Cuando hablamos de pasiones nos referimos a la parte emocional del eneatipo. Cuando hablamos de fijaciones nos estamos refiriendo a las tendencias cognitivas de cada eneatipo y, desde ahí, llegamos a las ideas locas.En paralelo a ellas, y muchas veces entremezclados, aparecen los MECANISMOS de DEFENSA. Éstos tienen que ver con cómo pasa a la acción cada eneatipo y los patrones de comportamiento habituales de cada uno de ellos.Aunque cada eneatipo tiene su MECANISMO de DEFENSA estrella, algunos de ellos son compartidos por varios eneatipos.
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Una vez entendidas las pasiones y las fijaciones, nos encontraríamos con los mecanismos de defensa que tendrían que ver con la parte más visceral de cada eneatipo.
Según Claudio Naranjo:“(…) El concepto de mecanismo de defensa es tan esencial para el psicoanálisis y para la psicoterapia en general, que bien podríamos esperar que la mera consciencia de las defensas fuese algo terapéutico; sin embargo, tengo la impresión de que poco se ha enseñado acerca de cómo trabajar más específicamente con las defensas. Y no está del todo mal que el asunto no se aborde a través de la aplicación de técnicas estándares, ya que si hemos de sanar a través del entendimiento de nuestra ceguera, es la comprensión de una persona viviente la que más ayudará al nuestro, y no el recurso de procedimientos mecánicos. (…) pocas cosas son tan útiles a un terapeuta como la comprensión de las defensas en la situación clínica. Imagino que Fritz percibía las defensas implícitamente como parte esencial de los estilos de personalidad, y que se mostraba muy sabio al trabajar con ellas. Recuerdo, por ejemplo, cómo ante el histrionismo recurría a la desdramatización, o cómo procuraba que los esquizoides reconocieran sus deseos y su dolor.”Estos mecanismo de defensa, que muchas veces cuesta tanto ver a cada eneatipo, son movimientos inconscientes que cada carácter reproduce desde tiempos muy lejanos. En este vídeo nos podemos hacer una idea de cada uno de ellos.
Llegado este punto, es interesante pararnos a ver por qué y para qué hacemos las cosas; porque si lo entendemos quizás podamos liberarnos de ellas. Nuestros patrones “invisibles” de conducta nos han traído hasta aquí; pero no significa que no podamos hacer nada al respecto. Bien al contrario, a más conocimiento de nosotros mismos, más posibilidades de cambio. A cada eneatipo le cuesta la vida entender que estas actitudes no son buenas para él. Son soluciones que encontró el ego de cada personalidad para sobrevivir, pero no más.Hoy ya no es momento ni de lamentación ni de resignación. Es el día de aceptar lo que fue, de dar gracias por cómo fue (fuese como fuese) y confiar en que, aquí y ahora, con la ayuda que sea necesaria, podemos responsabilizarnos de nuestras vidas y evolucionar. Esto no es un brindis al sol, ni de repente estemos en la onda del pensamiento mágico positivo; es todo lo contrario. Es ponernos el mono de trabajo, bajar al sótano, remover la mierda que haya que remover y apostar por nosotros mismos.
De hecho, si no lo hacemos nosotros ¿quién lo hará?
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Una chica dos (son más habituales que chicos dos) podrá estar toda su vida buscando un hombre al que le imagine cualidades tan excelsas que nunca termina por aparecer. En realidad, de manera inconsciente, sigue buscando aquel papá idealizado que le eligió como su niñita preferida. Este mecanismo de defensa es la transferencia. A su vez, el eneatipo dos usa el mecanismo de defensa de la represión. En su estado más descentrado reprime sus necesidades para poner al otro por delante. Eso sí, como veremos con más detalle en la descripción del subtipo, esta “generosidad” tiene carácter de ida y vuelta; es decir, tarde o temprano el dos querrá que le devuelvas el favor.
La proflexión sería el equivalente a la falsa generosidad habitual de nuestros orgullosos.
Los vanidosos apuestan por el mecanismo de la IDENTIFICACIÓN. Aquí usan su fijación camaleónica para buscar un referente de éxito y seguir sus pasos, a veces, casi al cien por cien. Aunque, todas las personalidades, más allá del eneatipo dominante principal, tienen tendencia a adoptar como propios rasgos de la forma de ser de los progenitores, algunas lo hacen con más ganas. En general, la triada sentimental, tiene más tendencia a incorporar, por ejemplo, la exigencia de mamá o la búsqueda de seguridad de papá. Y dentro de esta triada, quien se lleva la palma en esta tendencia imitativa es el eneatipo tres.
