El eneatipo 9, la pereza (de sí mismo)

 

Muchas veces se presenta al nueve como una persona holgazana y perezosa; lo cual, no es demasiado atinado. En palabras de Claudio Naranjo, el nueve tiene pereza, pero “pereza de sí mismo”. No se escucha y pasa su vida confluyendo con los demás. Si te apetece conocer mejor a este eneatipo ubicado en la parte más alta del símbolo del eneagrama, ¡este post te gustará!

Los que se olvidan de sí.

Masoquistas, confluyentes y resignados.

1 Características generales del eneatipo Nueve

1.1 Rasgos de personalidad del eneatipo Nueve

 

 

La palabra confluencia suele usarse en la hidrografía para concretar el momento de unión de dos o más corrientes de agua. Y este es el término más preciso para resumir lo que le ocurre a este eneatipo.  El nueve confluye y se confunde con el otro.

A diferencia de sus compañeros de tríada, los ochos, el nueve se pasa la vida haciendo para que los demás estén bien. Y ¿cómo está él mientras tanto? El nueve ni lo sabe; no es importante cómo se encuentra. De hecho, no se para ni a sentirlo. Vive en la más absoluta desconexión de él mismo.

El nueve tiene pasión por pereza. Pereza que, en palabras de Claudio Naranjo, también podría ser una pereza de la conciencia: «Una sordera para el espíritu y de pérdida del sentido de la vida.» Este vacío existencial se llena con la confluencia con el otro. Parece pereza, pero es una desconexión fulminante con su realidad.

Esta pereza también es emocional.  Si consiguen percatarse de alguna emoción, rápidamente se boicotean y se intentan perder en el otro. Desde aquí, tampoco se enteran de sus deseos y necesidades. Su exceso de apego, le lleva a la desidia y desde ahí a a sacrificar sus propios sueños y anhelos.

Siguiendo con Naranjo: «El nueve tiene una posición acidiosa ante la vida. Su pérdida de sutileza y espontaneidad culmina en la robotización. En el plano de la conducta resulta esa falta de interioridad en una excesiva inercia, flema o pasividad; en lo más íntimo, junto con el olvido de sí, una pérdida de vida.»

Sienten que no son adecuados ni importante para nadie. La falta de cuidados que recibieron en la infancia, ese no ser visto, curiosamente, lo tradujeron en un «ahora seré yo quien cuide de todos»; de todos, menos de ellos mismos.

Los E9 compran la paz. Una paz ficticia que les aleja del conflicto y les pone en guerra constante consigo mismos.
Un paz que tiene un peaje: la desconexión de su parte animal. Desde ahí, necesitan mostrarse dóciles e inofensivos.

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Sin embargo, a pesar de no conectar con su emoción, sí puede conectar con la emoción del otro –sobre todo con el sufrimiento- y ser una persona con mucha empatía. El problema viene de que, generalmente, resulta demasiado empática y termina sufriendo por el otro entrando en la misma vibración que su interlocutor. Al perder esta distancia, la confluencia nuevamente se hace notar y se pierde de sí mismo. Desde aquí, las necesidades ajenas siempre será más importantes que las propias. Si esta hiper-empatía va a más podríamos hablar del trastorno límite de personalidad. En cualquier caso, sin llegar a estos extremos lo importante en el eneatipo nueve es que esté atento a estas situaciones  e intente buscar un término medio que le permita empatizar con el otro, pero sin olvidarse de sí. La empatía, como bien sabemos, es una cualidad muy necesaria y no a todos los eneatipos les sale de manera espontánea.

En contraposición con los ochos, la descripción que vendrá a continuación pudiera indicar que los nueves no son un eneatipo que tiene demasiados problemas. Casi, casi, pareciera que está medio sano; pero bien sabemos que todos los eneatipos tienen (o pueden tener) el mismo grado de neurosis. El camino de crecimiento personal es para todos el mismo. Cada eneatipo dista del centro del símbolo del eneagrama la misma distancia y, por lo tanto, todos ellos tienen el mismo tamaño de sombra.

