Desde que Nietzsche pusiera en evidencia la yuxtaposición entre Apolo y Dionisio (dos vías no excluyentes sino complementarias), son muchos los autores que han tirado del hilo para explicar sus teorías o el propio mundo que nos toca vivir. Entre ellos, nuestro querido Claudio Naranjo es uno de los más destacados.
Pero, a esta pareja de fuerzas, yin-yang, hoy unimos un tercer vector: lo oriental de la mano de Vincenzo Rossi.
APOLO
“(…) El espíritu apolíneo subordina cualquier otra instancia a la respuesta del oráculo. Una vez que recibe el dictamen y comprende su verdad, actúa en consecuencia para conseguir un resultado determinado. Si se distrae o desvía de la línea trazada por el dios, corre el riesgo de ser castigado sin miras de salvación.
También en lo psicológico, el carácter apolíneo se culpabiliza o culpa a otros. Prefiere que haya un responsable para castigar, aunque sea él mismo, antes que quedar sin explicación y aceptar lo ilógico de algunos aspectos de la existencia.
Por otro parte, debemos reconocer en este carácter apolíneo una pasión por la verdad, por la comprensión. El miedo y la ansiedad son, en el fondo, los síntomas apropiados por el hecho de vivir sin comprender la existencia.
DIONISIO
“(…) Los ritos y las prácticas dionisiacas, por otro parte, iban desde el simple festejo alegre de la vendimia a la bacanal extática; es decir, al logro del éxtasis como alteración.
Un papiro órfico nos habla de un importante símbolo de Dionisio: el espejo. AL mirarse en el espejo, Dionisio no se ve reflejado a sí mismo; sino que ve al mundo. El mundo, entonces, sería solamente el reflejo de un dios, una ilusión una apariencia. ¡Pareciera que se estuviera leyendo la descripción del concepto de Maya de la filosofía hindú!.
Si se ha emprendido un camino de crecimiento interior o recorrido de conocimiento, la actitud dionisiaca puede traducirse en un dejarse llevar por la curiosidad, el entusiasmo del descubrimiento de nuevas escuelas, nuevos maestros, que cada vez parecerán los justos, verdaderos y resolutorios, hasta negarlos nuevamente, para volver a cambiar. De este modo, se toma siempre la parte inicial, superficial, de cada experiencia.
ORIENTE
“(…) El oriental medita, busca una vía para conectarse con la realidad más allá de la apariencia de Maya, más allá del juego cósmico. Este dato es significativo, y, tal vez, más que ningún otro indica como el oriental busca evitar la existencia apuntando a la Esencia, mientras que el occidental busca modificar la existencia con su propio esfuerzo.
Otra característica del oriental es su particular relación con el tiempo. Todo podría ser eterno: una conversación, un paseo, una lectura. En realidad, hay un fondo de sabiduría en esta actitud, que corresponde a la conciencia de una dimensión sobrenatural en la que el tiempo no existe. Pero en lo cotidiano esta visión filosófica no favorece un buen contacto con la realidad y se puede manifestar como incapacidad para poner un límite, terminar una acción, llegar puntual o emprender algo aquí y ahora. La vida paso y la aferro nunca.”
Extractos de “La vida en movimiento: el sistema Río Abierto: sanar los bloqueos emocionales”
Autor: Vincenzo Rossi
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Autores del post: Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó (Haiki)
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