Los cuatro (nuestros envidiosos) viven apegados al pasado. Les encanta regodearse en el dolor; por ello, su mecanismo de defensa predilecto, aunque no único, será el introyecto. Es decir, de pequeñitos se comieron a papá y a mamá y todos sus mensajes negativos y esa vocecita está, constantemente, activándose en su cabeza y perpetuando mensajes tipo: “Tú no vales”, “No mereces brillar” o “No eres digna de recibir amor”. Ahhh!! y !no olvidar !su tendencia a la proyección y, sobre todo, la retroflexión!! En la biblia del eneagrama (Caracter y neurosis de Claudio Naranjo) podemos leer que efectivamente la proyección es una de las bases de la pasión de la envidia pero también que: «(…) Destaca el mecanismo que el psicoanálisis llama «volverse contra uno mismo» (más o menos el mismo mecanismo que Perls llama «retroflexión»). Si el odio o rechazo a sí mismo está implícito en la noción de haber introyectado un «mal objeto», la idea de retroflexión sugiere que la ira generada como consecuencia de la frustración es dirigida no sólo a la fuente externa de frustración (y al frustrador original de la propia vida), sino, a causa de la introyección, a uno mismo. Queda por considerar, aparte del mecanismo de defensa principal, la existencia en el tipo IV de un fuerte contenido de represión, para el cual la introyección sería, específicamente, el mecanismo más adecuado. Creo que podría decirse que la actitud más evitada del tipo IV es la de superioridad exigente, tan natural en el tipo I. A la luz de esto, podemos afirmar que la introyección es un mecanismo que hace posible que la persona transforme la superioridad en inferioridad, al adoptar la estrategia masoquista en las relaciones interpersonales». En este sentido, estos mecanismos de defensa metafóricamente funcionan como si el envidioso no sólo se tirase a la corriente del río sino que lo hiciera con una mochila de grandes pedruscos. En este sentido vemos que aunque la ira y la envida parecen muy lejanas, hay una especie de caminito directo que las comunica con claridad.
Eneatipo 5
En la antítesis de la necesidad de confluir del nueve, se encuentra el mecanismo de defensa del cinco: el aislamiento. La huida del mundo puede ser física o no. El cinco puede llevar al extremo su avaricia y no querer compartir nada con nadie, ni siquiera su propia presencia. Otra forma más sutil de aislamiento es la de, estando con gente, abstraerse completamente de la conversación y mantenerse continuamente en el rol de observador. Es una forma de no mojarse y, por lo tanto, de no exponerse. Así, con este mecanismo de defensa, el cinco cree proteger su fragilidad. El resultado final, como con todos los mecanismos, es que matan moscas a cañonazos, pues efectivamente, nadie los puede incomodar, pero a cambio nadie se puede acercar a ellos y tocarles desde el corazón.
También puede tener cierta tendencia a la Disociación.
Otros, como los seises, nuestro eneatipo más miedoso, viven siempre temiendo lo peor; así que, se van al futuro constantemente (para prever cualquier situación negativa que pueda ocurrir). Esto es el mecanismo defensivo de la proyección; con ello, se proyectan en algo o alguien para no enfrentarse a lo que sienten en el presente. Otra acción muy típica de la proyección del seis consiste en ver en otras personas cosas negativas sin una lógica objetiva. El otro puede ser un santo, pero el miedo y desconfianza que ellos tienen dentro lo proyectan en su jefe, marido o amigos y, desde ahí, surgen los problemas.
Los sietes tienen varios mecanismo de defensa estrella. El principal quizás sea la racionalización, pero otros como la sublimación o deflexión, también están muy presentes. El experto en eneagrama Luis Solinho, apunta para los golosos: «La sublimación es una defensa por la cual la energía del impulso instintivo se canaliza y se transforma en formas socialmente aceptables. Por ejemplo, la agresividad se transforma en respuestas agudas e ingeniosas. Mediante este proceso, el intelectual-emocional (7) se vuelve ciego a su necesidad y a su instinto, permaneciendo consciente de sus motivación altruista y generosa. Esto también explica la proclividad de este carácter a la fantasía y a la planificación, pues sus verdaderos objetivos se pierden en eta transformación».