En cualquier caso, es el número central de triada de la acción y, de partida, es un eneatipo visceral. De hecho, en un momento dado, puede ser el de más acción de todos los eneatipos.  Eso sí, mientras el ocho satisface sus necesidades, el nueve no la huele y mientras el uno contacta con su agresividad y va a por lo que quiere, el nueve no se lo permite.

De hecho, es como si el uno estuviera en contacto permanente con la rabia (otra cosa es que la muestre) y el nueve sólo contactase con ella cuando explota de tanto aguantar. 

Tienen una forma de ser que cae bien. Son amables y afables, no crean problemas, no son narcisistas y, de hecho, se podría decir que cuadran bien con el prototipo de bonachón.  Con ello garantiza que el otro no le agredirá y, si es posible, entrará en vinculo con él. Vinculo que, como decimos, tiene un problema de límites. Es como cuando el niño hasta los 12 meses «piensa» que es la madre misma. Igual ocurre con los nueves, se olvidan tanto de sí, que piensan que el otro y ellos es una misma cosa. Y si esto es cierto (para ellos lo es), no habrá peligro de ser abandonados.

A su vez, aunque no es cosa sencilla, el nueve tiene el poder de transmutar esta apatía por él mismo y convertirse en una persona centrada que será insuperable en la mediación de cualquier conflicto.

«Cuando tu cuerpo hace de todo para agradar a los otros, tu alma se queda sin abrigo»
Z.Magiezi

Pero mientras llega a este estado, el nueve suele vagabundear por la vida, intentando no ser visto (y, normalmente, consiguiéndolo).  Aunque en general es gente voluminosa, muchas veces, tienen la capacidad de no llamar la atención.  Tienen miedo de ellos mismos y ni se plantean sacar todo su potencial y ponerse a brillar.

Se sitúan en la antítesis del eneatipo dos. A los dos se les ve aunque no quieran y, por otro lado, además !suelen querer! Para el orgulloso es natural llamar la atención, mientras para el masoquista nueve es natural pasar desapercibido. El dos busca gente a la que ayudar y salvar (siempre con un ojo puesto en la devolución de la ayuda) y al nueve le buscan para ayudar.

Desde aquí, se conecta con el mecanismo del “yo soporto todo” que es diferente del “yo puedo con todo” del eneatipo dos.

El dos, si le conviene, sabe decir NO, mientras que el nueve tiene tendencia a decir SÍ a todo. Desde ahí, no es extraño que tenga sensación de ser explotado. En este sentido, Irvin D. Yalon, en su maravilloso libro El don de la terapia, apunta: «No hay explotador sin explotado; es decir, que si una y otra vez te encuentras desarrollando el papel de explotado, entonces con toda seguridad ese papel debe de tener algún tipo de de atractivo para ti.»

El dos, como bien sabemos, está en el orgullo y el nueve tiende a la humildad. El nueve no se valora lo suficiente y el dos se tiene en demasiada estima. 

Desde esta actitud antiorgullosa transmiten una calma que otros eneatipos no tienen; pero, a la vez, cuando se les va de las manos, se convierten en la muleta de mucha gente. Un «lugar» donde descansar.

Así, nuestros perezosos piscoespirituales renuncian a sus instintos más primarios en favor de seguir siendo chicos buenos.

Con todo ello, terminan siendo demasiado serviciales.

Por momentos, algún nueve también podría recordar en este buenismo al eneatipo siete social.

Normalmente, el nueve, y en esto coincide nuevamente con los sietes, si ve problemas, esconde la cabeza como la avestruz y si te he visto no me acuerdo. Son resignados y evitan la confrontación. Necesitan que todo esté en paz y armonía. Cuantas menos cosas estridentes ocurran, mejor.

El eneatipo nueve en su versión más extrema desde el punto de vista neurótico, suma a su pasión por la pereza y su fijación en la confluencia su capacidad de aguante casi sobrehumana. Haciendo un juego de palabras, podríamos decir que “su misión” en la vida es la misma “sumisión”.

