos” y la auténtica felicidad que todos buscamos de una manera o de otra, eran exactamente la misma cosa.

 

Yo siempre había creído (un introyecto más) que la frase hablaba de una felicidad exterior a uno mismo; sin embargo, el lugar “entre vosotros” apuntaba no ya a un cielo futuro que se me prometía si era bueno una vez muriera y me había adecuado a los estándares de una moral preestablecida, como la copa que se ofrece como premio al ganador de una carrera, sino que estaba abriendo la puerta a que esa felicidad duradera podía ser presente y no futura. Por tanto, empezaba a ver que ese reino o esa felicidad tenían algo de alcanzable y, en consecuencia, de vivenciable.

¿Cómo abrirse a ella, si está aquí entre nosotros?, me pregunté. ¿De qué manera puede ser experimentada?

Leí en algún sitio una nueva concepción de la frase que sustituía el “entre vosotros” por “en vosotros”. De esta manera, parecía que el lugar señalado era en uno mismo y no fuera. Esto me abrió aún más los ojos, y una ligera vibración como la que ahora siento al recordarlo me recorrió la cabeza y la espalda por dentro.

Ya tenía claro, mentalmente y también por haberlo intuido a través de una vibración corporal interior, que la felicidad auténtica era presente e interior a uno. Pero mi experiencia me decía que ese estado era totalmente fluctuante, y que cuando desaparece queda un poso de anhelo o de vacío. ¿Cómo buscar que fuera estable? ¿Cómo viajar hacia dentro en pos de ese santo grial de la felicidad?

El evangelio me dio una pista sobre ese “cómo”, que llegó como una segunda fuerte intuición. Creo que se trataba de un episodio de un funcionario recaudador de impuestos, al que le dijeron algo así: “si no os convertís y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos”. “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Entendí que nacer de nuevo implicaba morir; pero… ¿morir a qué?. Me parecía una indicación importante, pero me faltaba una forma práctica, un vehículo, para ese viaje interior y esa muerte.

 

Ahora, empiezo a tomarme menos en serio la búsqueda de esa felicidad, y dejar que sea ésta la que me encuentre a mí. Abriéndome más a su llegada, en lugar de cerrarme en el esfuerzo obstinado de su búsqueda.

 

Durante una época me olvidé del tema, hasta que cayeron unas frases del Bhagavad Gita que decían algo así como “tú llevas en ti mismo un amigo sublime que no conoces. Porque Dios reside en el interior de todo hombre, pero pocos saben encontrarlo”. Volvía a ver un gran paralelismo entre una cosa y otra.

 

La formación de Gestalt me ayudó a ir quitando todas esas capas que habían cubierto ese niño que todos llevamos dentro y que una vez fue profundamente feliz. Por tanto, la auténtica felicidad es una vivencia interior que no es para encontrarla como algo nuevo y desconocido, como algo de lo que no disponemos, sino que se trata de recuperar una vivencia que todos tuvimos en algún momento de nuestra niñez, de re-memorarla y re-experimentarla.

 

Como esas horas de niñez en las que jugábamos y perdíamos totalmente la noción del tiempo, y una tranquilidad y una paz nos acompañaban. Ya no había un niño, un juguete y un juego sino que las tres cosas se entremezclaban en una sola. Como cuando nos quedamos mirando el mar durante minutos y teníamos una sensación como de desaparecer, durante unos momentos nuestros problemas se esfuman y nos relajamos en el sonido rítmico de las olas.

 

Mi herramienta central para recuperar esa felicidad fue encontrar los audios de uno de los psicólogos precursores de la psicología transpersonal en España: Antonio Blay. Y he tenido la suerte que sus enseñanzas me llegaran personalmente a través de Ricardo Vidal, una persona que estuvo con él 14 años. Esta línea de trabajo es el pilar básico de toda mi formación, pues aúna los aspectos psicológicos de la persona con los más espirituales.

 

También me ayuda mucho la expresión corporal con música, la bioenergética, el movimiento auténtico, las constelaciones y la meditación. El proceso Hoffman también fue decisivo para tomar contacto con ese niño interior.

 

Recuerdo con un especial cariño un curso de 10 días de silencio con Mooji en Portugal.

 

Ahora y desde hace 2 años, dar clases de atención y meditación a niños me ayuda mucho a darme cuenta que la auténtica felicidad está más en el dar que en el recibir. Ser testigo de los pequeños darse cuenta de los niños y de los alumnos de la formación de Gestalt en la que estoy de observador, me dan una felicidad que ningún curso que he recibido han podido darme.

 

-Si nos centramos en el eneagrama, ¿cuál dirías que es su mayor potencial? Te animarías a contarnos en qué eneatipo te sitúas y qué es lo que más te identifica con él.

Mi mayor potencial está en la capacidad de enseñar y de transmitir tranquilidad. Mi capacidad de escucha y de observación también son 2 de mis mayores fortalezas.

Me sitúo en el 5 social, por ese halo de misticismo y seriedad que me envuelven y que, por una parte, me permiten dedicarme a la enseñanza, a llevar los grupos de meditación quincenales de la Fundación en Mallorca y que, a la vez,  me doy cuenta que esta máscara me limita en mi aspecto más espontáneo y fresco. Noto una carencia de energía y alegría que atribuyo a una necesidad de guardar, de no compartir, por si acaso me desgasto, por si fuera a ser invadido por el otro. Esto me lleva a una necesidad de apartarme del otro, pues a menudo siento una sensación de incomodidad al estar con el otro, y un pensamiento fugaz de “estoy molestando o invadiendo” recorre mi mente. Por eso, a momentos, tengo tendencia a retirarme, a estar solo, como un móvil que necesita recargarse de nuevo cuando se agota, siendo mi cueva el lugar donde consigo esa recarga.

La frase “mi reino no es de este mundo” y “más vale solo que mal acompañado”, suelen sonar mucho en mi cabeza.

 

Actividad profesional de Carlos Gil: tengo 42 años, estoy casado y tengo una niña de 8 años y un niño de 4 años,  soy ingeniero industrial de profesión, y laboralmente la parte de mi trabajo que más me apasiona es la de dar clases de energías renovables y cambio climático en Institutos y Colegios, introduciendo aspectos emocionales y también de trabajo corporal con música con los niños, en los colegios e institutos de Mallorca.

Trabajo diariamente de voluntario en el CEIP Puig de Na Fátima de Puigpunyent, dando clases de valores, atención, meditación y trabajo corporal con los niños.

También llevo quincenalmente junto con Assumpta Mateu los grupos de meditación de la Fundación en Mallorca.

El trabajo terapéutico individual, donde puedo poner en práctica todo lo aprendido, también me apasiona.

Correo: carlitg@hotmail.com

 

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Autores del post: Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó (Haiki)

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