Otro mecanismo de defensa típico es la negación. Por ejemplo, los ochos niegan su propia delicadeza y sensibilidad. También su miedo. No es que no sientan, sienten, pero lo ningunean con tanta fuerza que se presentarán al mundo sólo desde la fuerza y la potencia. Su fijación de la venganza da cuerpo a su tendencia pasional de la lujuria y el mecanismo de la negación, les libra de conectar con la vulnerabilidad (propia y del otro).
Sin embargo, los nueves apostarán por el mecanismo de defensa de la retroflexión, que también gusta mucho al cuatro, y se harán pupita ellos mismos antes de lastimar al otro. Sus ganas de buen rollo y su tendencia a la confluencia es tal que jamás harán un reproche o recriminación a las personas que ellos han idealizado. A cambio, ellos mismos se comerán todo lo que se tengan que comer. Son masoquistas profesionales. Otros mecanismos estrella de los perezosos de sí mismos son la narcotización y la confluencia.
El mecanismo de la ACTITUD REACTIVA es muy eficaz a la hora de reprimir emociones. Quién más entra en este juego es el eneatipo 1 y la represión de la ira (pasión) va de la mano de fijaciones como el exceso de control, el perfeccionismo o la necesidad de tener razón. En palabras de Claudio Naranjo: «(…) Podemos decir que la formación reactiva subyace y es también el funcionamiento mental por el que la energía psicológica de la ira se transforma en «impulsividad» obsesiva. Por otro lado, la formación reactiva puede considerarse como el proceso que marca la transformación de la gula en ira, pues la autoindulgencia de la gula puede considerarse la actitud más evitada del perfeccionista, cuyo carácter es el menos autoindulgente de todos, el más altamente dotado de una «austeridad virtuosa». La postura activa y autoconfiada de la ira no es sólo una cuestión de represión de las necesidades orales pasivas, sino una transformación, ya que podemos considerar la ira como un modo alternativo de satisfacer la propia necesidad de amor subyacente, pero no mediante una regresión hedonista, sino mediante una progresión antihedonista hacia un autocontrol prematuro y un aumento de la tolerancia ante la frustración. En lugar de ser una mera cuestión de renunciar a las expectativas orales, como puede parecer superficialmente, el caso de la ira consiste en que las expectativas son asumidas asertivamente, siendo al mismo tiempo racionalizadas como exigencias legítimas. De acuerdo con este análisis, pues, la formación reactiva tanto genera ira como supone una defensa contra su reconocimiento, además de constituir el mecanismo subyacente al perfeccionismo, la moralidad, la benevolencia consciente, la crítica «bienintencionada», la ética antihedonista del trabajo duro, etc.» La represión de las necesidades habitual en el eneatipo 2 también se puede entender en la represión de la Ira de los subtipo no sexuales del uno.…Con todo ello, vemos que estos automatismos del ego perpetúan el vacío vital de cada eneatipo. Por lo tanto, el plan correcto es radiografiar con detenimiento los mecanismos de defensa de cada eneatipo, para ser conscientes de ellos y, poco a poco, darles la vuelta.
Aun con todo, tenemos que recordar que quien más reprime la emoción de la ira es el subtipo conservación y social. Un subtipo sexual puro sí expresa la ira con facilidad con lo cual esta actitud reactiva no sería tal cual. De hecho, su problema principal resulta que es demasiado vehemente y contundente con el mundo y necesita bajar su intensidad.
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El principal mecanismo de defensa por eneatipo vendría a ser:
-Eneatipo 2 _ Represión + Proflexión
-Eneatipo 3_ Identificación
-Eneatipo 4 _ Introyección
-Eneatipo 5 _ Aislamiento
-Eneatipo 6 _ Proyección
-Eneatipo 7 _ Racionalización
-Eneatipo 8_ Negación
-Eneatipo 9 _ Deflexión + confluencia
-Eneatipo 1 _ Actitud reactiva.
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Negamos lo que necesitamos y lo camuflamos con mecanismos como la seducción o la manipulación. Al no admitir lo que sí deseamos no sabemos pedirlo con claridad; así que, jugamos al peligroso juego de que el otro adivine lo que realmente necesitamos. Nos falta pararnos a sentir en qué andamos y verbalizarlo con claridad. Esta represión también ahuyenta todo lo que tiene que ver con el displacer y pone el foco en lo siempre positivo. La represión de las necesidades va de la mano de su tendencia a considerarse abundante y no verse nunca en la carencia. Es decir, si la carencia aparece la seguirá disfrazando de alguna forma, para mantenerse en la ilusión egoica de poder siempre dar.