Además, como iremos viendo, el masoquista es uno de los caracteres de la bionergética y suele cuadrar de perlas con nuestros resistentes nueves. Muchas veces, esta capacidad de aguante es sutil; es decir, se han acostumbrado a aguantar tanto que dan por sentadas demasiadas cosas. Cosas que a otro eneatipo le chirriarían de inmediato. Así, no es extraño verles aguantar malos modos de sus parejas o frases vejatorias de sus progenitores. Quizás no sean mensajes que en sí mismos sean insoportables, pero la suma de muchos de ellos sí que hace mucho más daño del que pueda parecer. Por ello, es muy importante que, en la medida de sus posibilidades, el enatipo nueve, vaya cortando este tipo de relaciones o por lo menos las vaya mitigando. Le conviene mucho plantarse ante el siguiente desprecio o falta de respeto. !No seguir pasando todas! porque si continua así, la explosión de rabia en el momento menos adecuado también está casi asegurada. Y ese enfado, en realidad, será fruto de la última gota que colmó el vaso.

Pero volviendo a la pereza, conviene matizar varios aspectos.

¿Es el nueve un eneatipo que se queda en la cama mirando al techo? Puede hacerlo; pero, generalmente, no está en esas. Lo que le mueve es estar en la acción, aunque ciertamente, es una acción robotizada. 

El nueve no es que no haga, hace y hace, pero le cuesta dejar de hacer lo que está haciendo para hacer otra cosa que le sea más provechosa. Es como si fueran por la vida en piloto automático.

En este sentido, Gonzalo Morán, apunta

“(…) Los Nueve suelen usar el mecanismo de «narcotizarse»; es decir, llenarse con actividades superfluas que los mantengan distraídos: esto puede variar desde ser adictos a la televisión, a hacer crucigramas o arreglar primorosamente su jardín…mientras se les quema la comida. 

Cualquier cosa es válida con tal de «distraerse». Los Nueve suelen ser bastante despistados, se distraen fácilmente, pierden el hilo de las conversaciones, no recuerdan las cosas y suelen «desconectarse» de las cosas , «colgándose mentalmente» («estar en babia» como se suele decir) muchas veces no enterándose de lo que se dice o de lo que sucede a su alrededor.

Esto también los lleva a una cierta apatía, como si cuando se cayera el mundo ellos simplemente se limitaran a encogerse de hombros con resignación y seguir haciendo sus crucigramas o mirando su novela favorita”.

(ver post)

Con todo ello, el nueve se narcotiza con estímulos externos para no reconocer sus verdaderas emociones. Pueden desenchufarse de sí mismos con un sin fin de actividades y adiciones. Jugarán de manera compulsiva a videojuegos y no pararán de tragar telebasura (también comida basura). 

Cualquier cosa antes que encontrarse de frente con su realidad.

Así, ni siente ni padece y, aparentemente, lleva una vida tranquila y apacible.

Son pasivo-agresivos; es decir, tú les dices algo que te ha molestado de ellos y ellos se hacen los locos o se salen por la tangente (parecido a los sietes). Esta forma de no encarar la conversación puede parecer que no es violenta; pero, en el fondo, también lo es, pues no se puede debatir con ellos e intentar arreglar el problema. 

Además, así, ellos aguantan un reproche por aquí, otro por allá, y se van sintiendo siempre recriminados. Por ello, hay un día en que la gota colma el vaso y explota con agresividad desmedida. Luego se sienten fatal y vuelven a lo de siempre.

Como los cincos, son un eneatipo “lento”, en contraposición a otros muy “rápidos” como el siete o el ocho.

La palabra pereza viene del latín pigritia, que en un principio tenía más que ver con la flojera  que con la holgazanería. Flojera por ocupar su sitio y salir de este mundo robotizado.

A nivel intelectual suelen presentar bastante desinterés.

Como bien dice Claudio Naranjo

“(…) La combinación de pérdida de interioridad con el carácter resignado y abnegado que la acompaña resulta en un síndrome de «terrenalidad» confortable y bienintencionada, que puede ser exagerada hasta el punto de la literalidad y la estrechez. El eneatipo IX no sólo es alguien que no ha aprendido a amarse a sí mismo como consecuencia de la falta de amor, sino alguien que olvida su frustración amorosa por medio de una especie de paquidermismo psicológico, una sobresimplificación, una amputación psicológica que hace de éste el menos sensible y el más estoico de los caracteres.(…) es el tipo de persona  contento y generoso, cuya «apatía» no se revela tanto en una aversión hacia los asuntos espirituales como en una pérdida de interioridad, una aversión a la exploración psicológica y una resistencia al cambio que coexiste con una estabilidad excesiva y una inclinación conservadora. Su lema -para él y para los demás- podría ser «no balancees la barca».”

SESIONES de ACOMPAÑAMIENTO INDIVIDUAL

También se les asocia con la palabra latina Acidia, que venía a significar desidia (sin cuidado). En este sentido, tendría que ver con la ausencia de energía y tiene incorporada una cierta carga de tristeza

Claudio Naranjo también les otorga una “pereza del alma”.

Les cuesta saber cuáles son sus prioridades. Quizás tienen que entregar un trabajo el viernes, y hasta el jueves han estado haciendo otra cosa que no urgía para nada (confunde lo urgente con lo importante). 

Así que, el viernes tienen que volverse locos para entregar. 

Aparentemente, no han parado y puede parecer que son supereficientes (porque suelen conseguir entregar); pero, a diferencia de los treses, les cuesta poner el foco y planificarse bien. El tres es más maleable, tiene más cintura; mientras que el nueve es más tozudo y le cuesta pivotar de un lado al otro.

No tiene un objetivo claro, no es una acción para conseguir lo que él quiere, es un estar en el hacer, para no estar en contacto con sus deseos y sus necesidades

Así, normalmente, el nueve está en contacto con la gula (como el siete); con la gula de hacer mil cosas o de comer como si no hubiera mañana, pero el nueve no tiene el entusiasmo del siete. El siete disfruta en todo ello, el nueve no está en la acción desde el goce real. 

De hecho, ellos son los grandes masoquistas del eneagrama y son capaces de soportar carros y carretas. Eso sí, aunque habitualmente no contactan con la ira, cuando ya no pueden más, pueden tener reacciones iracundas desproporcionadas (¡para algo son compañeros de viaje de sus vecinos los unos y los ochos!).

 

Por otro lado, a diferencia de los eneatipos inferiores del eneagrama, cuatro y cinco, que están en la carencia, ellos están en la aparente abundancia. Pero es una abundancia normalmente material y concreta. Si rascamos un poco, veremos que detrás de ella, hay una carencia inmensa. 

Además, el cuatro y cinco, en general son bastante delicados y frágiles y el nueve, en un principio, es resistente y un tanto tosco.

Con sus excesos con la comida, el eneatipo nueve, consigue anestesiar lo que realmente le pasa por dentro. 

Mucha comida, muchas tareas por hacer, de todo mucho; pero, en el fondo, todo muy vacío. El nueve no se sacia y esta abundancia, en el fondo, es muy egoísta. De hecho, cuando confluye con el otro, no es que quiera ayudarle especialmente; es su táctica para estar entretenido y no tener que ocuparse de sí mismo.

La fijación que usaba Oscar Ichazo para el eneatipo nueve era la indolencia. Sin embargo, Claudio Naranjo prefería el término griego achedia (sin cuidado) que tiene que ver más con una pereza del espíritu y una resistencia al cambio (sobre-adaptación).

Con ello, se consolida un carácter resignado que no solo no ha aprendido a amarse a sí mismo, sino que se vuelve un ser insensible (piel gruesa), con una capacidad de aguante estoico desproporcionada.

En palabras de Stephen M Johnson:

“(…) El cuerpo del masoquista es grueso, con músculos poderosos que bloquean la negatividad subyacente. Son excesivamente agradables y sacrificados, al tiempo que presentan un comportamiento pasivo-agresivo”.

Esta sobre-dependencia del otro muchas veces es compartida con el eneatipo cuatro e incluso con el enatipo seis.

En el caso de los envidiosos tiene más que ver con lo que en bionergética se denomina oralidad (demanda continua), en los nueves por el miedo y nuestros nueves con una entrega complaciente sin límites. Es decir, los dos están en el otro, pero uno pidiendo y otro confluyendo.

El eneatipo nueve, también comparte con los cuatros la auto-culpabilización, lo que les lleva a ambos a una desvalorización de sí mismos.