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Es ver en el otro algo o alguien que en realidad no está ahí. Muchas veces, alguien nos cae de cine, con tan sólo verle un minuto, porque, en realidad, nos está recordando a alguien que admiramos o tenemos cariño. También podemos poner características de papá o de mamá en nuestr@ terapeuta o pareja. Las formas de transferencia (y contra-trasnferencia) con tan grandes como la creatividad que tengamos. La transferencia puede ser tanto negativa como positiva, pero conviene ser conscientes de ella, para no crear castillos de naipes que luego se caerán al menor soplido.
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Cuando estamos demasiado pendientes de las expectativas del otro terminamos actuando más de la cuenta. Es como llevar el habitual personaje al extremo. Así, cumplimos los deseos de un otro en nosotros mismos. Un otro que quizás ni sepa en qué andamos. Otra forma de sobre-identificarnos es seguir los pasos de otro, como si fuera el único camino posible. Así, muchas veces papá o mamá marcaron un camino demasiado claro y el niño (e incluso el adulto), lo ve como única vía para avanzar. Con ello, muchas veces, vemos repetición absoluta de escenarios (estudios, tipos de pareja o aficiones). Las personas que buscan excesivamente el éxito tomarán alguien como referencia y se encargarán de imitarle excesivamente. Así, tienen menos riesgo de ser rechazados y !!la palmadita en la espalda está garantizada!!
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Cuando distorsionamos en positivo al otro y nos hacemos una idea ficticia de lo que es estamos en plena idealización. Sería como llevar al extremo el amor admirativo y, así, nos ponemos de rodillas ante un otro que, en realidad, no estamos viendo.
Mecanismo estrella de: Eneatipo 3 / 7
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Nos hemos comido con patatas a papá o a mamá (o a los dos) y tenemos un progenitor interno que, a día de hoy, nos sigue ordenando lo que hacer o no hacer. Como si una voz del pasado hubiéramos hecho nuestra y no nos deja estar en paz y libertad en el presente. La introyección en realidad puede ser positiva o negativa. Cuando alguien cree que no puede hacer algo y nadie cree en él, probablemente no lo hará nunca. Pero cuando, realmente, hay posibilidades de hacerlo -aunque sea complejo-, y hay por lo menos una persona que cree en él (efecto pigmalión), la persona tiene muchas más posibilidades de conseguirlo. El problema es que normalmente tenemos la tendencia a la introyección negativa y siempre hay alguna voz interna diciéndonos lo malos que podemos ser o convenciéndonos de que no somos dignos de amor. Esto lo podemos poner tan negativo como queramos y no será complicado encontrarnos alguna vez en estos derroteros. La introyección, más allá de ser un mecanismo de defensa, tiene que ver con las fijaciones de los eneatipos o las ideas locas. ¿Algunas de ellas? Los hombres no lloran, tienes que ser una buena persona, siempre has de hacer lo correcto…
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Sería algo así como desvío hacia atrás. En realidad queremos matar a nuestro jefe porque nos está haciendo la vida imposible; pero, como nos podemos permitir ni siquiera mostrar nuestro enfado, toda esta energía superagresiva se vuelve contra nosotros mismos. Estamos hablando de una agresión contra nosotros mismos. Esta agresión, en su justa medida, debiera ir dirigida hacia afuera. Muchas veces todo esto pasa por suponer erróneamente que la agresividad es algo malo. Por contra, la agresividad es necesaria desde el mismo momento del nacimiento y es el pilar fundamental de la asertividad.
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Muchas veces, el mundo nos supera y sentimos la necesidad de ir a nuestra bola. Estas ganas de estar sólo pueden ser de lo más sanas. El problema llega cuando se nos va la mano con el muro que levantamos y quedamos totalmente incomunicados. Si llevamos este mecanismo al extremo nos encontramos con fobias como la agorafobia. Este aislamiento suele estar muy enfocado en tomar distancia emocional y así no entregarse en las relaciones.
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Os acordáis de aquello de «lo que dice Juan de Pedro, dice más de Juan que de Pedro», pues vendría a ser algo así. Vemos en el otro algo que no nos gusta y pensamos que este otro es un tipo chungo o que no está a la altura de las circunstancias. Con ello, muchas veces, no nos hacemos cargo de lo nuestro y responsabilizamos al entorno de nuestras penurias. Sin embargo, la proyección lo que nos está diciendo es que vemos en el otro algo que no aceptamos (por defecto o por exceso) en nosotros mismos. Con todo ello, ponemos en el otro algo negativo que, en realidad, está en nosotros mismos y no nos atrevemos a radiografiarlo. También, puede ser una excesiva capacidad de ponernos en situaciones futuras en las que todo sale mal. Imaginarnos en escenarios catastróficos es una tendencia que genera mucha ansiedad y angustia vital. Si vamos en dirección contraria y proyectamos en positivo, caeremos en una idealización del otro excesiva, pero esto ya es otro mecanismo. Como vemos, este mecanismo de defensa va muy de la mano de la fijación de la acusación.
…“llevo toda la vida sufriendo por cosas terribles que jamás sucedieron”. Mark Twain …
Cuando intelectualizamos la vida, nos perdemos el mundo de los sentimientos y las emociones. No es que no estén, pero no les damos su espacio y negamos su importancia. Nos convencemos de que desde la cabeza podemos tener el control de nuestra vida y que sólo con lo racional seremos felices. Negar la emoción es la mejor forma de negarnos a nosotros mismos. Con todo ello, siempre hay buenas razones de escapar de la culpa y el dolor y caer en la autoindulgencia. La racionalización y el exceso de planificación suelen ir de la mano.
Mecanismo estrella de: Eneatipo 7 / con sus matices el 6 y el 5 e incluso el 3.
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Hay veces que el cuerpo nos está pidiendo marcha y nuestro superyo se pone más serio de la cuenta y nos corta el rollo. Queremos satisfacer una necesidad o deseo, pero hay algo que nos dice que va a ser que no. Este auto-NO lo transformamos en otra actividad que, por ejemplo socialmente sea menos conflictiva. Si todos los hombres de nuestra familia son serios y rígidos y uno de ellos le da por bailar se va a encontrar contra un muro de posibles críticas y prejuicios. Si la persona decide NO bailar y por ejemplo ponerse a jugar a tenis (que «casualmente» hacen varios miembros de la familia), estará sublimando el deseo original de bailar. Otro ejemplo t´ípico es la sustitución de un deseo sexual, por otra actividad «menos conflictiva» como escribir un poema.
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Sentido del humor
Reírse es bien sano. Sonreír nos genera muchas hormonas como la dopamina, serotonina y endorfinas. Dicho esto, pareciera que no tiene sentido que el sentido el humor fuera un mecanismo de defensa. Sin embargo, hay mucha gente que en vez de enfrentar la realidad, se dedica a buscar siempre la «gracia» y no encara lo que no es tan divertido. Por otro lado, aunque pueden ser los mismos, hay gente que cuando recibe una pequeña devolución no muy positiva sobre algo que ha hecho, rápidamente usa el humor o la ironía para darle la vuelta a la tortilla y no responsabilizarse de nada. Así, se van de rositas y pareciera que nunca han roto un plato; pero, la realidad suele ser tozuda y estos truquillos sirven hasta que dejan de servir y la persona va quedando en evidencia.
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Ser adultos no es tan fácil como parece. Hay gente hiper-responsable que se hace adulto antes de tiempo. Desde ahí, su parte más dionisiaca brilla por su ausencia. Otros tienden a comportarse de forma demasiado infantil. NO es contactar con el niño interno, que siempre está bien. Lo que hacen es no asumir lo que toca a la edad que uno tiene. Por ejemplo, en las separaciones de pareja puede pasar que uno de los dos miembros (normalmente el chico) comience a comportarse como un adolescente. También hay veces que chicas o chicos de cuarenta años siguen comportándose como si fueran niños conforme entran en la casa de sus padres. Luego salen y más o menos recuperan la edad que realmente tienen; pero, dentro del sistema es como si hubiera una fuerza que los aniña en presencia de herman@s o progenitores.
Mecanismo estrella de: Eneatipo 7 / 2
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Muchas veces, negamos literalmente lo que pasa para montar una realidad paralela. En el proceso del duelo se ve claramente en una de las etapas. Si lo llevamos al extremo, veremos gente convencida de que algo que sí ocurrió, para él no ocurrió. La negación también se puede concentrar en lo concreto. Es decir, alguien puede negar una parte de sí mismo o del otro. La negación de la vulnerabilidad vendría a ser no aceptar las emociones y la parte delicada del otro. La negación puede ser incluso del habitual «superyo», con lo cual muchas veces la ética o la empatía brillan por su ausencia.