Destacan por su voluntad de servir y sacrificarse y, al igual que los seises, son “buenos” recibiendo ordenes.

Los nueve son simples, se conforman demasiado pronto y les cuesta tomar la vida como viene. Les viene bien un cierto grado de inconformismo para salir de su aletargamiento vital. Cuando comienzan a sentir cierto vacío, es señal de que comienzan a contactar con sus necesidades. Mientras tanto van en piloto automático presos de su propia narcotización.

Como decimos, no están en la pereza del no hacer, sino en un hacer robotizado, un hacer con ecos masoquistas. En palabras de Claudio Naranjo:

“(…) se puede considerar la robotización como una consecuencia de la pérdida de interioridad, de la alienación de sí mismos. En conjunto, nos sorprende la paradoja de que esta forma tan esforzada y sufriente de estar en el mundo esté enraizada en una pasión por el confort: un confort psicológico comprado a un precio demasiado alto».

Todo ello les lleva a lo contrario de la necesaria aceptación que es la resignación. Juegan a estar muertos en vida y, desde ahí, entran en simbiosis con su entorno por pura superviviencia.

 

Son personas que viven la vida como si fuera una comida de hospital, una vida insulsa y con poco sabor. Unas vidas muy por debajo de sus posibilidades. Teniendo esto claro la pregunta sería ¿por qué los E9 piden tan poco a la vida?”

 

El miedo del Eneatipo 9: El temor de ver sus necesidades

Temen: encontrarse con ellos mismos y ser conscientes de que sí tienen necesidades propias. Este temor les lleva a confluir y perderse en el otro. Les da pavor que les dejen y se tengan que enfrentar a sí mismos. Así que, son capaces de estirar relaciones muy tóxicas mucho tiempo.

El miedo a ser, les lleva a no brillar, a acostumbrarse a soportar demasiado y a tener una vida gris.

También tienen pánico al conflicto; así que, se la pasan sin poner límites y haciendo ver al mundo que son los bonachones del eneagrama.

Pasito anti-miedo: Comenzar a mirar sus propios deseos. Aprender a decir NO es su gran aprendizaje.

Deseo egoico del Eneatipo 9

Perderse en el otro. Seguir en su hacer robotizado. Piensan aquello de: virgencita que me quede como estoy.

El Nueve en el amor

El eneatipo nueve, el amor, lleva al extremo todo lo que venimos diciendo y le falta un poquito de egoísmo. Ser tan complaciente será siempre un mal negocio. De partida, pone al otro por delante de él y cuando alguien no se quiere primero a sí mismo, el amor que puede ofrecer al otro es un amor cargado de necesidad. Confunden el amor con el apego. Es una forma infantil de poner la felicidad de uno mismo en manos del otro. Este mecanismo de evitación de la confrontación, en el nueve, se ve llevado al extremo; pero cuidado porque, en menor o mayor medida, otros muchos eneatipos como por ejemplo el cuatro también lo hacen. 

Descripción comenta de este eneatipo en el AMOR en el POST:

Tipos de amor en función de nuestra personalidad. El AMOR en los ENEATIPOS (acceder).

Y si quieres entrar con este tema todavía más a tope, echa un ojo a nuestro CURSO:

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Una de sus ideas locas es “la necesidad del otro siempre es más importante que la propia”.

También usan la deflexión como mecanismo de defensa, que viene a ser la imposibilidad de un contacto real  e intenso con el otro. Es decir, la confluencia de la que hablamos es una fusión desde el ego, no desde la esencia.

Ellos siempre han de poner buena cara a todo lo que ocurre; perdonan infidelidades, olvidan humillaciones y todo ¿para qué? 

Para no contactar con el dolor que realmente sienten. Por lo tanto, son perdones y olvidos mecánicos; no los hacen desde haber integrado lo ocurrido para luego decidir si perdonan y olvidan (o no).

Si están con una pareja, pase lo que pase, lo único que querrán es que la relación continúe. Tienen una resistencia al cambio brutal.

Pueden tener bastante desinterés por lo sexual y les costará la vida ponerse en modo “sensual on”. No son propensos a estar en el placer y dejarse sentir.