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En demasiadas ocasiones, no estamos a lo que estamos. Quizás haya un dolor muy grande y nos contamos milongas para nos sentir este dolor. Nos autoconvencemos de que es mejor sonreír pase lo que pase, porque las emociones «negativas» solo nos hacen sufrir.
Desde ahí, no aprendemos a transitar el dolor de la realidad y aceptar lo que viene tal cual es. Con todo esto, nos desconectamos de nosotros mismos, y montamos un escenario ficticio que tarde o temprano se derrumbará.
«Ejemplos:
En situaciones incómodas te sale una risa nerviosa que ayuda a no entrar en contacto con lo que sientes en realidad.
Cuando alguien te pregunta sobre un tema doloroso para ti, respondes con «bien, todo bien» y cambias de asunto con rapidez.
Optas por hablar de forma muy abstracta en vez de ser concreto.
O hablar del pasado cuando lo relevante en el momento es el presente.
Evitas el contacto visual con una persona porque esto te incomoda, sea alguien desconocido o intimidante, se trate de una situación tensa o sientas nervios.
Al contar o compartir experiencias que para ti son dolorosas lo haces con una sonrisa, en tono de humor o empleando la ironía o el sarcasmo. Finges que la situación no te afecta.
No soportas los silencios en una conversación y, sin darte cuenta, comienzas una verborrea incansable sobre cualquier tema.
Hablar de forma tan rápida e intensa ayuda a evitar a que seas auténtico en lo que dices y en cómo te comportas.
En ocasiones, te cuesta escuchar a los demás y no sabes hacerlo. Si alguien te comparte una experiencia íntima o confronta con una petición que te desagrada, salvas la escena con un «no es para tanto» o «no te preocupes», evitando que el otro profundice y la conversación continúe por esa línea.»
Ver aquí:
https://lamenteesmaravillosa.com/la-deflexion-en-el-mecanismo-de-defensa-de-evitacion/
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A veces la realidad nos supera y no tenemos fuerzas de enfrentar la realidad. Hay gente que huye del conflicto o de situaciones complicadas y busca la forma de evadirse. Esta evasión puede ser de muchas formas. Hay quien se la pasa jugando a los videojuegos, otros que se ponen hasta arriba de cervezas (muchas veces a escondidas) y otros caen presa de adicciones o la lían parda con la comida. Cada uno elige la forma de narcotizarse y en mayor o menor medida, casi todos tenemos algún tipo de narcotización. Esta es la mejor manera de garantizar el olvido de uno mismo.
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Es perdernos en el otro, mientras negamos lo que necesitamos. El otro pasa a ser un ser especial en el que volcar todo nuestro ser. No vemos al otro como es, lo vemos idealizado y, por tanto, todo nos parece bien de él. Desde aquí es fácil llegar a ver cómo hay mucha gente que consiente que el otro haga lo que quiera con ella o con él. No hay límites y la capacidad de decir NO, se viene abajo.
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En más de una ocasión tenemos una idea clara de que algo o alguien no nos gusta, pero en vez de decirlo con claridad, nos da por expresar justo lo contrario. De esta forma, quizás nuestro jefe nos parezca lo peor, pero entramos en el teatro de afirmar que es la bomba y que le tenemos una sincera admiración. La actitud reactiva siempre nos lleva en sentido contrario a lo que en realidad queremos ir. Si por ejemplo, alguien ha sido tratado muy mal por papá o por mamá, pero no se ha permitido expresarlo, quizás desarrolle un «extraño» sentimiento de querer cuidarles en exceso y siempre defenderles y protegerles. Este cuidado no se da tanto desde un amor verdadero sino de desde esta loquísima actitud reactiva que no permitió nunca a la persona confrontar a sus progenitores. Otro ejemplo sería cuando un fan de la marihuana apoya sin sonrojo la nueva campaña antidrogas del sector salud.
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Como veíamos en la transferencia, alguien puede ir a terapia y estar viendo en el terapeuta a su papá o incluso al papá que nunca tuvo. La imaginación humana es sorprendente y somos capaces de poner muchas cualidades a otras personas que, realmente, no tienen. Y mientras esto ocurre, el terapeuta puede estar viendo en su paciente a un hijo o a un discípulo que, igualmente, puede haber existido o no. Así que entre la transferencia y la contratransferencia tenemos el lío montado, y conviene estar mu atentos a estos mecanismos. Ahhh! y por supuesto que esto también ocurre fuera de la terapia. En palabras del terapeuta Arturo Torres: «La contratransferencia tiene que ver con los sentimientos e ideas que el propio analista proyecta sobre los pacientes a partir de sus experiencias pasadas, de manera inconsciente.»
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Sentimos algo hacia alguien o hacia algo y en vez de dirigirlo adecuadamente, nos inventamos otro algo o alguien y nos enfocamos en el nuevo destino. Quizás nos encantaría ser cariñosos con alguien concreto, pero esto nos da ansiedad y tenemos que volcar el afecto en otra persona. Las censuras, auto-censuras, suelen ser de muchos tipos. A lo mejor un hijo teme verdaderamente a su padre, pero no se atreve a verbalizarlo o ni siquiera a contarse verdad a él mismo. Así, este temor quizás se desplace y comienza una fobia «inexplicable» a los perros.
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Aparece sobre todo en sueños y se trata de mezclar más de una persona en una sola. Así, tomamos rasgos positivos o negativos de varias personas y construimos un nuevo personaje. Simbólicamente, suelen ser escenas muy ricas y que nos pueden dar muchas pistas de deseos reprimidos. Consiste en la concentración de varios significados en un único símbolo
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Estar sintiendo una emoción concreta y manifestar otro sentimiento o incluso el contrario. De hecho, muchas veces, alguien puede estar llorando y le preguntas por qué lloras y te dice que no llora. Más disociación imposible.
Según Sara Sarmiento: «Otra forma de integración es la que se siente a nivel mente-cuerpo: nosotros somos consientes, en mayor o menor medida, de las sensaciones corporales, sentimientos, emociones y pensamientos que tenemos y cómo se relacionan con el ambiente. Entonces ¿qué pasa cuando no tenemos relaciones sanas que nos guíen en esta integración de nuestro concepto? ¿Qué pasa si estamos expuestos a vivencias traumáticas? ¿Y si nuestras figuras de seguridad no son coherentes o nos maltratan? ¿Qué pasa si algo que sucede en nuestro cuerpo no es tolerable para nuestra mente?» (ver aquí)
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Vendría a ser el mecanismo opuesto a la retroflexión; es decir, una persona hace a otra lo que a ella le gustaría que le hicieran. De partida, pudiera parecer un buen plan estar haciendo «el bien» por el mundo. El problema, viene cuando la persona, consciente o inconscientemente, espera que estos favores le sean devueltos. También pasa que con las ganas de hacer «el bien» entremos en una especie de buenismo exagerado. La línea entre bueno y tonto muchas veces es fina y puede dar situaciones en las que el otro se aprovecha demasiado de la persona altrui
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«Es importante entender que los mecanismos de defensa no son negativos en sí mismos. De hecho, cumplen una función y están presentes en todos los seres humanos; los empleamos en multitud de ocasiones. El problema surge al abusar de ellos, pues esto limita o perjudica. Quienes recurren a este mecanismo con más frecuencia llegan al punto de convertirlo en parte de su personalidad. Y quizás se deba a que, en el momento de adquirirlo o desarrollarlo, no contaban con otras estrategias. A ninguna persona le agrada conectar con emociones negativas, pero si en la infancia -reseña SAGE Open– disponen de apoyo y educación emocional, si se le enseña a lidiar con tales emociones, si se le ofrecen estrategias más adaptativas, no necesitará «defenderse» con este método de evitación.»
Más por aquí:
https://lamenteesmaravillosa.com/la-deflexion-en-el-mecanismo-de-defensa-de-evitacion/
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E9
«(…) El mecanismo de defensa principal de este estilo de personalidad es la narcotización. Consiste en una maniobra —inconsciente— de autodistracción respecto del sí mismo auténtico, mediante una inmersión en el mundo externo, atendiendo a lo periférico y descuidando lo realmente importante en relación a sí-mismo; «desapareciendo», en cierto modo, entre la inercia mecánica de actividades rutinarias, entre los estímulos externos —como la televisión, actividades de jardinería, colección de curiosidades, etc.—; con una característica sobreadaptación al entorno.