Por aquí les vemos, nuevamente, en las antípodas de los doses. Recordamos que mientras el dos va al otro para ver si puede ayudarle o seducirle, el nueve permanece más pasivo, esperando ser reclamado para la ayuda.

Uno de sus mecanismos de defensa es la retroflexión; es decir, antes que alguien les haga daño, ya se lo hacen ellos mismos. Así se convierten en objeto y diana de sus dardos envenenados. En este sentido, jamás harán reproches o reclamaciones a sus parejas. En cambio se comerán sus palabras, produciendo esto un daño emocional interior de gran dimensión.

Así, al nueve le salva aprender a poner límites y contactar con su deseo. Cualquier paso en estas direcciones será bienvenido. Eso sí, si siempre ha dicho que sí a todo a su pareja, cuando comience a decir que no a ciertas peticiones, es posible que el otro no lo lleve bien. Es decir, el nueve a acostumbrado a su pareja a un exceso de complacencia. Ahora toca, ponerse en su sitio y esto provocará cambios; cambios que, por momentos, pueden ser muy dolorosos. También, es probable que, ante la falta de costumbre en esto de autoafirmarse, cuando quiera mostrar estos límites le salgan de manera demasiado brusca. Toca pasar por ahí, hasta pillarle el truco. Mejor asumir ciertos ataques de rabia a destiempo que seguir aguantando carros y carretas por miedo a su propia fuerza. De hecho, con este cambio de chip puede que nuestros bonachones, aunque quieran decir las cosas con tranquilidad y asertividad, se pongan un poco más agresivos de la cuenta. 

Con todo ello, y mucha conciencia de lo que quiere en el amor y el sexo, el nuevo nueve irá tomando los mandos de la nave. Desde ahí, podrá tener relaciones horizontales y no estar siempre por abajo de su parejas. Y si, además, es capaz de pedir con claridad para satisfacer sus deseos y necesidades, !!el paso habrá sido de gigante!!

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El Nueve en el trabajo.

En su estado más patológico, serían los peones de carga. 

Tienen un punto estoico y pueden ser bastante hiperactivos en el terreno laboral.

Pueden soportar al más tirano de los jefes y estar en un entorno laboral tóxico, totalmente desconectados de la realidad. Son cumplidores

Si te interesa este tema tienes la descripción completa en el post de este mismo blog:

ENEAGRAMA Y TRABAJO (acceder).

El Nueve en la alimentación

Son gente totalmente descuidada, y, en el terreno de la alimentación, les dará igual qué comer mientras se abundante en cantidad de comida y en cantidad de veces que se sientan a la mesa. Comen con compulsión.

Son personas a las que les gusta estar acomodadas y la seguridad. Por ello, pueden tener una despensa llena para por si acaso. Despensa que representa la mochila que ellas mismas llevan a cuestas por no enfrentarse a su propia realidad.

Fueron niños que estuvieron atiborrados y ya de mayores, piensan que eso es lo normal. Los atracones son continuos y es más que posible que vuelvan a hacer lo mismo con sus hijos. El nueve se autoanula y esta forma de alimentarse es la mejor manera de auto-dañarse inconscientemente.

Para ellos, la comida sustituye cualquier contacto con su interior y se dan a ella con pasión. Suelen tener sobrepeso y una salud un tanto mermada.

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El eneatipo 9 frente al mundo.

Esta es una sección que desarrollamos en nuestro curso del Eneagrama de las relaciones. Si quieres saber más puedes echar un ojo por aquí.

Y si quieres un ejemplo de cómo lo hacemos, te puedes ir al eneatipo 2 (ver aquí) y ahí vas a encontrar un vídeo que te puede gustar mucho.

Testimonio del eneatipo nueve.

Extracto testimonio 1 del E9:

«Hasta hace no mucho siempre decía que había tenido una infancia feliz y que había sido un chica con suerte.

Ahora, después de años de trabajo personal, entiendo que no es así. No ocurrió nada muy tremendo en mi niñez, pero si que puedo afirmar que fui bastante ignorada.

Era la segunda de seis hermanos. El mayor nos mandaba a todos y el pequeño se llevaba toda la atención.