E8
«(…) Secundariamente, en cuanto rechaza las normas sociales, y desiste de las expectativas de amor de los demás: desensibilización. En cuanto rechaza moldearse a las expectativas de los demás: contra-identificación. Dispuesto a expresar con claridad y firmeza aquello que esté en desacuerdo con sus deseos: contra-introyección. Además, este ego tiene una natural tendencia a volcarse al mundo material y pragmático, evitando interiorizarse de la propia subjetividad, emocionalidad y todo aquello que pudiera parecer femenino o débil: contra-intracepción.
E1
«(…) El Uno persigue la virtud, la perfección moral y el «correcto hacer» como sustitutos del ser, respecto del cual se ha desconectado.
Pero esto lo hace desde la pasión —motivación deficitaria del ego—, la ira. Lejos de ser una búsqueda de la auténtica perfección surgida de la esencia, es más bien el resultado de la transformación de la ira en un perfeccionismo tendiente a volverse cada vez más rígido y compulsivo. De allí que el ego iracundo suele ser un “virtuoso enojado”, porque gracias a su principal mecanismo defensivo, la formación reactiva, ha transformado la ira en búsqueda de perfección, refinamiento, perfeccionismo, hipercontrol, crítica y autocrítica acentuadas.
E3
«(…) Lo cual está al servicio de la identificación con una imagen socialmente aceptada y deseable, una suerte de personaje construido para satisfacer las expectativas de los otros (la familia, primero, y otros círculos sociales de pertenencia, luego), en detrimento de atender a sus auténticas motivaciones —lo que el él/ella realmente quiere, lo que en verdad disfruta hacer—. De allí su característica orientación pragmática, escasa espontaneidad en la expresión emocional, es esfuerzo por destacar, competir y brillar.
E2
«(…) Puesto que el orgullo pone al ego por encima de los demás, en cuanto que los otros son vistos como “necesitados” de cuidado, cariño, afecto y valoración, el ego Dos utiliza como mecanismo principal la represión por medio de la cual desestima —pierde contacto con— sus propias necesidades —las mismas que atribuye a los demás—, para adoptar el rol de ayudador, cuidador, dador.
E4
«(…) De allí que al ego envidioso padezca una crónica insatisfacción, acompañada por fuerte una exigencia de amor y valoración, muchas veces exagerada. Subyace en este ego un anhelo más o menos inconsciente de algún tipo de salvador que nunca llega. Su principal mecanismo defensivo es la introyección, en virtud de la cual se identifica con la carencia de «algo» —no importa qué sea— que cree haber perdido; con los consiguientes sentimientos de frustración, tristeza y melancolía que les son característicos.
E6
«(…) Como sustituto del ser, este ego busca apoyo y orientación en la autoridad externa, en las convenciones, en la pertenencia, en las normas, en las figuras de poder, pero paradójicamente no llega a fiarse nunca de aquello en lo que busca apoyo y referencia, manteniendo una típica actitud de suspicacia y desconfianza que lo lleva a tener conductas rígidas, paranoides e hiper-vigilantes. El mecanismo de defensa principal de este ego es la proyección por medio de la cual atribuye a los otros ser una potencial amenaza —sin reparar en que esto se origina en un sentimiento interior de fragilidad, temor e inseguridad propias—, lo que expresa a través de acusación, duda y suspicacia generalizadas.
E7
«(…) Puesto que este ego, con frecuencia, se identifica con el rol social del animador y motivador amistoso, da la impresión de estar siempre “up”. Y para sostener esta identificación, utiliza como principal mecanismo defensivo la racionalización, mediante la cual siempre encuentra buenas razones para evitar la culpa, huir del dolor, mantener una característica auto-indulgencia —«No es tan grave», «No pasa nada si…»—, y una cierta apariencia de ingenuidad al servicio de su hedonismo.
E5
«(…) De esta manera su vida tiende a transcurrir más en su mente que en unión con su cuerpo, adoptando un característico rol de observador no participante —cerebral—, escasamente expresivo de sus emociones.
Un mecanismo secundario del Cinco es el de escisión del yo, en virtud del cual pueden coexistir simultáneamente en su interior sentimientos y valoraciones opuestas respecto de un mismo objeto o sujeto. Otro mecanismo de defensa secundario en el Cinco es la formación reactiva, por medio de la cual rechaza la ira y la indisciplinada gula, asumiendo el superyoico papel de rectitud moral —«niño bueno»—.
«Entre el estímulo y la respuesta existe un espacio. En ese espacio está el poder que tenemos de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y libertad.» Victor Frankl