Ahora he podido rescatar escenas de mucha indiferencia. Yo llegaba con buenas notas y nadie lo celebraba. Se daba por hecho que tenía que ser así. (…)

Extracto testimonio 1 del E9:

«(…) Hace un año fui mamá y esto lo cambió todo. Tengo que tener cuidado pues veo que me entrego sin límites en la maternidad. Mi pareja tiene tendencia a esconderse en su cueva y, si no le digo nada, no ayuda mucho en el cuidado de la niña. Aun así, lo vamos hablando y veo que se esfuerza. Como mamá me veo muy alegre y aunque los primeros meses fueron muy duros, ahora voy sacando la cabeza.  Veo un futuro limpio, sin humo, donde brilla el sol. Han sido años de terapia muy duros. De no querer ver el cariño que no recibí en la infancia, de seguir olvidándome de mi; pero, a la vez, de tomar conciencia de ello. Me siento agradecida a la vida y tengo ganas de ir a por otro niño o niña. Veremos.»

Acceder a TESTIMONIO eneatipo 9. El que se olvida de sí mismo.

1.2 infancia de los Nueve.

Acceder a la descripción en el post:
¿Cómo fue la infancia de cada eneatipo del eneagrama?

10 LIBROS IMPRESCINDIBLES DE ENEAGRAMA

1.3 El eneatipo Nueve en la bioenergética.

Casi todos los nueves son masoquistas y muchos masoquistas son nueves.

Por otro lado, aunque hay muchos masoquistas nueves, no es carácter exclusivo de este eneatipo. Puede haber muchos cuatros también masoquistas o con heridas masoquistas.

Desde aquí, hay que entender que “masoquista” en bioenergética no significa que disfruta del displacer; si no que tiene tanto miedo al castigo que no puede disfrutar con normalidad del placer.

Así, puede haber nueves rígidos, pero es extraño. Difícil de imaginar un psicopático nueve. Podría ser pero, desde luego, no sería el psicopático seductor. 

Casi imposible que un oral o un esquizoide se puedan ubicar en el nueve. 

Por ello, cuanto antes dejen de reprimir y tragar, mucho mejor.

Como decimos, muchos nueves son, generalmente, bastante redonditos y voluminosos.

Más sobre los caracteres de la bioenergética por aquí.

Pasión (tendencia emocional): Descuido (pereza de sí mismo -autoolvido-) / comodidad.
Fijación (pauta fija de pensamiento): Indolencia (apatía) / Sobre adaptación (confluencia).
Mecanismo de defensa:  Narcotización (deflexión) / evitación del conflicto.

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2 Los subtipos del eneatipo Nueve

Los subtipos del nueve, como ocurre en sus vecinos los ochos, no se diferencian tanto entre sí como en otros eneatipos. Podríamos decir que aquí no nos encontramos el contranúmero.

Si te interesa aprender en profundidad los tres subtipos de este eneatipo has de ir al post:

Los subtipos de los eneatipos. El eneagrama de los instintos.

y si quieres meterte de lleno en el tema, echa un ojo :

Curso – Taller ONLINE Eneagrama de los instintos

3 ¿Cuál es el camino de sanación del Nueve?

El nueve es un eneatipo que ha de pasar a la acción, pero a la acción que le conecta con sus deseos y necesidades.  Desde ahí, las relaciones se vuelven diferentes y comenzará a no caer tan bien. Esto es un signo inequívoco de que está en la dirección correcta. 

Necesita parar, para mirar adentro; así que, como casi siempre, la meditación es recomendación imprescindible para avanzar en el camino de crecimiento personal.

Nuestro compañero satero, Grabriel Aguilera (nueve conservación), en este mismo blog, comentaba,

“(…) Quizás lo que más me sorprende de mi eneatipo es la capacidad, aparentemente sin límites, de evasión del contacto conmigo mismo. Estas evasiones se producen muchas veces de manera simultánea, como ver la televisión a la vez que leo un artículo de matemáticas y juego al solitario del ordenador. Últimamente ya no me peleo tanto con ello, y me permito estas evasiones a cambio de no interrumpir mi disciplina del yoga (incluyendo la meditación). Se podría decir que estas dos partes en lucha de mí mismo han llegado a un cierto equilibrio.”

(ver post)

Es fundamental que el eneatipo nueve mire al tres e integre parte del narcisismo que tiene este eneatipo. Necesitan ponerse por delante del otro para salir de su círculo vicioso. 

Un punto de vanidad, también, les será muy útil para atreverse a pasar a primer plano.

En este sentido, han de aprender de los niños. Ellos, en general (a no ser que ya apunten maneras nueve), se hacen ver, van a por lo que quieren y ponen empeño (sin importarles si resultan molestos) en conseguirlo.

De los treses, lógicamente, también han de aprender a contactar con el corazón. Al tres también le cuesta, pero tiene ese potencial.

De los seises han de aprender a poner orden en sus ideas y pasar a la acción desde el coraje. Deben detener sus ganas de fusionarse y aprender a decir no.

Para ellos, es un ejercicio muy sano, decir que no a casi todo. Probar a hacer lo contrario de lo que han hecho toda su vida.

En cualquier caso, lo que hará que el nueve esté más en contacto con su esencia es dejar de confluir mecanicamente y poner mucho más interés en su propio cuidado. 

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Las VIRTUDES de los eneatipos del eneagrama.

El refranero de los nueves:

Prefiero tener tranquilidad a llevar la razón.

Ante todo, mucha calma.

La pereza es la madre de todos los vicios.

Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.

Ante las injusticias y adversidades de la vida… ¡calma!.

Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espíritu.

Contra pereza, un palo en la cabeza.

(Post completo, aquí)

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Texto redactado por   Haiki

Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

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LAS TRES TRIADAS DEL ENEAGRAMA

20 PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE ENEAGRAMA.

El eneagrama según Claudio Naranjo

GUÍA RÁPIDA DE ENEAGRAMA

19 comentarios en “El eneatipo 9, la pereza (de sí mismo)”

  1. Para mí, es importante prestar atención a mis necesidades (desde la más simple a la más compleja), y sobre todo situarme «antes que»: antes que la necesidad ajena está la propia.
    Y aún así…a veces me pillo haciendo todo lo contrario, y aquí es muy sanador ser compasiva conmigo misma: me he desviado del camino, es momento de regresar.

  2. Al leer este artículo, he sentido como todavía se me remueven las tripas con «se olvida de sus verdaderas necesidades»: en mi caso, es una sensación de alerta, como una autovigilancia para decirme «eh, vigila que te vas».

    También resuenan:
    «desconfianza permanente en el otro y una inseguridad en uno mismo aplastante» + «retroflexión; es decir, antes que alguien les haga daño, ya se lo hacen ellos mismos. Así se convierten en objeto y diana de sus dardos envenenados».
    Para ambos recurro a la compasión para conmigo y un «por hoy, me dejo en paz».

    Y ya con lo de «El tema del contacto-retirada no lo tiene bien pillado» y «comenzará a no caer tan bien. Esto es un signo inequívoco de que está en la dirección correcta.» He sentido como se dibujaba una sonrisa en mi cara…
    ?

    1. Seguro que esa sonrisa esconde todo un mundo detrás. Lo importante del nueve es entender bien su mecanismo, porque, en nuestra opinión, en muchos sitios no está bien contando. Nos alegra que el post te haya resultado interesante.

  3. Pues acabo de descubrir el Eneagrama. Y estoy «encajando». Me parece sorprendente que en «solo» 9 tipos, pueda encajar tanto en uno de ellos. Profundizaré y ya veremos.

  4. el trastorno limite de personalidad no es el trastorno al que puede llegar un 9 (para empezar porque no siente las emociones tan intensas). Es el trastorno ciclotímico, Trastorno dependiente, o Trastorno pasivo-agresivo.. a ver, lo pone en todos los libros de eneagrama. Incluyendo «Carácter y neurosis» de Claudio Naranjo, y además, es de sentido común, lo digo por si no os habeis dado cuenta del error, porque puede llevar a confusión.

  5. Cristian Véjares

    Muchas gracias, me sirvió mucho este post, si bien hago mucha instrospección, me cuesta aún conectar más conmigo que con el resto, esta lectura fue un golpe necesario.

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